El próximo viernes 20 de septiembre se realizará en Bolívar, Valle del Cauca, una audiencia pública con el fin de recoger información sobre los impactos de los monocultivos en las comunidades campesinas de este departamento.
En el Valle del Cauca, la práctica del monocultivo ha ganado terreno, convirtiéndose en un problema que afecta no solo a la biodiversidad de la región, sino también a las comunidades campesinas que dependen de los recursos naturales como el agua. Esta práctica especialmente de caña de azúcar, aceite de palma y pino, ha dejado una huella en los ecosistemas y en el tejido social del departamento.
Según el libro Biodiversidad y Manejo de Plagas en Agroecosistemas, de Miguel Altieri, Clara Nicholls «el monocultivo reduce la diversidad biológica, lo que puede llevar a la degradación del suelo y a una disminución de su fertilidad. La falta de rotación de cultivos agota los nutrientes del suelo y aumenta la dependencia de fertilizantes químicos.» Esto a largo plazo reduce la productividad agrícola y genera y aumenta la contaminación de los recursos hídricos.
Los monocultivos demandan cantidades ingentes de agua, lo que genera acaparamiento. En zonas como el Valle del Cauca, donde muchas comunidades campesinas y afrodescendientes enfrentan dificultades para acceder a fuentes de este recurso por lo cual se han tenido que desplazar. El impacto de los monocultivos se traduce en la desecación de ríos, la reducción de acuíferos, la desecación de humedales y la pérdida del bosque seco tropical
Tal como lo expusimos en nuestra investigación Escasea el recurso hídrico en Restrepo, Valle del Cauca ¿Agua o papel? las comunidades de este municipio sufren un conflicto socioambiental con la multinacional Smurfit Kappa Cartón, que hace aprovechamiento forestal en el territorio.
En el 2019, se logró un fallo histórico a favor de esta comunidad rural. Sin embargo, no fue sino hasta principios de este año que el Consejo de Estado en segunda instancia, no solo ratificó las medidas tomadas por el tribunal, sino que exige a la Corporación Autónoma del Valle del Cauca cumplir con su labor como entidad: velar por la calidad y uso del agua.
Además, los monocultivos son responsables de la pérdida de biodiversidad. Al reemplazar bosques y ecosistemas nativos con grandes extensiones de cultivos homogéneos, se eliminan los hábitats de numerosas especies animales y vegetales. Esta pérdida no solo afecta a la fauna y flora local, sino que también rompe los ciclos naturales de polinización, dispersión de semillas y control biológico de plagas, comprometiendo la sostenibilidad de la región a largo plazo.
Audiencia Pública: un llamado a la acción
Frente a esta situación, la comunidad del Valle del Cauca exige soluciones. La Asociación Campesina del Norte del Valle -ASCANORVA-, junto al diputado del Pacto Histórico, Jonhy Acosta, y los congresistas Alfredo Mondragón y Wilson Arias, han convocado a una Audiencia Pública que busca visibilizar los problemas que enfrenta la región, y proponer alternativas que promuevan un modelo más equitativo y respetuoso con el ambiente.
El evento será una oportunidad clave para que las comunidades afectadas, organizaciones sociales, defensores y defensoras del ambiente, expongan los efectos negativos del modelo agroindustrial actual y discutan las posibles soluciones.
Se espera que esta audiencia impulse un debate a nivel nacional sobre la necesidad de una regulación más estricta en torno a los monocultivos, el uso de recursos hídricos y la implementación de políticas que favorezcan una agricultura sostenible y agroecológica.
¿Monocultivo o paisaje cultural?
A finales de agosto, los alcaldes de Florida, Pradera, Candelaria y Cali se reunieron en Juanchito para firmar un acuerdo que buscaba fortalecer el turismo regional. Sin embargo, lo que más llamó la atención fue su intención de proclamar el «Paisaje Cultural de la Caña». La iniciativa tenía como objetivo consolidar a la subregión como un destino turístico internacional.
En esencia, un «paisaje cultural» busca capturar la interacción entre las dinámicas sociales y ambientales de una región, un concepto oficializado por la UNESCO en 1992. En Colombia, ya existen dos ejemplos: el Paisaje Cultural Cafetero y el Paisaje Cultural de las Murallas de Cartagena, ambos protegidos y promovidos por el Estado. Sin embargo, en el Valle del Cauca, la idea de un paisaje dedicado a la caña no encontró el respaldo esperado.
La propuesta fue rápidamente rechazada. Desde la industria azucarera hasta los activistas ambientales y el propio gobierno nacional se opusieron. La ministra de Ambiente, Susana Muhamad, señaló que el monocultivo de caña ha causado grandes estragos ambientales y que la iniciativa no era coherente con el espíritu de la COP16, que promueve la protección de la biodiversidad.
Más allá de la fallida propuesta, la polémica ha puesto en la opinión pública el lugar de la caña en la historia del Valle. Desde su introducción en la región durante la colonia, el monocultivo ha dejado una marca imborrable. Durante siglos, las haciendas azucareras estuvieron estrechamente vinculadas a la esclavitud, una herencia racista que aún persiste en la memoria colectiva.
En el estudio denominado “La caña de azúcar en la historia ambiental del valle geográfico del río Cauca -1864-2010-”, se señala que la mayoría de los humedales que existían en la región del Alto Cauca en los años 50 ya habían desaparecido para los años 80, debido a las prácticas agrícolas intensivas.
La conferencia internacional de biodiversidad COP16, que se celebrará en Cali, representa una oportunidad para enfrentar los efectos del monocultivo y avanzar hacia un modelo más sostenible. Sin embargo, eventos como la audiencia pública son una oportunidad de recopilar de manera directa y por las voces de las comunidades, las afectaciones de esta práctica agroindustrial.
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