
Yolanda Chaparro murió dignamente, esta es su legado por el derecho a la eutanasia
El 25 de junio Yolanda accedió al suicidio asistido. Tuvo que batallar legalmente durante un año para lograrlo, no solo por ella, sino por las y los colombianos que no quieren prolongar el dolor de una enfermedad que inevitablemente les causará la muerte.
La esclerosis lateral amiotrófica (ELA) es una enfermedad que afecta rápidamente las neuronas motoras del cerebro y la médula espinal, que dejan de funcionar e impide que las personas puedan caminar, hablar, respirar y comer. En 2019 a Yolanda Chaparro le diagnosticaron esta afección que de manera progresiva deja a las y los pacientes totalmente paralizados y sin control sobre su cuerpo. Incluso, existen casos en los que solo pueden mover sus ojos, además de necesitar tubo alimentador, traqueotomía y respiración artificial.
Por eso Yolanda decidió morir, pero en un país que no suele empatizar con el dolor ajeno, lograr su última voluntad no fue nada fácil. “Una vez me enteré de la evolución de esta enfermedad y comenzó el desgaste físico y emocional me convencí de que la alternativa más positiva para mí era acceder a la eutanasia. Es la única manera de descansar y dar por terminado una vida de agobio y dolor”, relató a El País.
La decisión la tomó en junio de 2020 pero batalló durante un año contra el sistema de salud. Los médicos le negaron en varias ocasiones el derecho a la eutanasia porque aseguraban que la enfermedad no la había deteriorado lo suficiente. De hecho, la junta de profesionales encargados del caso afirmaron que para autorizar el procedimiento, la mujer debía estar “completamente postrada en cama o usar silla de ruedas, su capacidad de hablar debía ser ininteligible, tenía que necesitar ayuda en todas las actividades de su vida cotidiana, e incluso debía ser incapaz de masticar”.
En entrevista con Infobae, Lucas Corredor, abogado de Yolanda y director de investigaciones de Laboratorio de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (DescLAB), la describió como “una mujer luchadora, feminista, de izquierda, comprometida con el medio ambiente, con el aborto y con las causas sociales”, de hecho, sus canas están teñidas de morado porque acompaña la lucha de las mujeres. Su forma de ver la vida y la empatía que siempre mostró, la llevó a entender que debía cambiar la jurisprudencia de la Corte Constitucional para acceder al derecho que le estaban negando y que desde el 2014 está consagrado en la Constitución Política, no solo por ella, sino también por quienes también sufrían los padecimientos de una enfermedad incurable que tarde o temprano lleva a la muerte.
Desde entonces Lucas y Yolanda emprendieron una batalla armados con tutelas. Primero hizo la solicitud del procedimiento a la IPS y a Compensar, que es su EPS. Este fue negado y entonces interpusieron una tutela que terminaron perdiendo, impugnaron para que esta fuera a la segunda instancia y también la perdieron. Es por eso que el 29 de junio, el caso será analizado por la Corte Constitucional. De cambiarse la jurisprudencia, ese sería el legado de Yolanda para las y los colombianos que estén pasando por una situación similar.
Ella fue obligada a esperar a estar postrada en la cama, sin masticar la comida, ni respirar de manera autónoma, bañarse y volverse dependiente. Era justamente lo que ella quería evitar. Por eso, explicó Corredor, por lo que luchó Yolanda constantemente junto a él, fue porque una persona pueda decidir sobre el fin de su vida sin tener que esperar a que su salud se deteriore prolongando su sufrimiento. “Lo que queremos es que eliminen el adjetivo terminal, porque se ha convertido en una barrera para que las personas puedan tomar el control. Ese es el legado de Yolanda para los colombianos que vienen, derribar la barrera de la enfermedad terminal”, dijo el abogado.
Y es que, irónicamente, luchar por el derecho a una muerte digna sin trabas en el sistema de salud, se convirtió en la razón para vivir de Yolanda durante este último año. “Esa pelea ha sido mi fortaleza. Sabía que llegaría el momento en que descansaría y eso lo llena a uno de tranquilidad”, afirmó ella, quien ya para esta fecha está descansando en paz y sabiendo que su caso tuvo la suficiente atención mediática para lograr un cambio. Su lucha ha dado frutos.
El último adiós
Teniendo 71 años, Yolanda accedio al suicidio asistido el 25 de junio de este año. Los médicos le autorizaron la eutanasia desde hace cerca de un mes, cuando ya vieron que su salud se había deteriorado hasta el punto que su cuerpo no lo soportaba. Antes de morir, pasó sus últimos días rodeada de sus seres queridos, leyendo, viendo televisión o meditando.
Pero morir dignamente no fue una decisión que haya tomado en un momento de crisis, de hecho, lo hizo hace 20 años. Según le dijo su hija, Paola Andrade a Noticias Caracol, ella declaró en 1990, cuando la Fundación Pro Derecho a Morir Dignamente dio unos parámetros para regir la muerte anticipada; “que ella siempre quería preservar su dignidad, preservar su independencia y tomar sus decisiones”.
Es por eso que Yolanda contó con el apoyo de su familia en una decisión tan difícil de asumir desde la mirada de quien no suele estar preparado para perder a un ser querido. «Mucha gente desaparece del mundo sin la oportunidad de ser oída, ser validada, de ser apreciada y con este derrame de atención de los medios en el caso de mi mamá lo más importante para ella es que esto sirva para cambiar, porque está dando sus últimos momentos en la vida para luchar por eso, hay que generar ese cambio, y que sientan también que la muerte es un proceso natural y tranquilo y si está asistido de la manera como ella quiere, por profesionales expertos, no tiene que ser traumático. Vamos a poder superarlo», afirmó Andrade.
En Colombia no es frecuente que las personas accedan a la eutanasia. Desde el 2016 se han practicado 126 de estos procedimientos. Pero según Corredor, el número va en ascenso, pues solo en el 2019 se realizaron 44 procedimientos. “Lo importante no es el número masivo, sino que sepan a qué tienen derecho y puedan tomar las decisiones que ellos consideran justas en el fin de su vida”, explicó.