Aportando a la construcción de paz en Becerril

Un lunes, 5 de febrero recibí el mensaje que marcaría el inicio de un cambio drástico en mi rutina. Llevaba meses en un proceso de selección para ser parte de los pasantes de Manos a la Paz 2018 y muy a mi sorpresa, fui aprobada tras muchos filtros y una entrevista presencial, la cual definiría mi continuidad dentro de la convocatoria.

Manos a la Paz es una iniciativa de la Alta Consejería para el Posconflicto, apoyada por el Programa de las Naciones Unidad para el Desarrollo –PNUD- y este año se ha unido con otras entidades como el Ministerio del Trabajo a través de Estado Joven y el Consulado Británico mediantes su programa Active Citizens.

El programa busca que los jóvenes universitarios que lleven adelantado un proceso académico profesional en Colombia, se orienten a fortalecer las capacidades de construcción de paz en los territorios, vinculando a ciudadanos y ciudadanas comprometidos con el desarrollo del país.

Más de 5000 jóvenes de todas las regiones del país se postularon para ser parte de la quinta generación de Manos a la Paz, pero solo 300, de los que quisieron continuar 287, fueron los seleccionados. El objetivo es que el estudiante debe realizar sus pasantías en uno de los municipios que están dentro de los 170 priorizados por el posconflicto y este debe ser en un departamento diferente al que habita. A mí me asignaron al área de comunicaciones de la alcaldía de Becerril, Cesar.

Los aprobados fuimos reunidos el 26 de febrero en Bogotá y luego divididos por los departamentos asignados para recibir una serie de capacitaciones por parte de los facilitadores de Active Citizens durante tres días y el 3 de mazo viajamos a nuestros respectivos territorios, con los nervios y la ansiedad a flor de piel.

Cada uno de nosotros se unió a esta experiencia con la firme convicción de ser gestores de cambio y de aportar desde nuestros conocimientos a la reconciliación y desarrollo de los territorios que han sido afectados por el conflicto armado y que ahora, en el posconflicto, buscan limpiar los rastros de la guerra para dar paso a una construcción colectiva de paz.

Actualmente, trabajo en la alcaldía de Becerril, apoyando la parte de prensa y junto a seis compañeros quienes vienen de otras ciudades y carreras, estamos llevando a cabo un proyecto que busca incentivar la participación política y el liderazgo juvenil en los jóvenes del municipio.

Realizando las convocatorias nos percatamos de que hay quienes desean hacer parte del cambio, con la esperanza de propiciar el comienzo de lo que será una generación de reconciliación con el pasado.

“Somos la última generación de la guerra y la primera generación de la paz”, solíamos decir durante los talleres en la capital del país y en el trasfondo de esas palabras, veo una responsabilidad enorme, porque aunque no ha sido fácil y este proceso de transición ha sido arduo, depende de nosotros, los jóvenes, que permanezca vigente y que las futuras generaciones repliquen lo que hoy en el posconflicto se está cimentando.

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