“Masacres”, el término desgarrador que está inundando la agenda mediática en el país, y no hay tiempo para la tristeza. La matanza llega una tras otra, y las víctimas son las mismas de siempre, las que están en las zonas recónditas, tanto de la urbanidad como de la ruralidad, esas a las que el Estado ha mantenido en completo abandono. Mientras la pandemia agudiza la pobreza e incertidumbre, los grupos armados dedicados al narcotráfico, se han tomado los territorios.
¿Quiénes son? ¿Por qué los están matando? ¿Por qué no se está cumpliendo con los Acuerdos de Paz? A estas incógnitas no hay respuestas, las autoridades y los políticos se limitan a manifestar su rechazo y solidaridad, prometiendo indagar y encontrar a los culpables.
Durante décadas las manifestaciones de violencia hicieron parte de la normalidad del país. Sin embargo, durante esta última semana, los asesinatos masivos han revivido esa cruda realidad que muchos colombianos/as se esfuerzan por dejar atrás.
Todos/as los asesinados pertenecen a poblaciones vulneradas, esas que históricamente han aportado muertos a la guerra, marcando con gruesas pinceladas de sangre la historia del país.
Antes eran líderes y lideresas sociales, defensores de derechos humanos y firmantes de paz. Ahora se sumaron las y los jóvenes. Todos/as los asesinados pertenecen a poblaciones vulneradas, esas que históricamente han aportado muertos a la guerra, marcando con gruesas pinceladas de sangre la historia del país.
Las masacres
El sábado 8 de agosto, Cristián Caicedo y Maicol Ibarra, de 12 y 17 años, se dirigían hacia su colegio en Leiva, ubicado al sur del departamento de Nariño, a dejar una tarea que no podían enviar por internet, pasando por una zona de combate entre las disidencias de las FARC y las Autodefensas Gaitanistas. Allí les dispararon a quemarropa y fallecieron.
Luego de tres días, el 11 de agosto, cinco jóvenes entre los 15 y 18 años fueron asesinados en el barrio Llano Verde del suroriente de Cali, en completa indefensión. Sus cuerpos fueron encontrados con signos de tortura. En esa zona, se han reportado conflictos entre bandas de microtráfico de drogas durante años. Hasta el momento, no se han esclarecido los hechos pero las hipótesis señalan un intento de robo, un ajuste de cuentas entre bandas y una reprimenda por haberse negado a ser reclutados por organizaciones criminales.
El país no terminaba de salir de su conmoción, cuando el domingo, 16 de agosto, se conoció la masacre de ocho jóvenes en una finca de la vereda Santa Catalina, del municipio de Samaniego, en el departamento de Nariño. Las versiones de los sobrevivientes señalan que cuatro hombres encapuchados llegaron con pistolas nuevas al lugar y de entre las 50 personas que se encontraban departiendo mientras escuchaban música y bebían cerveza, eligieron a sus víctimas, a las que le dispararon. En el lugar se viene reportando durante años la creciente presencia de miembros del Ejército de Liberación Nacional – ELN, sin embargo, el grupo armado ilegal emitió un comunicado señalando no ser el responsable del crimen. Los hechos están siendo investigados por las autoridades.
Dos días después, en la comunidad del Aguacate, en el resguardo awá de Pialapi Pueblo Viejo, del municipio de Ricaurte, Nariño, asesinaron a tres comuneros indígenas. También se reportaron otros miembros de la comunidad desaparecidos. En la zona donde ocurrieron los hechos, opera el ELN, pero también otros grupos armados ilegales que están en el territorio que subsisten del narcotráfico.
Posteriormente, el 21 de agosto, se reportaron cinco personas asesinadas en el corregimiento El Caracol, del municipio de Arauca, capital del departamento homónimo. El crimen ocurrió a 40 kilómetros del casco urbano, donde no es posible ingresar por vía terrestre. Las autoridades informaron que en horas de la tarde hubo una denuncia acerca de un homicidio múltiple en esa zona. Sin embargo, los uniformados no habían logrado llegar al lugar porque debido a las condiciones climáticas, los helicópteros de la fuerza pública no podían movilizarse.
Ese mismo día, sin tiempo a que el país se enterara del suceso anterior, se registró otro crimen, esta vez en El Tambo, Cauca. Según versiones preliminares, hombres armados llegaron al corregimiento de Uribe, ubicado a aproximadamente 40 minutos del casco urbano, reunieron a las y los pobladores y se llevaron a seis personas que luego fueron asesinadas. Las víctimas no han sido identificadas debido a que el terreno es de difícil acceso y las condiciones de comunicación son complejas.
Al día siguiente, es decir, este sábado, se registró la sexta masacre ocurrida en los últimos 15 días. Seis jóvenes fueron asesinados en La Guayacana, zona rural de Tumaco, en el departamento de Nariño durante la madrugada del viernes y fueron hallados esta mañana.
Sin respuestas
Aunque hasta el momento no se conocen los autores de estas masacres, se especula que se han producido a manos de grupos armados ilegales. El común denominador entre las víctimas, es que se trata de menores de edad, al margen del conflicto armado que se vive en estas zonas.
Luego de la firma de los Acuerdos de Paz entre el gobierno y la guerrilla de las FARC durante el mandato de Juan Manuel Santos en el 2016, la violencia en el país había disminuido notablemente. Pero la situación de seguridad en el país ha venido retornando de sus épocas más oscuras desde que Iván Duque tomó la presidencia en 2018.
“La situación de seguridad para las comunidades se deterioró notablemente. Urge aumentar la protección y asegurar justicia”, afirma el director para las Américas de Human Rights Watch, José Miguel Vivanco.
Por su parte, la Fiscalía General de la Nación conformó un grupo especial de investigación para averiguar con profundidad qué y quiénes están detrás de estas muertes.
En redes sociales, diferentes organizaciones sociales y de defensa de los derechos humanos han mostrado su rechazo a las más de 30 muertes registradas durante estos días y posicionaron el hashtag #SOSColombia, visibilizando la situación de violencia que se ha venido presentando en el país y exigiendo que se detenga el “río de sangre”.
Seremos capaces de convertir en un propósito nacional, de todos, unidos, el rechazo a las masacres? Seremos capaces de unirnos por encima de cualquier diferencia y detener el baño de sangre, la barbarie, la crueldad y la guerra? #SOSColombia #NoMasViolencia
— Juan Manuel Galán (@juanmanuelgalan) August 22, 2020
https://twitter.com/moonxstar_kth/status/1297202773994475520
#SOSColombia ya es momento de revisar la posible revocatoria de un gobierno complice y despota. No más Centro Democratico, castiguemos su tracalada de mentiras y sangre en sus manos. #revocatoriaivanduque
— Sebastian Rodríguez (@tatan728) August 22, 2020
Asimismo, las y los colombianos, convocaron a un cacerolazo a nivel nacional que se llevará a cabo esta noche a las 7:00, en rechazo a las masacres que no han cesado en las últimas dos semanas.