Los mejores años de nuestro acueducto comunitario: Montecarlo Alto

*En ese texto están incluidas dos crónicas diferentes pero que cuentan desde distintas perspectivas, la historia del acueducto comunitario de Montecarlo. 

Eran los años ochenta y se hablaba por doquier de la creación de la Junta de Acción Comunal, de delimitar el sector y mejorar el acueducto del barrio. En ese entonces no sabía qué quería decir todo lo que hablaban esos adultos y adultas que venían a la casa de mi padre, sin embargo, él fue siempre muy bueno explicado, solía afirmar que “lo aprendido es lo vivido”, y así empezaron los recorridos y el acompañamiento a sus reuniones.

En ese momento creía que el agua llegaba por si sola a nuestra llave, que siempre había estado ahí y que era tan fácil como girar el grifo y ver como el líquido descendía para satisfacer nuestras necesidades básicas. Ese pensamiento lo tienen muchos/as hoy en día, con la diferencia que hasta las habitaciones tienen llaves y no hay conciencia del ahorro de agua, incluso piscinas portátiles tenemos.

Los años transcurrieron y entonces comprendimos el importante trabajo que realizaron nuestros padres por su territorio. Por ejemplo, don Guerrero fue el mentor de nuestros progenitores, quienes vieron como inspiración su trabajo comunitario por el bien común. En don Castillo también descubrieron un modelo a seguir, pues todos los días se dedicaba al cuidado de la bocatoma del acueducto. Lo mismo sucedió con doña Cristina Rodríguez, que se desempeñó como una de las primeras tesoreras y se dedicó a cuidar los recaudos por el transporte del agua. Recuerdo también a don Cárdenas, que unió esfuerzos con expresidiarios, quienes se reivindicaron con el trabajo comunitario, además hacia unos deliciosos sancochos y carne asada, con los que se recogían fondos para nuestra planta de tratamiento. Creo importante mencionar además a don Román, don Parmenio, don Cristóbal Díaz, don Guillermo López y por supuesto, a mi padre y mi tío quienes trabajaron para que tuviéramos gas natural, y se realizaran adecuaciones en el acueducto y en el barrio. Así como ellos y ellas, muchas más familias demostraron lo que era trabajar por un bien común y para que las nuevas generaciones tuviéramos calidad de vida. No tengo más que admiración para esas personas, porque a pesar de sus escasos estudios, se convirtieron en líderes y lideresas comunales que dejaron huella en nuestras vidas y en cada logro para mejorar nuestra cotidianidad.

Planta de Tratamiento de agua potable. Foto Acueducto Comunitario Montecarlo Alto

Hoy le hallo la razón a mi padre, “lo vivido es lo aprendido”, ya que, gracias a todas estas vivencias, conocí la importancia del cuidado de la bocatoma, pues esta es la principal generadora de agua, allí se recoge el líquido en una canaleta y se transporta por los tubos que nuestros padres muy cuidadosamente colgaban y enterraban, y que actualmente desembocan en unos tanques en los que se  quedan los materiales de arrastre y las partículas más pesadas, para luego continuar su recorrido por mas tubos hasta llegar a nuestra planta de tratamiento, entonces sigue por más conductos y llega a su destino final, que son nuestras llaves en casa, esas que a diario abrimos para poder bañarnos, cocinar, calmar nuestra sed, lavar nuestra ropa, asear nuestra vivienda… He aquí porque el agua es vida.

Escrito por: Adriana Baquero, presidenta de Acer Agua Viva y representante del acueducto comunitario de Montecarlo Alto.

Ni hizo ni dejó hacer

En el 2012 se acercó mi vecino, Ernesto Cárdenas, me saludó y me dijo que me inscribiera en una plancha que tenía, pero le faltaba una persona, entonces acepté. Luego se realizaron las elecciones y resulté siendo nombrado delegado del acueducto. Sentí alegría, iba a tener contacto con la naturaleza. Visitando la bocatoma, respiré aire fresco, escuché el chillido de los micos y el canto de las aves.

Dos años después de mi nombramiento, contratamos obreros para hacer algunos arreglos, trasladamos la cocina, pavimentamos alrededor de los tanques y pintamos. Lo más memorable de estos trabajos sucedió el 13 de mayo de 2014, ese día, mientras degustábamos de un suave tinto, decidíamos los últimos detalles de las adecuaciones, en la reunión hacíamos presencia el administrador, Ernesto Cárdenas; el fontanero, Jorge Garzón; el ayudante, Antonio Roa y yo, que había preparado la bebida y siempre apoyaba, aconsejaba y animaba al administrador, pues era mi deseo tener un buen acueducto, no solo para mi sino para la comunidad.

El humo que se elevaba de nuestro tintos de pronto empezó a esfumarse, escuchamos truenos y estruendos. Al ver hacia arriba, asombrados y con pánico descubrimos que se nos venía una avalancha y corrimos peña arriba. Al estar en la parte alta, miramos unas rocas grandes entre los tanques y el agua corría por donde estaba la cocina. Ya cuando pudimos bajar dimos gracias a Dios, pues estábamos bien, pero la comunidad sin agua, entonces fuimos a avisar lo que había sucedido y formamos una delegación de diez personas para que le insistiera a la presidenta de la JAC en comprar un lote y poder tratar el agua, ella tenía un dinero de la comunidad, el cual pudimos recuperar con ayuda de la Oficina de Participación Ciudadana. Al final pudimos obtener un terreno y seguimos la lucha. También recuperamos un dinero que había quedado años atrás en el Banco Agrario, y negociamos una planta semicompacta, lo que nos faltaba, nos comprometimos a pagarlo por cuotas. Con la planta hemos tenido una mejor calidad de agua, porque antes, cuando llovía nos llegaba barro, arena y pedazos de hojas.

En el año 2016 me volvieron a inscribir en una plancha, pero esta perdió las elecciones, sin embargo, volví a ser designado como delegado del acueducto. Nuestra lucha por defender el acueducto continuó y recibimos el apoyo de Censat Agua Viva, la cual apoyaba la organización social Gramalote. Con la unión de estas dos entidades se creó Acueductos Comunitarios en Red (Acer Agua Viva), y hoy en día continuamos defendiendo nuestro patrimonio en pro de la gestión comunitaria del agua.

 Escrito por: Elías Baquero, delegado del acueducto comunitario de Montecarlo Alto.

Si quieres conocer más historias de los acueductos comunitarios en Villavicencio, échale un vistazo a la revista realizada por ACER con apoyo de Censat Agua Viva Amigos de la Tierra Colombia y Terre Des Hommes, y bajo la edición de El Cuarto Mosquetero. Puedes descargarla aquí: Lucha y resistencia por la gestión comunitaria del agua en el Meta

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