Su hijo era cabo del Ejército Nacional y aunque la versión oficial dice que falleció en combates con la guerrilla, don Raúl nunca creyó esta versión, por lo que, durante 16 años luchó por conseguir verdad y justicia, pero la vida no le alcanzó.
A sus 77 años, el covid-19 acabó con la vida de Raúl Carvajal, quien viajó desde Montería hasta Bogotá con los restos de su hijo a bordo del emblemático furgón lleno de fotos y pancartas en el que, casi que a diario, se parqueaba en la esquina de la Séptima y la avenida Jiménez de la capital del país reclamando justicia. Al cabo del Ejército Raúl Antonio Carvajal Londoño, su hijo, lo habrían asesinado sus mismos compañeros por negarse a cometer los mal llamados ‘falsos positivos’. Sin embargo, la versión oficial indica que el soldado falleció en medio de combates con la guerrilla.
La lucha de Raúl empezó el 8 de octubre de 2006, cuando falleció su hijo, quien era soldado profesional desde hacía nueve años y estaba adscrito al batallón de Bucaramanga. Nunca creyó en la información del Ejército y hasta el día de su muerte, sostuvo su propia versión de los hechos basada en una conversación que tuvo con el militar 20 días antes de ser aparentemente asesinado por sus compañeros.
Según Raúl, el 20 de septiembre del 2006, a través de una llamada que duró cuatro minutos, su hijo le contó que tenía una nueva nieta, pero antes de colgar, añadió: ‘Esto está muy feo, me mandaron a matar a dos muchachos para hacerlos pasar como guerrilleros muertos en combate y yo no los quise matar. Yo me voy a retirar, me quiero retirar”. Aquella situación se trataría de lo que tiempo después los medios bautizarían como ‘falsos positivos’.
Al enterarse de su muerte, don Raúl se dirigió hasta el batallón para que le entregaran los restos de su hijo. Al principio las autoridades se negaron, le dijeron que se lo llevarían después, a lo que él se negó rotundamente. “No, por aquí entró mi hijo y por aquí tiene que salir. Así sea muerto, pero me lo tienen que entregar por aquí y si no, mañana me hago matar aquí”, dijo aquella vez. Según relató, después de tres días -y de mala gana- le entregaron el informe de Medicina Legal en el que dice que “no se puede saber a qué distancia ni con qué arma fue abatido y que tienen que hacer la reconstrucción del crimen porque hay un fenómeno”.
Además, el documento afirma que su hijo había sido asesinado en el Cerro de la Virgen por la columna Arturo Ruiz de la ONT-FARC y la columna de Héctor del ELN, versión que para él no concordaba, pues su hijo aparecía con signos de tortura y señales de haber estado amarrado. Don Raúl afirma que un soldado que quiso mantenerse anónimo le contó que su hijo fue torturado en el batallón y luego llevado en un helicóptero hacia una montaña “y entre el puntero y 10 soldados le dispararon al cabo Carvajal”. Por eso cree que trataron de matar a más personas para montar una escena de combate, un crimen fríamente calculado.
A partir de entonces, don Raúl se embarcó en un viaje sin retorno desde Montería, donde trabajaba vendiendo verduras, en un camión Dodge modelo 73 hasta la hacienda «El Ubérrimo» con un letrero pidiendo respuestas al presidente de ese entonces, Álvaro Uribe Vélez y la cúpula militar. Tras ser ignorado, se fue hasta la plaza de Bolívar de Bogotá donde, el 20 de febrero del 2011, puso sobre el suelo una bolsa de tela en la que llevaba el cadáver de su hijo como forma de protesta y para exigir una nueva necropsia. Este fue el acto que puso el caso del difunto soldado en la agenda mediática a nivel nacional. Así, don Raúl y su camión del que cuelgan fotos y mensajes pidiendo justicia para su hijo, se convirtieron en un símbolo de lucha, resistencia y dignidad para la historia del país.
En 2008, tres años antes, ya había estallado el escándalo de los ‘falsos positivos’, con la muerte de los jóvenes de Soacha, en Cundinamarca, que aparecieron muertos en Ocaña Norte de Santander. Se trató de cientos de ejecuciones extrajudiciales por parte de militares que hicieron pasar a las víctimas como guerrilleros dados de baja en combate a cambio de dinero y reconocimientos dentro de la institución. Varios oficiales -de mandos rasos- fueron condenados.
Uno de los actos de protesta más recordados de don Raúl fue cuando se paró cara a cara con el expresidente Álvaro Uribe Vélez y le reclamó por el asesinato de su hijo. “Ojalá le mataran un hijo a usted para que usted supiera lo que duele la muerte de un hijo, cuando un hijo es bueno. Pero ustedes son unos asesinos, porque si ustedes no tuvieran que ver con el asesinato de mi hijo, hubieran dejado que se investigara, y yo personalmente le entregué una carta en la finca El Ubérrimo, ¿si o no se la entregué? (…) Ustedes no han querido dejar que se esclarezca el asesinato de mi hijo”.
Según la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) el Ejército Nacional asesinó a cerca de 6.402 civiles entre 2002 y 2008 y los presentó como bajas en combate. Este oscuro episodio sucedió durante la presidencia de Álvaro Uribe Vélez. Aunque el fenómeno ya se había presentado antes en el país, se recrudeció durante esos años.
Son aproximadamente 1.500 uniformados los que estuvieron involucrados en estos asesinatos extrajudiciales durante un Gobierno representado por la llamada “Seguridad democrática”. Muchos de ellos junto a Uribe han rechazado las acusaciones para adelantar procesos. Sin embargo, el 78 % de las víctimas de los ‘falsos positivos’ fallecieron en su mandato.
A don Raúl no le alcanzó la vida para ver la verdad y justicia tras la muerte de su hijo, pero estaba convencido de que lo había matado el Ejército. Incluso llegó a tener una relación cercana con el colectivo Madres de Falsos Positivos de Colombia, quienes han expresado su luto.
Nos dejas un gran dolor 😥 pic.twitter.com/ZSQ3TydX5w
— Madres Falsos Positivos de Colombia (@MAFAPOCOLOMBIA) June 12, 2021
La vida y lucha de don Raúl han servido de inspiración para muchos colombianos y colombianas. Por eso, este domingo 13 de junio se realizará a partir de las 10:00 de la mañana un ‘Plantón por la vida y memoria de Raúl Carvajal’ en la Séptima con Avenida Misak (frente al Banco de la República) en Bogotá.