Para no olvidar: 30 años del genocidio en Ruanda

Genocidio en Ruanda

Entre abril y junio de 1994, tanto las milicias como la población civil fueron víctimas y victimarios, las calles y el río Nilo se llenaron de cadáveres y se naturalizó la violencia sexual generalizada.

Según la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas, las cifras de personas violadas y ejecutadas estuvieron alrededor de 250 000 a 500 000 mujeres y niñas. De las sobrevivientes, se calcula que un 70% estaban infectadas por el Virus de la Inmunodeficiencia Humana -VIH- durante el genocidio.

El 07 de abril se cumplió 30 años del genocidio contra la población Tutsi en Ruanda, un exterminio del cual, aún persisten sus secuelas. Entre 500 000 y 1 000 000 de personas fueron asesinadas en un periodo de 100 días, en este pequeño país ubicado al oriente de África.

El inicio del conflicto remonta de la colonización alemana y belga entre finales del siglo XIX, quienes afirmaban que de los tres grupos étnicos en Ruanda -Twas, Hutus y Tutsis-, los Tutsis eran una raza superior descendientes de los europeos, por sus rasgos físicos más semejantes, y por lo tanto, más aptos e inteligentes que los Hutus. Estos fueron parámetros que segregaron y establecieron relaciones jerarquizadas que favorecían a Tutsis sobre Twas y Hutus, sin embargo, la división social impactó significativamente a este último, que representaban cerca del 80% de la población total.

Esta segregación social se extendió hasta generar tensiones sobre la participación política entre Tutsis y Hutus, a pesar de conseguir la independencia. A diferencia de otros procesos similares en África, en los que toda la población se unió para enfrentar la Corona, el Imperio colonial Belga logró incrementar la rivalidad entre ambas etnias, creando una élite Hutu con la esperanza fallida de frenar el movimiento descolonizador que incitaban los Tutsis. Sin embargo, surgieron partidos políticos Hutus y Tutsis que replicaron la discriminación étnica y dieron continuidad a la enemistad por medio de enfrentamientos, aún después del proceso emancipatorio.

Por su parte, los Hutus, como población mayoritaria en Ruanda, se consolidaron en el poder, proyectando todo su rencor y exclusión contra los Tutsis, lo que llevó a exiliar a gran parte de esta población en países vecinos y dio origen a grupos guerrilleros.

En 1994, en medio de una guerra civil insostenible, el asesinato del presidente Juvénal Habyarimana, perteneciente a la etnia Hutu, trajo consigo una serie de actos atroces que convocaban la aniquilación de la etnia Tutsi. La matanza fue planeada y alentada por unos grupos políticos, a razón de mantener una hegemonía política Hutu, por lo que se oponían a acuerdos que favorecieran la reinserción y participación en actividades políticas y militares a refugiados Tutsis que habían formado parte del Frente Patriótico Ruandés.

Foto: france24.com

El papel de los medios de comunicación 

A raíz de la manipulación ejercida a través de los medios de comunicación, tuvo lugar una masiva participación de civiles en el genocidio de Ruanda. Estos se encargaron de difundir discursos de odio contra los Tutsis y todo aquel que los protegiera. La atribución del asesinato del presidente Habyarimana fue el inicio de una serie de acusaciones con resentimiento que alentaron el conflicto. La Radio Télévision Libre Des Mille Collines ofrecía un modelo radiofónico de música actual y diálogos informales, que rápidamente captaron la atención de miles de oyentes, entre ellos, quienes conformarían milicias radicales Hutus, que perseguirían y asesinarían Tutsis por todo el país.

Las y los presentadores animaban a tomar palos, garrotes y machetes; se celebraban masacres y divulgaban listas con nombres y direcciones de familias Tutsis, todo bajo la premisa de proteger la existencia Hutu en el país, ya que temían ser exterminados. La televisión, el periódico, y las revistas también promovieron contenidos sarcásticos y peyorativos contra esa población; la influencia mediática acrecentó la violencia que ya se vivía y desdibujó el bien del mal.

Por último, a 30 años del genocidio, Ruanda ha logrado avances en términos de estabilidad política y seguridad, no obstante, persisten preocupaciones en términos de desigualdad social-económica con el pueblo minoritario Twa, y desafíos en la garantía de toma de decisiones políticas que involucren a los distintos grupos étnicos.

Pese a que desde el 2003 la Asamblea General de las Naciones Unidas (AGNU) declaró el día Internacional de Reflexión sobre el Genocidio de 1994 contra los Tutsis en Ruanda, con el objetivo de invitar a la memoria, reflexión y educación sobre el genocidio, en varios países continúa el atentado contra la vida y la diversidad. Hoy en día los genocidios no han desaparecido y es importante que distintos gobiernos efectúen acciones que disminuyan factores de riesgo como la discriminación basada en la identidad -religiosa, étnica, racial, y/o nacional-.

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