Barrio Las Américas de Villavicencio cuenta con un museo comunitario que narra su historia

Por Simón Zapata y Shirley Forero

Son seis estaciones que se encuentran ubicadas en todo el barrio y cuentan con una temática específica: Memoria y Dignidad, Acueducto Comunitario, Las lavanderas de Caño Tigre, el Hogar Rafael Pombo, Mujer y Liderazgo y próximamente el Polideportivo.

Las Américas está ubicado detrás del sector de Llano Lindo, hacia el final del casco urbano de Villavicencio y cerca de la vía que conecta a los Llanos Orientales con Bogotá. Sus viviendas se establecieron al lado del piedemonte llanero que se alza sobre la Cordillera Oriental, lo que beneficia la frescura de su clima acompañado de abundantes árboles, entre los cuales alguna vez caminaron dirigentes de la Unión Patriótica, cimentando la historia de tejido social y lucha comunitaria.

En abril de 2023, la Corporación Cultural Municipal de Villavicencio -Corcumvi- dio apertura al 1° Concurso de Museos comunitarios y espacios de memoria de Villavicencio, para “promocionar la identidad y el arraigo territorial a través de estrategias de recuperación, preservación y difusión de las memorias locales asociadas a la historia, crecimiento y mejoramiento de los barrios y veredas de la ciudad”, según explicó en su momento la entidad.

El museo fue inaugurado el 22 de diciembre del año pasado, pero no obtuvo relevancia mediática ni asistencia, por lo que, desde el Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado  -MOVICE- capítulo Meta, se busca hacer una reinauguración una vez se termine el mural del tercer punto y se construya el sexto.

Autoconstrucción y solidaridad: así inició Las Américas

De este concurso, salieron diez barrios ganadores, uno de ellos fue Las Américas, el cual está marcado porque se construyó gracias a la Central Nacional Provivienda CENAPROV, una organización social fundada en 1959 por colonos desplazados, artesanos, inquilinos y militantes comunistas.

En el caso de Las Américas, a finales de la década de los setenta e iniciando los ochenta, más de 700 familias afiliadas a Provivienda, adquirieron su techo propio a través de las prácticas de ahorro colectivo. Llevaron a cabo la compra comunera de un predio rural y cercano al casco urbano de Villavicencio que pertenecía a la hacienda La Esperanza, que fue posteriormente loteado y repartido entre las familias asociadas. Se trató de una alternativa a la problemática del déficit de vivienda que afrontaba la población en esa época.

«La mayoría de los que vivían aquí eran maestros de construcción, entonces se citaba, se hacía la olla comunitaria y en un día o dos días se levantaban las casas (…) A las primeras familias les tocó muy duro porque había mucha vegetación, tocaba entrar por arriba a pie, muchos traían en bicicleta o al hombro los materiales para la construcción.», recuerda Vilma Gutiérrez, una de las primeras habitantes del barrio.

Desde que se empezó a lotear «la gente construyó sus ‘ranchos’ de madera, de plástico o con lo que tuvieran», señala Vilma quien también es defensora de derechos humanos y hace parte del MOVICE, capítulo Meta, pues su esposo, Humberto Morales Sánchez, fue una de las victimas de Pro-vivienda, siendo candidato a la Asamblea Departamental del Frente Democrático, caudal electoral que, más adelante, impulsaría la Unión Patriótica.

De hecho, Provivienda se regía bajo los principios de organización, formación y movilización. Muchas de las familias hacían parte de los procesos de base que impulsaron la construcción de este barrio y  la consolidación del tejido social y comunitario. Varias personas pertenecían al Partido Unión Patriótica, al Partido Comunista y a la Juventud Comunista.

“En las ciudades, los colonos comunistas asumieron el papel de punta de lanza del movimiento de los colonos despojados. Sus barrios constituyeron una base social y electoral decisiva para la Unión Patriótica (UP) y, lamentablemente, por lo mismo fueron víctimas del genocidio paraestatal”, dice el artículo “Provivienda: una gesta de colonización popular”, de la Red Cultural del Banco de la República, en el cual también se evidencia que estos barrios fueron producto de la autoconstrucción solidaria, contando con normas de convivencia y una estructura de organización interna diferenciada en comisiones de trabajo. Por ejemplo, en Las Américas, se organizaron por comités de agua, electricidad, alcantarillado y solidaridad.

Los 18 barrios que fundó Provivienda en diversas partes del país fueron nombrados en homenaje a procesos y personajes revolucionarios como Policarpa Salavarrieta, María Cano, Diana Cardona, Yira Castro, Chaparral, Primero de Mayo, Nelson Mandela, entre otros. De ahí que en Villavicencio se haya elegido el nombre Las Américas.

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Los seis puntos del museo

Vilma hizo parte del grupo de gestoras del Museo Comunitario y explicó que Las Américas fue uno de los barrios ganadores porque es “prototipo y ejemplo de organización y lucha para la dignidad de los habitantes que vivimos allí”.

El primer punto es el centro Rafael Pombo, donde antes se encontraba la casa de la hacienda. Tenía piscina y era la única que contaba con energía eléctrica, por lo que allí se hicieron las primeras asambleas de la comunidad. “Se tenía un parlante alto que se escuchaba en todo el barrio, lo que era la emisora comunitaria El Mundo en Pijama, a las seis, y eran dos horas en donde se impartía educación, música, convocatorias a trabajos, jornadas de movilización y escuelas”, cuenta Vilma.

En este lugar también se hace memoria al proceso de “Pioneritos”, un grupo de niños y niñas de las familias del barrio, en el cual se desarrollaban actividades lúdicas y de formación lideradas por Gladys Victoria Gonsález. En el lugar funciona actualmente el hogar infantil Rafael Pombo del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar -ICBF- para el cuidado de la infancia del sector.

El segundo lugar, cuenta por medio de cinco imágenes la historia del acueducto del barrio, el cual inició siendo de carácter comunitario y que, actualmente, es propiedad de la Junta de Acción Comunal – JAC. Cuando se estaba fundando el barrio, la Comisión Técnica de Provivienda se dispuso a adelantar la nivelación de ejes con el fin de elaborar los planos para la construcción del acueducto y alcantarillado.

El tercer espacio denominado Memoria y Dignidad busca recuperar los recuerdos de las víctimas de la Unión Patriótica que habitaron el barrio. Además del compañero de Vilma, también se recuerda a Pedro Nel Jiménez, asesor jurídico y senador de la UP; la alcaldesa de El Castillo, María Mercedes Méndez, -quien antes de convertirse en la primer mandataria de un municipio en el Meta vivió e hizo incidencia en el sector, junto a su esposo, José Rodrigo García, diputado y también víctima de la UP- y otros militantes como Hilario Muñoz, Gabriel Alfredo Briceño, Rubén Lazo, Orlando Rueda, entre otras personas que integraron este partido político que volvió a recibir personería jurídica tras los acuerdos de paz de 2016. 

En este lugar se hizo un circuito de cinco estaciones. La primera narra, en una pequeña estructura de madera, la historia de Provivienda; el segundo es un árbol con la frase “Al vuelo la semilla”, que busca recordar a las 12 víctimas que hicieron parte de Provivienda y de la UP, junto a la tercera estación que es de Memoria y Dignidad y cuenta con una galería de 12 fotos que narran la historia de autoconstrucción del barrio en torno al trabajo de liderazgo de quienes fueron asesinados; la cuarta es el orquidiario, un viejo árbol que fue talado y que se convertirá en el hogar de orquídeas; la última es la de un mural con los principios de Provivienda, pero están recolectando pintura y demás insumos para poder terminarlo.

La cuarta estación es Mujer y Liderazgo, porque las mujeres jugaron un papel imprescindible en la construcción del barrio. Está María Mercedes Méndez, que también estuvo presente en la creación de la Unión de Mujeres Demócratas, mientras que Gladys Victoria González y Rosana, fueron responsables del trabajo con los niños y niñas de los Pioneritos. “Acá queremos decir que nosotras no nos dedicamos a la cocina y a la alcoba, sino que hombro a hombro echamos pica, pala y en los escenarios participábamos como dirigentes”, detalla Vilma.

En esta también se realizó un pequeño circuito, la primera estación tiene cuatro piezas gráficas y narrativas sobre las mujeres que ejercieron liderazgos en el barrio, luego está el árbol de la Comadre Bototo, “esto resignificando la tradición del árbol Bototo, al que se le amarran unos pañales para que se curen de enfermedades. A este árbol se le saluda diciendo: ‘Buenos días, compadre Bototo’, pero nosotras lo nombramos para decir “Buenos días, comadre Bototo”, mencionó Yirley Marín, quien como arquitecta e integrante del MOVICE, apoyó con el componente técnico del museo comunitario.  El árbol está vestido con una pieza tejida en macramé que representa el tejido social del barrio y también los pañales que se cuelgan en su tronco. La tercera estación está en un santuario donde está la Virgen, el cual funciona como espacio espiritual y de encuentro para la comunidad. Allí se instalaron asientos hechos artesanalmente con escombros y grava. Al respaldo de este lugar se planea sembrar plantas medicinales en homenaje a una de las víctimas que trabajaba con este tipo de cultivo.

El quinto punto recuerda a las familias del barrio y de toda la ciudad que, en la década de los ochenta y noventa, llegaban a Caño Tigre con sus “bultos de ropa sucia para lavarlos sobre las piedras. Era el lavadero comunitario, incluso venían mujeres empleadas de hoteles a lavar las sábanas y se hacían ollas comunitarias”, explica Vilma. Debido a la escases de agua y los demás barrios de la ciudad, y que en la época el afluente contaba con un alto nivel del recurso hídrico, era el lugar preferido para  lavar la ropa y además abastecía los hogares del sector. La crisis climática ha reducido el caudal, por lo que se quiere concientizar a la comunidad sobre el cuidado del agua. “Queremos destacar también en ese punto la fauna y la flora, los humedales, todo lo que tiene que ver con la naturaleza”, destaca la lideresa del MOVICE.

El último lugar, que aún está en planeación, es el polideportivo Humberto Morales Sánchez, que fue inaugurado en 1985, justo un año después de su asesinato y como homenaje a este líder barrial. En ese entonces la vida deportiva era muy activa, tanto así que Provivienda organizaba campeonatos y olimpiadas que fortalecían el tejido social de las familias.  Por lo tanto, la proyección a futuro es resaltar, de manera gráfica, las disciplinas deportivas que se practicaban en ese entonces.

El museo construido de manera participativa

La construcción del museo comunitario fue un trabajo participativo que se dividió, quedando los puntos primero, segundo y quinto a cargo de la Junta de Acción Comunal, mientras que el tercero, cuarto y sexto fueron asumidos por quienes hicieron parte de Provivienda y algunas personas del MOVICE.

María Lucia Bohórquez, quien es otra de las fundadoras y habitantes del barrio, dice que este museo es importante para “recordar la historia de todos los líderes y cómo se empezó a fundar este barrio”. También ha percibido que a gran parte de la comunidad le ha gustado este trabajo de memoria.

Por otro lado, Las Américas, al venir de un proceso organizativo que hizo parte de la izquierda, fue señalado de diversas formas. “Este barrio fue y ha sido estigmatizado por la ciudad. Se decía que aquí sólo había guerrilleros y acá todavía hay gente que dice que aquí no hubo víctimas”, concluye Vilma.  Por eso, el museo representa la reconciliación, la reparación de las víctimas y sirve para que la ciudadanía conozca cómo se creó el barrio y de dónde viene.

Aunque los recursos para el desarrollo del museo ya fueron entregados por Corcumvi a la JAC, Yirley Marín hizo un llamado a la sociedad civil para que, por medio de ollas comunitarias, bazares y rifas, se sigan recogiendo recursos para terminar el punto que falta del Polideportivo, potenciar el trabajo de la memoria y hacerle manteniendo a los puntos que ya se construyeron. Estas actividades irían de la mano con concientizar a chicos y chicas jóvenes para que se apropien del espacio y lo cuiden, manteniendo los principios de organización, formación y movilización.

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