¿Te has preguntando de dónde provienen tus alimentos? ¿A qué químicos están expuestos para llegar hasta tu hogar? ¿Por qué algunos se ven “normales”, mientras que otros grandes y coloridos? Estos y muchos otros interrogantes son los que están analizando niños, niñas, jóvenes y adultos en varios de los municipios que fueron afectados por la represa de Hidrosogamoso, quienes a través de la comunicación, se están especializando en la exigibilidad del derecho a una alimentación y nutrición adecuada.
El Movimiento en Defensa del Río Sogamoso y Chucurí – Ríos Vivos Santander, es un proceso organizativo que se conformó aproximadamente en el 2008 principalmente por mujeres, cuando finalmente ese proyecto eléctrico del que se hablaba en el departamento desde hace 50 años, empezó su etapa de socialización y compra de terrenos.
Para estas mujeres, los últimos 10 años han sido momentos verdaderamente difíciles, ya que las convirtieron en medio de la tempestad, en defensoras de derechos humanos y del territorio.
Tuvieron que ver cómo las que se encontraban aguas abajo de la represa, y quienes generalmente siempre vivieron de la pesca y la agricultura, veían limitadas sus oportunidades laborales, ya que hubo una gran mortandad de peces, los niveles del río empezaron a ser controlados y muchas de sus tierras fueron inundadas con el llenado del embalse.
Así mismo, aguas arriba, hubo gran desplazamiento de animales que resultaron víctimas de este mega proyecto y tuvieron que alimentarse con lo que encontraban a su paso, es decir, los cultivos de las y los campesinos que allí habitaban; pero a su vez, estas comunidades tuvieron que acomodarse a los fuertes cambios de clima que desestabilizaron sus cosechas.
Muchas promesas de Isagen a la fecha no se han cumplido, pero ellas han logrado darle fuerzas a las comunidades afectadas, para que encuentren en la economía solidaria y en la organización comunitaria, una forma para sacar sus familias adelante y seguir siendo veedoras de los derechos de la naturaleza. Por esto realizan constantes movilizaciones, especialmente en marzo, día internacional de acción contra las represas y a favor de los ríos, el agua y la vida.
Han llevado por Colombia diferentes exposiciones en las que participan personas de todas las edades, y en las que visibilizan cómo los proyectos extractivos han atravesado sus territorios, sus cuerpos, sus costumbres, a través del mapeo comunitario y corporal. Pero también a través de arpillería, es decir, procesos de tejido en yute, en los que han narrado cómo eran sus vidas antes de la llegada de la hidroeléctrica, y en general sus cosmovisiones de vida, que no siempre son tan fáciles de amplificar ante la opinión pública.
Actualmente, comprendiendo que con los avances de un modelo económico basado en el capital por encima de todo y que hasta nuestra forma de alimentarnos está condicionada a la productividad; deciden realizar procesos de formación en los municipios de Betulia, Girón, Barrancabermeja, Zapatoca, entre otros; con niñas, niños, adolescentes, adultos y hasta adultos mayores, para que a través de la comunicación, puedan tener la capacidad de expresar sus opiniones ante cualquier escenario y empezar a construir sus memorias, tal cual como ocurrieron, más no contada por Isagen.
Es importante tener en cuenta que según la FAO, más de 795 millones de personas no tienen la capacidad de adquirir alimentos suficientes para sus necesidades, pero además, según Food First Information and Action Network – FIAN, en Colombia existe una desnutrición crónica al 13,2% en menores de cinco años y el exceso de peso afecta al 17,5% de las y los menores, mientras que a la población adulta en un 51%.
Por esto, a través de talleres de escritura, radio y fotografía, han podido analizar una realidad que todas y todos en su mayoría conocemos, pero que pasamos por alto; como que la mayoría de cosechas llegan al punto deseado, porque las semillas son transformadas genéticamente. Nos alimentamos con transgénicos, de los cuales sus máximos distribuidores son empresas como Monsanto (Bayer). Incluso en algunos países, sus semillas y productos han sido limitados o expulsados, pero en Colombia tienen las puertas abiertas para comercializar a sus anchas.
Así mismo, los asistentes del taller, han podido crear piezas comunicativas en las que evidencian las afectaciones a la salud humana, por el constante uso de agrotóxicos y fungicidas que deben ser utilizados por las y los campesinos, en algunas ocasiones porque las cosechas dependen de ello, especialmente cuando las semillas son intervenidas, pero en otras ocasiones, por falta de conocimiento del uso de la agroecología.
Desde temprana edad, estos comunicadores(as) populares que siempre han vivido en el sector rural, están interiorizando formas de cultivar que se basan en tradiciones ancestrales, en las que se protege a la semilla nativa, y en la que comprende que la misma naturaleza permite abonar, repeler plagas o animales y obtener nutritivas cosechas.
En este proceso de formación, además de adquirir herramientas comunicativas, les permitirá realizar una exigibilidad del derecho a una alimentación y nutrición adecuada, en la que los alimentos ultraprocesados por las transnacionales no sean las únicas opciones alimenticias, y además les permitirá fortalecer su proceso organizativo para continuar en la defensa del territorio.