La peruana Micaela Bastidas nació el 23 de junio de 1744 en la provincia de Tamburco. La conocieron como Zamba por sus raíces, su padre Manuel Bastidas era descendiente de africanos e indígena por parte de su madre Josefa Puyucahua.
Se casó el 25 de mayo de 1760 en la iglesia de Nuestra Señora de la Purificación con José Gabriel Condorcanqui, quien era descendiente directo de la familia real inca. Después de que su esposo fue nombrado como cacique en 1764, se fueron a vivir a Tinta. La pareja tuvo tres hijos: Hipólito, Mariano y Fernando.
En Perú se inició una serie de diálogos con los españoles; al agotar todos sus recursos, Condorcanqui gestó un movimiento para terminar la dominación de la corona española en los territorios incas.
Micaela formó parte activa de ese movimiento, se convirtió en la consejera de su esposo y se encargó de conseguir elementos como armas y alimentos para las tropas. Además de crear un sistema de comunicaciones que usó a chasquis (personas correo) para evitar el espionaje.
Bastidas de la mano de otras líderes indígenas entre las que estaban Cecilia Túpac Amaru y Tomasa Tito Condemayta, empezaron a cambiar el rol de las mujeres indígenas que habían sido el objetivo de abusos por parte de los españoles.
En una de las acciones contra la corona, Tupac Amaru fue capturado junto a su familia y trasladado a Cuzco. En la ciudad permanecieron detenidos en las antiguas instalaciones de un convento jesuita.
El grupo fue condenado a muerte el 18 de mayo de 1781. La sentencia se cumplió en la Plaza de Armas de Cuzco, Micaela tuvo que ver la ejecución de uno de sus hijos. La lideresa antes de morir dijo: “Me perdí de ver a mis hijos seguir creciendo todo por mi patria, por la igualdad y la libertad”.