Manual para sobrevivir al posconflicto

Antes de iniciar con este manual de supervivencia me dio por escribir debido al terror que siento por la aparente paz que pronto llegará; le sugiero que tome nota, aliste lápiz, papel, borrador, sacapuntas y téngase de la silla porque lo que se viene es complicado, doloroso, pero es la realidad. ¿Qué le vamos a hacer?

• Paso 1: Esconda cualquier cartel, elimine cualquier publicación y evite hablar en público de sus preferencias políticas.

Este paso podría parecer complicado debido a las implicaciones que tiene, pues como colombianos, la necesidad casi impulsiva de andar refutando al que no piense igual que el otro y criticar en base a los errores de los demás como si fueran suyos, es casi un plato típico en los debates. Además de esto, el hecho de que muchos adornan con orgullo sus perfiles de Facebook con las caras de, no sé, el Che Guevara, Álvaro Uribe o Pablo Escobar, dignísimo y reconocido político en sus años mozos.

• Paso 2: Aléjese de televisores cuando se presenten emisiones desde la Casa de Nariño. El retirarse a tiempo de los envidiables discursos del respetadísimo presidente por toda la sociedad colombiana (especialmente esa que vive en Twitter o Facebook) es un movimiento clave. Imagine que usted es un delantero bueno, como Wason Rentería jugando Xbox usándose a él mismo o Falcao en las eliminatorias al Mundial pasado. Tiene que decidir entre correr en medio de dos defensas o tirar un pase al vacío para que un compañero haga gol. ¿Qué haría usted? Le bota el problema a otro ¡pues haga lo mismo! Invite al vecino que no le agrada a ver las emisiones presidenciales mientras usted se relaja en algún otro lado, viviendo el posconflicto como se debe.

• Paso 3: Lea sobre la superación de la Segunda Guerra Mundial. En este punto tal vez se sentirá confuso y pensando cosas como «¿a mí qué me importa la Segunda Guerra Mundial?» O «sí, es cierto que hemos tenido locos y asesinos en el poder, ¿pero a ese nivel?» Y puede que no sea a ese nivel, pero la gente lo cree así. ¿Por qué saco esta conclusión? Sencillo. Navegaba por la red hace unos días y me topé con un comentario digno de un historiador y una mente políticamente correcta en un estado de Facebook de un concejal local.

Hablaban de la paz, de lo que vendría después de ella y de cómo asimilar el proceso de posconflicto. De repente entre tantos oscuros comentarios, una luz salvadora y sensata llegó proponiendo basar nuestro proceso de posconflicto en el de la Segunda Guerra. Supongo que al que muchos llamarían nuestro Hitler le faltó bigote, se lo robó Serpa ¡descarado! Y Rusia vino a ser Venezuela, pero en lugar de llegar las armas, cerró las fronteras. Qué buen método de combate. Afortunadamente, nunca a nadie le dieron en la cara, marica.

• Paso 4: Si ve algún problema, culpe a la izquierda Como se ha vuelto costumbre en todos los rincones del país donde los politólogos brotan de la tierra, así como los analistas deportivos dignos de trabajar en ESPN, el culpar a la izquierda o remontarnos a culpar a Petro o Navarro Wolff por su participación en el M-19. Porque obvio, la culpa de los malos manejos de Pastrana, Uribe y Juanma son culpa del M-19.

Si en algún punto ve que no es viable culpar a estos personajes, culpe al Estado y saque de su libreta de reproches (necesaria siempre en caso de emergencia) cosas como los partidos de la Selección Colombia, algún concierto reciente porque, obvio, cada gran momento mediático en el país es una cortina de humo. Porque el gobierno colombiano maneja las fechas FIFA y las agendas de los artistas. Normal.

Así que siga estos pasos para vivir un posconflicto tranquilo, seguro y llevadero. Este manual es cien por ciento certificado por grandes personajes de la nación, como Boris Candela, Don Jediondo y Jorge Goyeneche, estudiante de sistemas que prepara su acompañamiento a mi próximo manual: Manual para superar la crisis territorial con Nicaragua basándonos en Israel y Palestina.

*Opinión y responsabilidad del autor de la columna, más no de El Cuarto Mosquetero, medio de comunicación alternativo y popular que se propone servir a las comunidades y movimientos sociales en el Meta y Colombia.

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