El pasado 21 de septiembre se reivindicó el Día Internacional de la Lucha Contra los Monocultivos Forestales, a partir de estrategias para mitigar los efectos de la crisis climática. Colombia se ha acogido a la implementación de los “Objetivos de Desarrollo Sostenible”, razón por la cual el sector forestal ha cobrado aparente importancia, ya que este sector está representando un gran aporte para el cumplimiento de dichos objetivos, planteado desde las ONU.
El país cuenta con una superficie forestal cercana a los 60 millones de hectáreas, lo que representa el 54% del territorio nacional. Según el Ministerio de agricultura, cerca de 15 millones de hectáreas tienen una alta aptitud forestal para prácticas comerciales, por lo cual Colombia se proyecta como nueva “potencia forestal” en Latinoamérica. Inclusive, en el gobierno de Duque, en un solo año explico a El Colombiano que invertirían 15.000 millones de pesos para impulsar el sector forestal comercial, y así contribuir en la generación de empleo directo rural.
En la actualidad el sector forestal se encuentra en un crecimiento constante. Cuenta con 538.000 hectáreas aproximadamente en uso y es común ver en departamentos como Vichada, Meta, Valle del Cauca, Risaralda, Antioquia entre muchos otros, la presencia de monocultivos con especies forestales como Pino, Eucalipto, Acacias, Tectona y Gmelina, según lo indicado por el Instituto Colombiano de Agricultura (ICA).
Dado el interés por la explotación de este recurso forestal, desde las entidades, instituciones y el gobierno nacional se han generado políticas y normativas para la regulación de estas prácticas comerciales las cuales son ejecutadas por multinacionales; para la viabilidad de estos proyectos económicos se debe garantizar que su presencia no interfiera en ecosistemas estratégicos o de especial protección y no se presente alguna restricción ambiental. Desde el Ministerio de Agricultura se asignan importantes recursos económicos para impulsar estos proyectos, teniendo como primicias que aportan a servicios ecosistémicos como la captura de gases de efecto invernadero, recuperación de suelos, protección de fuentes hídricas y además la comercialización de madera legal; pero en los territorios donde se encuentran estas compañías extranjeras con los monocultivos forestales, la realidad es diferente.
Existen suficiente material probatorio recopilado por las comunidades que, en articulación con procesos académicos, de investigación y colectivos ambientales, constatan el impacto negativo de estas plantaciones sobre los territorios, donde se pone en evidencia el desplazamiento de fauna, flora y de comunidades, por la presencia extensiva y homogénea de estas especies invasoras, causando altos niveles en pérdida de biodiversidad y la interrupción del ciclo natural de agua.
Por tal razón es equivocado comparar los servicios ecosistémicos entre un monocultivo y un bosque nativo en cualquiera de sus etapas. Se debe informar a la población en general sobre estas grandes diferencias y evitar el reemplazo progresivo de los bosques nativos y su biodiversidad, por desiertos verdes que explotan el territorio y generan capital para compañías extranjeras.
En la universidad del Valle se llevó a cabo el simposio “Impactos Ambientales de los Monocultivos: el caso de Brasil y Colombia” en el cual docentes y especialistas como Camilo Cruz (MsC), Luz Edith Barba (MsC), Irene Vélez Torres (Ph.D.), entre otras; discutieron cómo los monocultivos al necesitar de grandes extensiones de tierra, eliminan todo tipo de ecosistemas y hábitats para dar paso una sola especie de cultivos. “Esto a su vez, proporciona alimento a otras especies, pero al no haber diversidad, estas especies que se alimentan de un solo tipo de planta, pueden convertirse fácilmente en plagas. Así mismo, el proceso de cosecha y cultivo constante, no permite que el suelo recupere los nutrientes para dar paso a más siembra, lo que deriva en un desgaste vertiginoso de la fertilidad del suelo y erosión”, explicaron los académicos.
Para las comunidades que han habitado estos territorios por generaciones, es evidente los cambios en el paisaje y en su relación con la naturaleza desde finales del siglo pasado cuando estas plantaciones empiezan a tener mayor presencia, lo que ha conllevado a familias a ceder sus predios a las compañías para el desarrollo de esta práctica, generando un desarraigo y desplazamiento de familias del territorio, dado a los cambios antrópicos generados por estos monocultivos, las prácticas de sustento de estas familias y que definen su relación con el entorno, alrededor del uso y cuidado de la fauna y flora silvestre, uso del suelo y agua en la cotidianidad para sus prácticas agrícolas, pecuarias y labores del hogar se ven estrechamente afectadas. El campesino y profesor universitario Guillermo Castaño Arcilla ha mencionado referente a las plantaciones forestales de Smurfit Kapa Cartón Colombia que “No es posible que estemos cambiando la riqueza más grande (Bosques Nativos), de nuestra ciudad de nuestra región, que además es de un inmenso valor histórico y natural, por unos cultivos que sólo sirven para hacer cartón, un producto que va a terminar en la basura”.
De igual forma sucede con los ecosistemas naturales, la presión generada por esta práctica forestal, ha conllevado a una reducción mínima de los bosques nativos en múltiples ocasiones y es una acción sistemática de estas compañías, que pasan por encima de las normas establecidas en complicidad con las autoridades competentes -en ocasiones argumentando su “aporte” a los ecosistemas con la siembra de especies no nativas que fortalecen su negocio-, esto con la finalidad de extender y ampliar sus zonas de siembra, extralimitándose y afectando directamente los procesos naturales que mantienen un equilibrio en los territorios, donde según la normatividad estos monocultivos para su viabilidad deben garantizar la presencia de bosques nativos como zonas de amortiguamiento para la conservación, norma que es evadida por estas compañías y donde sus plantaciones tienen presencia a menos de un metro de distancia de nacimientos de agua, cauces de río y ecosistemas de gran importancia, fragmentando la conectividad entre los bosque con las fuentes de agua, por tanto se afecta el ciclo hidrológico ocasionando sequías, escorrentías, contaminación por uso de químicos, poca presencia de microorganismos, además del desplazamiento intensivo de fauna y flora, ya que la diversidad de especies es fundamental para su supervivencia, y la característica principal de esta práctica es el cultivo intensivo de una sola especie, es decir que limita la presencia de otros tipos de vida, llevando a la extinción de especies nativas sobre zonas determinadas.
En el marco del día de la lucha contra los monocultivos forestales, se reivindica la lucha indígena, campesina y de la comunidad en general por gozar de un ambiente sano, donde se debe reconocer los impactos sobre los ecosistemas y las diferentes comunidades, así mismo generar acciones articuladas para la conservación de los recursos naturales y forestales con un enfoque comunitario, determinando políticas y normativas claras, que permitan un equilibrio socioambiental, lo cual aporte en la disminución de la tala indiscriminada e ilegal de bosques nativos y estimule a los pequeños y medianos productores a través de asistencia técnica de calidad que evite la degradación ambiental y social de los territorios.
Por: Juan Alberto Gordillo