La coca y el camino equivocado de Iván Duque

Por: Rubén Zamora*

Teníamos la absoluta convicción que en La Habana habíamos encontrado la fórmula para, en el menor tiempo posible, resolver los problemas estructurales de pobreza que han estimulado los cultivos de uso ilícito (PNIS).

Creímos en el Estado colombiano tanto las FARC como las comunidades rurales. Se vincularon al PNIS “83.161 familias que adquirieron el compromiso de erradicar voluntariamente 49.049 hectáreas de coca. Hasta el 20 de agosto 2018, la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) verificó el levantamiento de las plantas de coca en 20.845 hectáreas, eso quiere decir que, al finalizar la administración de Juan Manuel Santos, se erradicaron voluntariamente 26.219 hectáreas, el 56% de la meta definida, lo que equivale al 14% de los cultivos de coca que hay en Colombia.

Las cifras anteriores dan cuenta de un resultado importante nunca alcanzado en el país en el marco de las anteriores políticas contra las drogas, desde mayo de 2017 hasta agosto de 2018, cuando salió el presidente Juan Manuel Santos de la Casa de Nariño.

Si bien es cierto que hubo regiones donde creció la producción de drogas ilícitas, también lo es que en otras estuvo al borde de la extinción la producción cocalera. En el departamento de Meta, por decir un caso, la producción cocalera bajó de 5.575 hectáreas a 286 hectáreas entre 2017 y 2018, según informes de verificación de UNODC.

Estas cifras se están revirtiendo en el gobierno del Presidente Iván Duque, quien desmanteló el programa de sustitución de cultivos y viene incumpliendo los compromisos adquiridos por el Estado como parte de los acuerdos de Paz. Negada la oportunidad a las FARC para seguir en la implementación del PNIS, cundió la desconfianza entre las comunidades, añádasele el sistemático incumplimiento por el gobierno de Iván Duque.

La comunicación entre las FARC y la oficina del Dr. Emilio Archila se rompió y fueron infructuosos los llamados a hacer un esfuerzo adicional para declarar al departamento del Meta libre de cultivos de uso ilícito. Hoy la confianza en el programa de sustitución de cultivos de uso ilícito PNIS está en el nivel más bajo porque este gobierno pisotea sistemáticamente el acuerdo de paz. En cambio, no hace absolutamente nada distinto que pedir a la Corte Constitucional el visto bueno para implementar aspersiones aéreas con glifosato.

Está claro que las aspersiones aéreas con Glifosato son un combustible más para la guerra, que además cotiza más alto el precio de las drogas en el mercado internacional y vuelve más jugoso el negocio de los carteles del narcotráfico. Podría inferirse que este gobierno es más lo que ayuda al narcotráfico que los esfuerzos que hace para combatirlo.

Ahora bien, según la UNODC, “los territorios con cultivos de coca son los más pobres, están más aislados y tienen menor acceso a bienes y servicios. El 57% de las familias que viven en las zonas de cultivos de coca se encuentran en situación de pobreza monetaria y el 35% en pobreza extrema. El ingreso promedio mensual neto por hectárea de un cultivador de coca estaría en $410.541; es decir, 56% de un salario mínimo, lo que equivale a 122 dólares al mes. Aclarando que los precios de los alimentos en están zonas están muy por encima del índice de precios al consumidor, precisamente por la situación de marginalidad.

Estamos hablando de que la coca también es inviable para las comunidades rurales. Solo una política de desarrollo alternativo podría resolver los problemas estructurales de pobreza que estimulan la producción de drogas ilícitas.

Las aspersiones con glifosato, además de los daños ocasionados a la salud y al ambiente, mandan a la población campesina a la guerra y no es precisamente lo que el país le reclama al gobierno de Iván Duque. Este gobierno escogió el camino equivocado y está pasando por encima del Estado social de derecho. Pisotear la paz es proyectar una estrategia de guerra infinita que solo beneficia a un factor político de la sociedad enrostrado de corrupción y violencia.

*Rubén Zamora, Ex negociador de paz de las FARC-EP

*Opinión y responsabilidad del autor de la columna, más no de El Cuarto Mosquetero, medio de comunicación alternativo y popular que se propone servir a las comunidades y movimientos sociales en el Meta y Colombia.

 

 

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