
Las plazas de mercado y la disputa por el espacio público en Villavicencio
Las estrategias de las administraciones locales para regular la actividad comercial habrían estigmatizado a los y las comerciantes de las plazas de mercado San Isidro y Siete de Agosto.
En el año 2005, el municipio de Villavicencio se llenó de 500 uniformados del antiguo Escuadrón Móvil Antidisturbios -ESMAD- que llegaron desde Bogotá, Bucaramanga y Pereira. El objetivo era claro, desalojar del espacio público a las dos plazas de mercado conocidas como San Isidro y Siete de Agosto.
Pasadas las 10 de la noche, aquel domingo 06 de marzo, el inmenso grupo del personal antidisturbios se encontró con más de 50 comerciantes en San Isidro, quienes se rehusaron a ser desalojados del lugar en el que llevaban desarrollando su actividad económica. Una bomba de humo y otra de gas lacrimógeno fueron activadas como medida represiva. Jorge Nieto Rojas, para su momento comandante de la Policía del Meta, justificó que “ellos no querían salir, por lo que se optó por el uso de la medida coercitiva”. Según documentaron medios como El Tiempo, lo mismo se vivía en el Siete de Agosto, en el que otros 50 comerciantes fueron sorprendidos por el ESMAD.
Directivos y directivas de los sindicatos, cuestionaron la acción de ilegal y acusaron a German Chaparro, alcalde del momento, de «violar el debido proceso» y “de vulnerar su derecho al trabajo”. Según Hernando Rocha, corresponsal de El Tiempo, Chaparro manifestó que “algunos de los empresarios no creyeron que el Gobierno Municipal iba a hacer cumplir la decisión de desalojo”. Los productos agropecuarios de los y las comerciantes fueron empacados y enviados a la Central de Abastos, de no haber sido reclamados se destinarían a centros de asistencia social o a entidades de caridad. De las 82 tutelas presentadas, solo una fue resuelta a favor.
Esta acción de desalojo, de la que se desconoce cuánto le costó al municipio, forzó el desplazamiento de quienes comerciaban en las plazas de cielo abierto para meterlas en cubículos de concreto estratégicamente organizados como la Central de Abastos de Villavicencio y el Centro Minorista de Mercadeo de Alimentos.
Esta situación fue el desespero de varias estrategias llevadas a cabo con anterioridad, como la creación del Decreto 181 de 2002 mediante el cual se prohibía cargar y descargar víveres de los vehículos con capacidad superior a una tonelada en las calles de la plaza San Isidro, otorgando así, únicamente permiso a la Central de Abastos para esta actividad.
Según El Tiempo, estas acciones hacen parte del Plan de Ordenamiento Territorial – POT- que ordenaba la relocalización de la plaza y de una acción popular que disponía la recuperación del espacio público.
El entonces secretario de Control Físico, Hélberth Romero Velásquez, señaló -entre el 06 y 08 de marzo de 2005-, que los terrenos ocupados por las plazas de mercado se destinarían a la ejecución de obras de interés común y que “el municipio tiene diseñado hacer zonas verdes en esos lotes”. La historia demostró lo contrario, al pasar 10 años, la plaza San Isidro se convirtió en un lugar de acopio para cerca de 20 personas en situación de calle, donde se generaron problemáticas relacionadas con la inseguridad y el consumo de estupefacientes. Para 2016, entre la administración, la Policía y quienes comerciaban en el sector, se recuperó la zona. Esto indica que, actualmente, la comercialización de productos agropecuarios sigue vigente y activa en las vías públicas, rodeando al lote donde debería estar la plaza.
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En el sector del Siete de agosto, la espera duró más de 15 años, pues fue hasta el 2020, que se dio apertura a lo que supone sería el pago de la deuda histórica con los y las comerciantes. El alcalde del momento Felipe Harman, el 04 de diciembre del 2020, expresó: “Hoy se abre un lugar para la dignidad de los productores y campesinos de nuestro territorio, un lugar pensado para mostrar la esencia de lo nuestro”.
Ahora bien, la realidad no refleja la “muestra de esa esencia”, ya que una de las comerciantes en comunicación con El Cuarto Mosquetero, manifestó que: “Esto mantiene solo, las personas desconocen qué se hace aquí”. Asimismo, la vicepresidenta de Asogalerías, María del Carmen Pulido, insta a las y los actuales funcionarios públicos de la Alcaldía y la Gobernación que este mercado sea incluido en la ruta turística, “para que no estemos tan olvidados acá en este sector”.
Es necesario destacar que la estructura de la galería como está diseñada puede llegar a invisibilizar a quienes allí se encuentran. Este espacio puede resultar desconocido tanto para los turistas que eligen Villavicencio como destino, como para sus propios residentes.
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Ahora bien, no hay una política que determine de qué manera deberían ser las plazas de mercado. Pero lo que sí es claro según la investigación “Plazas de mercado en Colombia: creación cultural y organización socioespacial del comercio informal” es que en estas situaciones, el orden no se manifiesta de manera evidente, sino que se intuye. La identidad se refleja en la apropiación y organización del espacio, derivadas de la construcción singular que lleva a cabo una persona o un grupo. Esto deja como cuestionamiento ¿Bajo qué criterio se determinan las estructuras formales de las plazas de mercado en el contexto colombiano?
En la actualidad, bajo la administración del alcalde Alexander Baquero, los y las productoras de la Galería Siete de agosto denunciaron el corte del servicio de electricidad debido a un atraso de hasta 10 meses en los pagos por parte de la administración. Esta situación recuerda que para el 2023, se realizó la firma de un convenio con la Agencia de Desarrollo Rural -ADR- para que la Galería funcionara con paneles solares. No fue sino hasta hace unos días, que el secretario de Competitividad, Jose Luis García, indicó que tienen como responsabilidad “asumir el proyecto de los paneles solares”, sin embargo, no hubo claridad de la manera en que se llevará a cabo. Además de esto, persisten problemas con el sistema de aguas lluvias y residuales en la zona.
San Isidro y el Siete de Agosto representan un historial de luchas por no ser desplazadas y desaparecidas, en ocasiones las estrategias de las administraciones locales funcionaron de manera temporal. Según la investigación ya mencionada, este tipo de comercio recibe la etiqueta de «informal», debido a que no se ajusta a las regulaciones establecidas por las autoridades. Ahora bien, hay que pensarse si este oficio realmente carece de forma, ya que ha estado profundamente arraigado a la tradición y al estilo de vida de muchas comunidades, actuando como un mecanismo de resistencia ante los intentos gubernamentales por desmantelarlas y erradicarlas.
Ante este panorama, los mercados campesinos surgen como una iniciativa de la sociedad civil para mantener la tradición de lo que representaron las plazas de mercado, son conocidos por el lema de “Soberanía alimentaria” y por la búsqueda de la reivindicación de los derechos del campesinado y de las y los productores ante el Estado y la sociedad en general.
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Los mercados campesinos en Villavicencio
En el 2011, la Junta organizadora del Centenario de El Calvario en consecuencia al aniversario de su municipio, decide organizar un evento denominado “la paisanada” en la capital del departamento del Meta, en la Plaza Libertadores. El permiso del espacio público se solicitó previamente de manera escrita ante las autoridades competentes “y hasta el martes, después de realizado el evento, nos llegó una carta de la Alcaldía diciendo que no lo podíamos hacer”. El evento fue un éxito, por lo que se empezó a realizar de manera mensual y progresivamente cada fin de semana, surgiendo así “Mercaorinoquia”, una de las iniciativas pioneras en mercados campesinos con un poco más de 13 años..
Otro de los procesos destacados es el Mercado Campesino Popular, que surgió durante la pandemia de COVID-19 como respuesta a la inflación en los precios de las tiendas y supermercados. En el 2024, han realizado 71 ediciones, y operan los fines de semana y festivos.
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En estos, campesinos y campesinas llegan desde municipios como San Juanito, El Calvario, Lejanías, Fomeque, entre otros, y se unen a los productores y productoras locales de las veredas, corregimientos y se reúnen en los polideportivos del casco urbano de Villavicencio. Un espacio que es autogestionado con las Juntas de Acción Comunal.
Esta propuesta de mercados cuenta con más de 30 años de historia, sin embargo, si consideramos que son las plazas de mercado donde surge cualquier iniciativa existente de comercialización, la historia remonta mucho tiempo atrás.
Los mercados se han mantenido, más allá de la estructura a la que recurran. Su existencia pone de manifiesto la disputa por los espacios públicos y las estrategias locales para regular la actividad comercial. Además una reubicación no garantiza la mejora de las condiciones laborales y, en muchos casos, puede violentar y estigmatizar a quienes comercializan. Por lo tanto, sigue siendo un reto que las administraciones municipales y departamentales generen acuerdos y ordenanzas que reconozcan los derechos del campesinado y de los y las productoras del departamento, ya que la historia ha demostrado que no es posible, ni será viable, sacar al comerciante de su lugar de trabajo sin las condiciones y las garantías necesarias.
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