En un país donde el arte se erige como vehículo de resistencia y memoria, estas expresiones han enfrentado denuncias de censura por parte de diversos movimientos sociales en el país, argumentando un silenciamiento de los relatos de las víctimas e impedir el camino hacia una construcción de la paz y la reconciliación.

El pasado 20 de enero en Bogotá, se evidenció nuevamente la alteración de uno de los murales en homenaje a las madres de las víctimas de desaparición forzada durante la Operación Orión en Medellín. La obra denominada “Las cuchas tienen razón”— y que ha sido replicada en diferentes zonas del país — fue tapada por personas que rechazaban su mensaje y la toma del espacio público para esta finalidad.

Medellín fue el primer lugar en plasmar la obra artística; no obstante, fue borrado por orden de la Alcaldía, ya que, según el alcalde Federico Gutiérrez, la eliminación inicial obedeció a regulaciones sobre el uso de espacios públicos. Posteriormente, el mural fue repintado por la comunidad, donde los colectivos encargados de su elaboración enfatizaron su compromiso con la memoria histórica. Cali por su parte, también pintó el mensaje en el sector llamado la “Luna”, sin embargo, este tampoco fue exento de censura y tensiones, pues se presentó un hecho de intimidación y sabotaje del mismo por parte de un hombre, quien amenazó con un arma a los y las jóvenes que se acercaron a confrontarlo.

Estos actos de intimidación y ocultamiento no son hechos aislados, puesto que han sido el reflejo de las disputas sociales que siguen presentes en el país y se dan de manera frecuente en torno a las acciones de organización social para la reivindicación de la memoria colectiva en Colombia. La Fundación para la Libertad de Prensa -FLIP- ha señalado que este tipo de actos de censura afectan tanto a la libertad de expresión como a los esfuerzos de reparación y reconciliación.

La regularización y la disputa por la narrativa del arte en el espacio público no son coyunturales, han persistido en distintos lugares del país como una forma de posible control de las expresiones ciudadanas de acuerdo a intereses de sectores políticos, muestra de esto es el caso del municipio de Choachí en Cundinamarca, donde algunos habitantes han señalado limitaciones para visibilizar este tipo de acciones en torno a la memoria y la paz.

En esta localidad se han desarrollado diversas manifestaciones artísticas que se ven reflejadas en los murales que se alzan a lo largo del pueblo. Los cuales recuerdan y resaltan la naturaleza y costumbres representativas de sus pobladores y pobladoras. De la gran variedad de estilos y temáticas, existe una pieza artística en representación de la memoria y solidaridad con quienes han sufrido el conflicto armado. Esta obra gráfica se llevó a cabo en colaboración con las víctimas que habitan en la comunidad.

Es relevante destacar que las cifras encontradas en el Plan de Desarrollo 2020 – 2024 del territorio, se han identificado 183 víctimas del conflicto armado, teniendo en cuenta que el número de habitantes es de aproximadamente 13.112, lo cual refleja el impacto de la violencia en una localidad pequeña como lo es Choachí.

Foto: Instagram @jonnier_villa (2023)

La pieza gráfica que se puede ver actualmente expone un mensaje en pro de la paz y reconciliación y de su importancia para construir un futuro en conjunto. Según su autor, Jonnier Villa, la pintura representa la transformación del dolor de la guerra hacia una nueva vida y resiliencia, un cambio que se da gracias al trabajo de manos tejedoras que permiten la construcción de un nuevo florecer.

En la primera versión de la obra, el artista revela la transición del pasado y la guerra a través de la ilustración simbólica de una flor blanca siendo pisada por una bota militar, junto a esta imagen se encuentra el rostro de una niña asustada a la que le acompañan unas manos tejiendo, siendo estas el puente para la transformación. Desde aquí se empieza a apreciar el color, dando vida a las escenas de la naturaleza. Dichas representaciones están conectadas por el hilo de la vida, que nace de un mismo corazón. Este último está acompañado de dos copetones que representan la libertad.

Un suceso que no pasa inadvertido frente a esta obra artística es el rediseño que se le realizó, ya que el mural actualmente no conserva la primera escena, donde se mostraba la bota anteriormente. Pocos días después de terminar la pieza, una parte de la obra fue pintada de negro, lo que generó desconcierto en la comunidad.

Posteriormente a los hechos anteriores, se llevó a cabo una modificación que incluye un mensaje en fondo negro acompañado por la paloma de la paz. Como menciona el artista, esta situación derivó en un diálogo durante una sesión del Concejo Municipal de Choachí, en la que se discutió lo sucedido y finalmente se llegó al acuerdo de implementar el diseño actual. Este proceso, aunque enmarcado en un intento de consenso, ha sido interpretado por diversos sectores como una forma de censura que omite elementos clave en la representación de los hechos de violencia.

Foto: Lina Pérez

En un territorio donde poco se visibilizan los acontecimientos del conflicto armado, más allá del 09 de abril -Día Nacional de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado-, este tipo de manifestaciones artísticas se convierten en un elemento de resistencia contra la violencia.

Tales muestras artísticas trascienden las diferencias ideológicas, convirtiéndose en un símbolo de solidaridad con las víctimas y sus familias, en un recordatorio del compromiso con la verdad e impulsando la transformación hacia una construcción de paz.

El cómo se cuenta la verdad tiene profundas implicaciones sociales y políticas. Permitir la construcción de la memoria desde diversas vivencias no solo visibiliza los acontecimientos y a sus actores de manera integral, sino que también fortalece la defensa de la no repetición. Comprender estos procesos desde una visión colectiva enriquece el camino hacia la reconciliación, resaltando la importancia de reconocer el pasado como un cimiento esencial, la importancia de la colectividad para la construcción del presente.

Lea también: No perder el ritmo: el activismo de Idaly Santos

Deja una respuesta

Solo los administradores pueden añadir usuarios.