Somos ciudad universitaria

Hace poco en una columna denominada “PARA SER CIUDAD UNIVERSITARIA, DEBEMOS SER CIUDAD” publicada en este mismo medio se dio una crítica válida en contra de la propuesta política del señor Jorge Iván Gómez Urrego en su intención de convertir a Villavicencio en un centro universitario de la Amazorinoquia. Quisiera no verme en la obligación de hacer esto, pero debo aclarar de antemano que no conozco al señor Jorge Iván, mucho menos al compañero Mario Toro, autor de la columna, por lo que espero no tilden politiqueramente el presente artículo.

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Para ser ciudad universitaria, debemos ser ciudad

Desde hace dos años adelanto una investigación de las Guerillas Liberales del Llano y de las causas que desencadenaron su alzamiento en armas. Casi siete años de guerra y el país lo único que recuerda es Guadalupe Años Cincuenta, una obra de teatro que critica el sistema judicial y político del país. Una de las grandes dificultades que no permitió cumplir con los deseos (que aún hoy están vigentes) de menos impuestos a los ganaderos, mayor presencia del Estado en los territorios, y disminución de la brecha entre el campo y las ciudades, fue que no encontraron en el partido Liberal ni en los vaqueros que pertenecían al grupo guerrillero, una persona académicamente preparada para el direccionamiento de las tropas en la consecución de un fin más político que militar.

¿Por qué? Me lo he preguntado un montón de veces y la respuesta siempre resulta la misma: porque no hay gente preparada. En su artículo, Mario resalta y hace una comparación entre las Universidades de Villavicencio y las de Manizales y menosprecia (aunque aclara que no es su intención) las de los llanos. No tengo datos precisos sobre las Universidades de Manizales o Villavicencio, quizás el artículo de Mario se basa en rankings o índices de investigación, pero en cualquiera de los dos casos los datos estadísticos siempre resultan datos fríos y en algunos casos inciertos.

Las circunstancias han convertido a Colombia en un país que mira sólo hacia las ciudades que tienen capacidad de poner políticos en el poder; para la época de Guadalupe la región Amazorinoquia era una de las pocas en las que su población carecía de documentos de identidad y tenían, por lo anterior, negado su derecho al voto. Los censos de los años fallan, pero siempre han mantenido una tendencia que ha cambiado con los últimos años: que somos pocos los que habitamos casi un tercio del territorio del país. ¿Por qué con tanta extensión somos tan pocos? Las causas son muchas: latifundistas, bandolerismo, paramilitares, guerrilleros, pero sobretodo creo que es una cuestión cultural y educativa (como todos los problemas del país).

La discusión que se planteó con el artículo de Mario resulta entonces muy válida. No sólo porque es una de las pocas personas que se han cuestionado la ciudad en dónde viven, sino porque permite abrir un espacio de conversación sobre lo que Villavicencio es como ciudad. No creo que seamos solo el contrapunteo del tráfico o las imprudencias de los peatones en un “performance inigualable e irrepetible” Mucho menos que somos una ciudad “carente de todo”. Creo que, a pesar de las vías terciarias, hacia el interior de los llanos orientales tenemos vías de acceso en muy buena calidad y con las que se están adelantando proyectos para ampliaciones y demás.

Aguas y servicios públicos sin intermitencia son una problemática a nivel nacional, no solo de Villavicencio. En Mocoa, por ejemplo, ciudad rodeada por recursos hídricos, llevan más de tres meses sin el recurso. En el 2016[1] ciudades como Cali, Medellín han estado al borde del racionamiento. En cuanto a los derrumbes ¿Ha viajado Mario a otra zona del país que no sea Manizales? Hacia la Amazonía colombiana las vías presentan derrumbes casi diarios y las condiciones de humedad y geografía de las cordilleras, así como el olvido del Estado, son una constante para la región.

Podría decir subjetivamente razones por las que quiero y admiro a Villavicencio, pero mi opinión o la de ustedes importa poco si no se busca un cambio. Considero que estamos mal en muchas cosas, entre otras, la cultura. La mayor parte del presupuesto cultural va siempre destinado a satisfacer al turista y no para fortalecer los colectivos, el muralismo, la literatura, entre otras expresiones que parecen invisibilizadas en el Departamento y que algunas instituciones han buscado darles un espacio.

En una de las columnas que más admiro de este país[2], William Ospina escribe:

Un gran historiador nos decía hace poco: “¿Por qué no hay un tren rápido entre Bogotá y Tumaco? Podríamos ir allá en cinco horas, comer una cazuela de mariscos junto a los manglares, y volver aquí al anochecer”.

“¿Por qué, si es el principal puerto del país sobre el Pacífico, no hay un vuelo directo entre Buenaventura y Tokio?”. “¿Por qué no hay una gran ciudad verde, pionera de una nueva relación con la naturaleza, en la altillanura?”.

¿Por qué, en un mundo donde las proezas tecnológicas son hechos cotidianos y las soluciones de infraestructura son posibles y admirables, a nosotros nos acostumbraron a pensar que aquí todo es imposible? Ciudades con belleza, jóvenes con empleo, pobres con dignidad, ricos con responsabilidad y un Estado eficiente resultan inconcebibles en Colombia. ¿Por qué? Por una dirigencia que nos acostumbró a la mendicidad, a la resignación, al odio y a no ver más allá de nuestras narices.

Villavicencio no es una ciudad destinada a convertirse en un centro universitario de la Amazorinoquia; ya lo es. Quizás el pecado del artículo de Mario es que está igual a todos nosotros: acostumbrados a la resignación. Ver más allá de nuestras narices es necesario, soñar, plantearse cambios para una ciudad que puede y debe mejorar en educación y cultura sin pensar que afuera hay algo mejor y más apto para ello, porque entonces nunca daremos el paso adelante.

Creo y espero que Jorge Iván cumpla su promesa y empiece a implementarla. Pero espero también que mediante la discusión que se dio en El Cuarto Mosquetero comprenda que enfrenta grandes retos y que su proyecto debe permanecer en la nube en la que está, lo importante es construir la escalera para alcanzarlo. Por la educación cualquier esfuerzo es válido.

[1] Artículo de https://www.semana.com/nacion/articulo/escasez-de-agua-en-colombia/494180

[2] Artículo de https://www.elespectador.com/opinion/los-invisibles-columna-588922

*Opinión y responsabilidad del autor de la columna, más no de El Cuarto Mosquetero, medio de comunicación alternativo y popular que se propone servir a las comunidades y movimientos sociales en el Meta y Colombia.

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