Mujeres de los diferentes municipios de Mapiripán, Puerto Concordia, Mesetas y Puerto Rico se han vinculado al Programa de Desarrollo con enfoque Territorial (PDET) en el departamento del Meta. Este espacio permite visibilizar a quienes han sido afectados por el conflicto, puesto que, persisten en mantener los diálogos entorno a las necesidades y posibilidades para lograr una incidencia real en temas como la participación política, social y económica y, de esta manera, identificar los factores que restringe en sus territorios el liderazgo de las mujeres en diferentes espacios sociales, de forma continúen fortaleciendo sus saberes y liderazgos.   






“Una de las iniciativas que como mujer rural y como mujer de fogón me he propuesto es fortalecer las capacidades a más mujeres como yo de las cuales nunca la institucionalidad les ha llegado, mujeres que podemos fortalecer las capacidades y los conocimientos, los liderazgos a través de talleres, cómo este que se desarrolló en el municipio de Puerto Rico y en el municipio de Mesetas, en una primera fase en el municipio de Puerto Concordia y en el municipio de mapiripán, a través de iniciativas PDET  que se plasmaron en la construcción  de los PDET. “ Yineth Rodríguez, campesina del Municipio de Puerto Rico.

Para las “Gavieras” -como se autodenominan- el desarrollo de esos diálogos surgen del grupo de algunas mujeres de PDET Meta, con el propósito de ir tejiendo el territorio junto con los apoyos de: “Intercambio de saberes entre y para mujeres PDET”, liderado por el programa Propaz dos de la GIZ, la articulación con el SENA, la Agencia de Renovación del Territorio (ART) y la Universidad Minuto de Dios. Y es que, sin duda, para ellas, una de las barreras para consolidar sus procesos por la lucha en sus territorios ha sido la falta de soporte por parte de la institucionalidad.

Así que, al encontrar actores que le apuestan a fortalecer los procesos que vienen llevando fue gratificante y más, cuando se propende tener espacios horizontales, donde la educación “formal” y popular pudieran entrelazarse, repensando la estructura tradicional de enseñanza, puesto que,  se tiende a desconocer los saberes que va dando la cotidianidad del trabajo de base -territorial- de quienes en sus realidades no se limitan a la teoría y logran fortalecer también las estructuras de las organización que las acompañan en ese trasegar.

“Una apuesta que se está llevando a cabo en mi territorio es iniciativas de los PDET, que la realizamos en la construcción de los planes de desarrollo con enfoque territorial que vienen del Acuerdo de Paz, es el empoderamiento a aquellas mujeres que como yo, mujeres de fogón, nunca han tenido la oportunidad de participar en liderazgos, en emprendimientos, entonces es muy de vital importancia poder nosotras a través de talleres de todas estas iniciativas que se desarrollen a favor del empoderamiento femenino en lo rural.” Yineth Rodrigez.

Sin duda, el tejido entre mujeres es importante y más si estas han tenido que enfrentarse a distintas barreras sociales, las cuales les ha implicado la necesidad de contar con una constante formación para así, fortalecer y expandir sus conocimientos en las comunidades en defensa de sus derechos. Este intercambio no sólo les permitió afianzar sus habilidades de enseñanza, sino que también, tener una visión aún más amplia de cómo se puede articular varias formas de producción y réplica de los saberes.

“Estos cursos para mujeres también les han permitido a ellas tener otras perspectivas de formación y seguramente que no se va a quedar aquí, sino que los ejercicios que realizan en adelante en su curso lo van a poner en práctica, van a saber de qué manera pueden a través de sus ejercicios pedagógicos, inspirar y ayudar a otras mujeres en el territorio.” Jimena Valcasa, consultora pedagógica- GIZ.

Los retos

“El reto es gigantesco porque la mujer rural tiene muchas dificultades, más allá de la conectividad, es en el marco del territorio, manifestar sus pensamientos, autocuidado, porqué si bien es cierto que, se han adelantado procesos en su camino de lideresas es difícil el contexto y más aún, ser mujer y líder. Muchas veces no es fácil alzar tu voz y decir lo que sientes, porque siempre el margen de ser mujer nos dificulta un poco en la sociedad y en el territorio.”  Lizeth Aroca

Así como Lizeth, quien hace parte de la reserva campesina AGROGÜÉJAR, otras de sus compañeras facilitadoras, han expresado de manera recurrente lo que implica tener un liderazgo como mujeres en sus territorios. Y es que muchas de ellas, han forjado los procesos que hoy las reconoce como actoras indispensables para la transformación en sus comunidades.

En medio del machismo que atraviesa no solo el espacio del territorio concebido como una delimitación geográfica, sino lo que conlleva transversalizar el primer territorio en disputa cuando la voz de las mujeres está en el espacio público, que son sus cuerpos, vistos desde una estructura patriarcal que imparte roles que no conciben que las mujeres dirijan las acciones necesarias para los cambios sociales, desde una mirada más amplia, colectiva y transformadora.

En consecuencia de esas barreras que persisten en ser un reto cotidiano para cada una de ellas, se suma las violencias basadas en género, la falta de redistribución de trabajos no remunerados del hogar -como los cuidados de otras personas-. Ahora bien ¿Qué implica ser lideresas y madres? preguntas que se hacen mujeres como Laura Montoya Morena, quien hace parte de la Asociación Agropruductiva Comunitaria de Mesetas (ASOAPROMET), conformada por 47 mujeres, la cual puso en el centro del análisis los desafíos para desempeñar sus liderazgos y lo que es asumir esas dos labores: El mayor reto, el mayor reto de ser mujer es poder sacar a mis hijos adelante, eso es un reto de todos los días, por qué son 18 años y a veces es más, el reto de sacarlos sola como madre cabeza de familia, el reto de no saber con quién lo voy a dejar, el reto de decir si los dejo a cuidado de otra persona me los va a violar, si tengo pareja ¿va a haber abuso?, de ser maltratada, de llegar a una institución, tocar la puerta, pensar que pronto me van a ayudar y no”.

En el desarrollo de analizar los retos para la realización de estos diálogos, se logró evidenciar las barreras a las cuales se enfrentan estas mujeres en la ruralidad, para sostener los tejidos colectivos que están en medio de la violencia. Varios de estos retos ya están expuestos en los relatos de Lizeth y Laura, pero también hay otros factores determinantes que generan dificultades en esos proyectos de vida, ya que muchas veces inician por sus historias de resiliencia y se transforman en sentires colectivos que, al unísono luchan por cerrar las brechas de desigualdad y lograr una verdadera justicia social. Uno de esos factores es la centralidad, gran parte de la institucionalidad ha volcado sus recursos y apoyos en territorios que están ubicados en el casco urbano, dónde si bien, carecen de medios para lograr una vida digna, esto se complejiza si se habla de la ruralidad, pues las periferias han sido históricamente los lugares apartados y olvidados por el Estado.  

“Una de las barreras más grandes que he afrontado en mi territorio son las brechas de desigualdad que existen entre hombres y mujeres, entre también mujeres rurales y urbanas, nosotras las mujeres rurales no tenemos las mismas oportunidades que tienen las urbanas, entonces, esto genera un desafío para nosotras en poder construir un desarrollo de nuestro mismo territorio.” Yineth Rodríguez del Puerto Rico Meta.

«Otras de las barreras es que las mujeres rurales, no es igual que las mujeres que viven en el pueblo, vemos que es difícil la conectividad, salud, no tener casa, esto hace difícil que llegue la institución y esto hace que las mujeres rurales no tengamos las mismas oportunidades.» Lizbeth Aroca Vengo del Municipio de Puerto Rico.

Teniendo en cuenta los retos que atraviesan en su cotidianidad, las facilitadoras de estos municipios del sur del Meta, lograron visualizar varios desafíos hacía quienes lideraron este intercambio de saberes entre mujeres y para mujeres rurales PDET como lo fue el programa Propaz II de la GIZ para generar gestiones que posibilita los encuentros.

Uno de los primeros desafío fue la búsqueda de actores interesados en apostarle a diálogos que suplieron las necesidades de las mujeres rurales tal como lo manifestó María Jimena Valcasa, consultora pedagógica del programa Propaz II:   “quiero contarles un poco sobre lo que ha sido este ejercicio y es el reto primero con las instancias articuladoras para buscar instituciones y personas que se quisieran unir en un proceso de educación para mujeres rurales municipios PDET”.

Así que, una vez superado ese reto, logrando la suma de apoyos de entidades como el SENA, la Agencia de Renovación del Territorio (ART) y la Universidad Minuto de Dios, seguía la construcción de un instrumento metodológico que comprendiera el enfoque de género, la articulación entre los saberes populares y la educación formal con un enfoque territorial rural.

 “Esta es una apuesta con enfoque de género dirigida a la mujer rural que busca hacer un intercambio de saberes entre mujeres que son líderes defensoras de Derechos Humanos, que en sus territorios tiene una trayectoria de incidencia social, política y económica y en la cual se ha juntado una metodología desde la educación popular con la metodología que tiene el SENA a través de la soberanía alimentaria, este proceso ha permitido que las mujeres pongan en la agenda de sus territorios temas importantes desde lo social, lo político, en lo económico”. Ibeth López Gómez, Programa Propaz II de la GIZ.

Ese proceso de entendimiento de las realidades territoriales, sumado a la disposición de las organizaciones e instituciones que hicieron parte de los diálogos, dio muestra que es fundamental para generar una diversificaciones de voces, sentires y saberes, comprender la importancia de descentralizar las miradas, percepciones y acciones para que sean las mujeres, con sus voces, quienes logren transmitir sus conocimientos, realidades, retos, dificultades de la mano de los actores aliados, con el fin de brindar soluciones.

El reconocimiento de los liderazgos y saberes populares

Entre los objetivos de ese “Intercambio de saberes entre y para mujeres PDET” era consolidar un grupo de seis mujeres rurales provenientes de los municipios de Mesetas y Puerto Rico, las cuales, desde sus procesos de liderazgo e historias de lucha, se convirtieran en facilitadoras de formación con enfoque de género y así, ser las encargadas de transmitir sus conocimientos a las compañeras de Mapiripán y Puerto Concordia.

Las características de esas mujeres facilitadoras, fueron sus experiencias en procesos de juntanza, donde se destacaron principios como la justicia social y solidaridad, así como la empatía, persistencia y determinación. Estas cualidades permitieron que con sus conocimientos populares generarán una resistencia en medio de la desigualdad, para aportar a otras mujeres de lo aprendido en sus caminos.

“En el territorio de Mesetas, hay más mujeres que son líderes y tienen asociaciones, también son líderes en otros espacios, entonces cómo enseñarles lo que yo he aprendido, para que ellas también sean replicadoras en sus Veredas  y eso se puede hacer un trabajo muy bonito, lo que me gustaría es que esto se siguiera replicando para que no solamente nosotras, sino muchas mujeres se sigan vinculando y se sigan certificando como facilitadoras si se sigue haciendo este trabajo porque es muy bonito.” Laura Montoya Moreno representante legal de la asociación ASOAPROMET del municipio de Mesetas.

Es así que, el diálogo de saberes y la horizontalidad facilitó la articulación de lideresas que reconocen en el aprendizaje entre pares, una oportunidad de contribuir a construir nuevos liderazgos que, como ellas, han tenido la similitud de habitar un territorio PDET, ser mujer en uno de los departamentos con más violencia, estar en la ruralidad y tener experiencias desde la oralidad, humanidad y capacidad de discernimiento de cada proceso a otras.

Todo lo anterior estuvo de la mano con la integración de la propuesta de un nuevo modelo de formación del SENA con el curso de “Producción Agroecológica para la Soberanía Alimentaria”, el cual tenía como uno de sus objetivos, crear un currículum de aprendizaje que pudiera ser replicado para que todo lo aprendido, asimismo, vincular el proceso de educación formal, robustecimiento los procesos que están en marcha. Para Lizbeth Aroca del Municipio de Puerto Rico, los espacios deberían consolidarse como  se pueden crear: redes que ayuden no solo apoyando, sino también a llegar a más mujeres y comencemos a crear una telaraña gigante en pro de la mujer, en pro de ayudar a defender nuestros derechos y generar una política pública y que sea una realidad para nosotras las mujeres rurales.

Además del reconocimiento de las mujeres y sus saberes, varias de ellas insistieron en fortalecer los lazos para que trasciendan sus experiencia y conocimientos hacia el futuro, dejando huellas en las nuevas generaciones. En aras de que, los y las jóvenes de sus municipios rompan  paradigmas culturales de violencia, logrando una cultura de paz.

“El objetivo de este proceso es que la juventud y nuestras jóvenes se empoderen de estos procesos porque es nuestro relevo generacional para continuar con el desarrollo de nuestro país.” Yineth Rodríguez una mujer campesina de fogón del Municipio de Puerto Rico. Así como Yineth Laura Montoya Moreno representante legal de la asociación ASOAPROMET del municipio de Mesetas, manifiesta que: “El aporte de los jóvenes ha sido muy importante porque es que ellos vean el ejemplo a través de nosotras para ellos enseñar, como ellos son el futuro, para ser también replicadores.”

La persistencia que han reflejado estas mujeres, es un punto clave para comprender la magnitud de su aporte, ya que son ellas quienes tienen la legitimidad, conocimientos para continuar sembrando los frutos que ya están cosechando.

“(…) Es muy satisfactorio ver que los jóvenes se están empoderando, que las mujeres jóvenes se están empoderando en estos procesos y que quieren llevar esa bandera de relevo generacional, entonces hemos visto en diferentes participaciones que han habido de mujeres que las jóvenes quieren ser parte y quieren aprender sobre este proyecto y quieren llevar las banderas de la mujer rural.” Lizbeth Aroca Vengo del Municipio de Puerto Rico.

Intercambio de saberes entre y para mujeres PDET

Desde la planeación del diseño metodológico que contó con la ayuda de instructoras del SENA  y facilitadoras de los municipios PDET, se trazó una metodología que estuviera en el marco de las necesidades de la población, de igual manera, se realizó  reconocimiento a las lideresas.

El proceso permitió reafirmar la importancia de escucha, traslado de  conocimientos y enseñanzas; partiendo de la empatía, puntos en común, reforzando el propósito de ser replicadoras en su territorio.

Por lo anterior, el “Intercambio de saberes entre y para mujeres PDET” liderado por el programa Propaz II de la GIZ, comprendió varios momentos, dónde las seis facilitadoras de los municipios de Mesetas y Puerto Rico, se trasladaron a Mapiripán y Puerto Concordia para implementar las metodologías que lograron construir con el fin de cumplir los objetivos trazados.

Como primer espacio significativo de estos encuentros, se tuvo una dinámica, la cual consistió en tejer una red con un hilo, su objetivo era que mediante el intercambio, se pudiesen conocer, afianzando el diálogo, la confianza y las colectividades. 

En un segundo momento, estuvo la inmersión de los temas centrales de la escuela: participación política, social y económica, para esto se contó con unos talleres donde las facilitadoras con modelos organizativos de emprendimientos, incidencia social, transmitieron sus conocimientos, retos y logros de los procesos que han llevado. Es importante resaltar que, en este paso para el desarrollo de las actividades, fue relevante el aprendizaje de lo que tenían que contar también las mujeres participantes de Mapiripán y Puerto Concordia:

“Pero también hay otro detalle muy importante y es como estas facilitadoras han aprendido a partir de las experiencias de las mujeres que las recibieron en estos territorios, en ello hemos encontrado, por ejemplo, ejercicios de ideación para emprendimiento, mujeres que han tomado fuerza para hacer ejercicio de participación ciudadana en veedurías, ejercicios políticos.” María Jimena Valcasa, consultora pedagógica, programa ProPaz II de la GIZ.

Otro de los momentos de estos encuentros, estuvo trazado por la actividad denominada “mándala” que profundizó en la reflexión sobre la necesidad de sanación de las mujeres víctimas de violencias basadas en género (VBG) y el fortalecimiento de las redes de apoyo. Uno de los temas fundamentales de estos intercambios era la identificación y prevención de las violencias basadas en género y cómo estos diálogos permiten construir esos lazos de ayuda entre sí.

“Este proceso ha permitido que las mujeres pongan en la agenda de sus territorios temas importantes desde lo social, lo político, en lo económico, también buscando la prevención de violencias basadas en género y que ellas puedan adquirir herramientas de facilitación para poder hacer una transferencia de saberes, de metodologías desde sus experiencias propias contribuyendo así, a mejorar sus facilidades en transferir información y sus capacidades de diálogo también y también ser inspiradoras para otras mujeres que puedan llevar adelante procesos sociales en sus territorios desde el enfoque de mujer rural.” Ibeth López Gómez programa Propaz de la GIZ.

Todos estos momentos que contaron con la escucha activa, el respeto a las experiencias de las otras, la disposición para enseñar, pero sobre todo aprender y reafirmar la necesidad de continuar con el tejido entre mujeres que como ellas estén en la búsqueda de un reconocimiento de sus luchas, trabajo en equipo y el poder replicar estos saberes, de la mano con actores necesarios para posibilitar estos encuentros como lo son, el programa Propaz II de la GIZ,  la Agencia para la Renovación del Territorio,  el SENA, y la Universidad Minuto de Dios, finalizó con una graduación realizada en cada uno de sus municipios.

El proceso continúa

Una de las expectativas de las mujeres participantes es hacer posible que estos espacios de diálogos se mantengan y puedan llegar a más mujeres, la experiencia les dejó varias enseñanzas para continuar implementando en sus ejercicios comunitarios, así como reconocer la importancia de contar con el apoyo de sus parejas y familiares para que la doble carga de los cuidados no sea una barrera al momento de participar en estos diálogos, también, lo significativo de darle continuidad a generar estos tejidos desde la ruralidad, así como sostener el proceso con el programa Propaz II de la GIZ,  la Agencia para la Renovación del Territorio y los vínculos ganados con entidades como el SENA y  la Universidad Minuto de Dios.

“Nos quedan retos importantísimos en el proceso, cómo es el poder articular nuevamente o inspirar a instituciones para que puedan abrazar este proceso y buscar de qué manera lo integran en su hacer para que no quede aquí, miras de sostenibilidad, seguramente instituciones educativas, el SENA, la Uniminuto, cualquier institución que realice hoy en actividades de campo educación puede pensarse una pedagogía como esta.” María Jimena Valcasa, consultora pedagógica-GIZ.

Otro de los elementos fundamentales que manifestaron en los diferentes espacios, es el de continuar con estos intercambios y lograr la vinculación de las administraciones municipales para lograr adquirir conocimientos que puedan replicar. A su vez, fortalecer los vínculos de asociatividad entre las mujeres participantes para el buen uso de los apoyos y la consolidación de una “Escuela de formadoras de formadoras con enfoque de género”.

“Este proceso yo veo que se le puede dar continuar tanto con el tema de recursos, pero también como en el territorio como nosotras mujeres que estamos digamos un poco ya empapadas de este tema, es también poder llegar con una voz, con una noticia, con una capacitación o con simplemente poder hablar la voz a voz con ellas, porque instalamos capacidades para que también haya voces de reclamación por nuestros derechos.” Lizbeth Aroca Vengo del Municipio de Puerto Rico

Así como son varios los retos para poder dar continuidad a estos diálogos, hay sin duda un avance significativo después de este primer Intercambio de saberes entre y para mujeres PDET. Hoy estos territorios cuentan con mujeres que fortalecieron sus liderazgos con herramientas para transmitir sus saberes a otras mujeres, también  lograron ser facilitadoras y aprender de sus compañeras, tienen  trazadas rutas para la incidencia política, económica y sociales que están o empezarán a poner en marcha en los cuatro municipios PDET, además, articularon con más actores que les apoyan en sus procesos, así como el reconocimiento de lo que son ellas cuando están juntas, en búsqueda de una vida libre de violencias donde sus voces sean escuchadas, reconocidas y sirvan para que más mujeres estén en estos  intercambios para el aprendizaje.

“Hemos visto que las mujeres a pesar de que existe una brecha muy grande entre institucionalidad y el área rural han querido salir y esto incentiva, a que sigamos trabajando, a qué nos capacitamos, a que busquemos opciones para que podamos llegar con capacitaciones o programas que ellas sientan que también cuentan en el territorio, que la mujer rural hace parte de un país, que la mujer rural ayuda a construir un territorio de paz, entonces las mujeres queremos dar a conocer también la importancia que tenemos y que podemos ser parte fundamental.” Lizbeth Aroca Vengo del Municipio de Puerto Rico, Meta, reserva campesina AGROGÜÉJAR.