Fernando Montes, reportero campesino de Voces del Guayabero siendo amedrantado por la fuerza pública. Seguidamente, él guardó su cámara Nikon en la maleta y salió a correr junto a un campesino que estaba protegiéndolo para alejarse un poco más del peligro. Pero el disparo salió de la nada, le dio en la mano izquierda con la que iba agarrando la maleta, le rasgó el dedo meñique y anular, atravesó la maleta, la cámara y volvió a salir.

El 04 de junio nuevamente el nombre de Fernando Montes salió a la luz pública, en el marco de los heridos en el plantón permanente para proteger su sustento de vida. En primera medida conocí que José, quien meses después me pediría que le dijera Primazo, fue herido directamente en la frente; otros cinco campesinos también habían resultado afectados: Jonatan de Jesús López, José Eulises Rincón, John Leider Villegas, Yimmi Solis y Jonier Muñetón. Sin embargo, fue Fernando quien se llevó la peor parte.

Aunque en este momento no conocía directamente a Fernando, o a Gallito, como le gusta que lo llamen, el video donde habla de lo que sucedió horas antes es descarnado, doloroso, se ve a un hombre de alrededor de 40 años de piel trigueña, con una mano destrozada, emanando mucha sangre y quien, a pesar de la herida, relata todo lo que sucedió.

Fernando se encontraba grabando como todos los días desde que arribaron las tropas de la Fuerza de Tarea Conjunta Omega, el plantón que adelantaban más de mil campesinos para evitar que los militares erradicaran y en el que esperaban que llegaran instituciones encargadas de velar por los derechos humanos. Desde antes de las 5:00 de la mañana ya estaban cada uno en el punto correspondiente, cuando arribaron “tropas del ejército, de la policía antinarcóticos y se incrementa el pie de fuerza del ESMAD desde doce helicópteros del Batallón número 1 FUDRA adscrito al batallón de la Macarena, a cargo del Sargento viceprimero Sosa y el Capitán Alexander Rodríguez Pabón”, informó el comunicado de la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz. Pero como había sucedido días antes, los ánimos se fueron acalorando y los militares abrieron fuego. Allí él resultaría herido, al igual que su cámara destrozada, ya que, en realidad, la precisión del disparo parecía tener como objetivo acallar a quien ya había sido tildado como persona no grata.

Cuando Gallito estaba en el centro de salud esperando a ser trasladado a San José del Guaviare, ya que allí no podían hacerle el procedimiento si querían que por lo menos su mano pudiera recuperar la movilidad, se enteró que no venía una ambulancia sino un transporte privado, donde al parecer traían una orden de judicialización. Por lo cual, se escabulló, buscó a una enfermera amateur, quien le cosió como pudo sus dos dedos, y por varios días estuvo recuperándose desde la autoformulación.

Con Gallito hablé en primera medida por celular, quería conocer sobre el importante trabajo de Voces del Guayabero y aunque le escribí a los seis –Bladimir Espitia, las dos reporteras, Jorge Hurtado y Edinson Álvarez- fue él quien estando en territorio empezó a resolver los interrogantes de esta periodista por ahora desconocida para ellos, pero quien parecía dispuesta a escucharlos. Él me respondió todo, pero entre más lo escuchaba, más me convencía de que no podíamos esperar más tiempo, que debíamos ir a Nueva Colombia, vereda donde luego se concentraría el conflicto, aun así, no fue sino hasta finales de agosto que podríamos ir a este territorio.

Para la época, existían múltiples restricciones para entrar a la región del Guayabero, sin embargo, Gallito junto con Bladimir Sánchez, ambos integrantes del medio de comunicación comunitario, hablaron con la comunidad, quienes consideraron oportuno que integrantes de El Cuarto Mosquetero –Edilson Ariza y yo-, entráramos en plena pandemia. En ese ir y venir, pude hablar a profundidad con este hombre de 44 años, quien, a varias horas de su hogar, después de cuatro meses sin trabajar, recuperándose de su herida, seguía con la firme convicción que, aunque pusiera su vida en riesgo, al igual que sus compañeros, tenían que seguir informando, pero sobre esto y de cómo llegamos después de un día y medio de viaje, luego lo abordaremos.

Su cámara quedó inutilizada, tiempo después Flórez se comprometería a entregarle una nueva herramienta de trabajo, pero sus palabras no las cumpliría. Gallito corrió con fuerza, trató de salir de allí, la mayoría de campesinos habían sido relegados hacia el río Guayabero, por la avanzada inclemente del ESMAD. Allí lamentablemente se cayó, así que la memoria que era lo que pensaba por lo menos salvar, se estropeó y con este daño se fue la oportunidad para el país de ver todo lo que el lente de este reportero campesino había grabado. Menos mal la información de sus compañeros se salvó. A la fecha de publicación de esta crónica, Gallito todavía no se ha hecho revisar la mano, evita tener que pasar mucho tiempo en San José del Guaviare y/o estar en estos escenarios públicos, pues teme por su vida.

Por ello, lo que estaba viviendo tanto Gallito como los demás integrantes de Voces del Guayabero, desde la orilla que se vea, es una clara violación a todos los derechos de los que gozan quien se dedican a la actividad periodística.

A esta fecha, ya había doce campesinos heridos. El General Flórez, volvió a manifestar que los hechos se habían desarrollado por una asonada de campesinos/as bajo el mando de Gentil Duarte. Las armas de la población con las que “ametrallaron” a los uniformados constaba de palos con los que le devolvían las bombas aturdidoras y los gases lacrimógenos que les tiraban, y en ocasiones también llovían piedras, pero la mayoría del tiempo como demuestran los videos, se ve a hombres y mujeres corriendo, intentando mantenerse unidos, aunque el propósito sea mantenerlos dispersos.

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