Las visitas técnicas a distancia

Para completar los $36.000.000 por familia que corresponde a lo pactado en el programa de sustitución que de haberse cumplido a cabalidad y en los 29 meses establecidos, pudo haber sido un programa ejemplo de sustitución a nivel mundial, había en dos momentos en el desarrollo del programa un rubro de $1.600.000 por familia para asistencia técnica integral.

Es decir, desde el momento en el que la familia hacía su proceso de erradicación debía iniciar la asistencia técnica durante cuatro meses para proyectar lo que debía entregarse con el proyecto de autosostenimiento y seguridad alimentaria, seguidamente cuando se desarrollaba el programa de ciclo corto de ingresos rápidos por valor de $9.000.000 y posteriormente en el segundo año cuando salía el proyecto productivo de largo plazo de $10.000.000 debía culminarse también con ese acompañamiento que permitiría que las familias no fracasen al invertir en un producto que para ser rentable depende de variables como el tipo de tierra, clima, oportunidades de comercialización y/o transformación, entre otros factores que determinan la sostenibilidad de este tipo de inversión.

En ese sentido eran alrededor de 12 visitas técnicas por familia, pero no todas las recibieron, algunas por tener las limitantes de suspensiones, estar en áreas protegidas o de PNN, o simplemente por vivir en lugares donde los grupos residuales habían declarado objetivo militar a un gran número de funcionarios. Por ello, aunque a las familias sí les avalúen los $3.200.000, que significaría alrededor de $30.924.800.000 para contratar coordinadores, consultores, técnicos y promotores, no se podría asegurar que las y los beneficiarios del PNIS en su totalidad estén recibiendo asistencia técnica integral.

Frente a eso, Jaime Triana, coordinador nacional del PNIS, confirmó que debido a cuestiones de orden público no han podido llegar a todas las zonas, pero idearon unas escuelas de campo denominadas ECAS, en las que, o en ciertos sectores se reúne al personal para capacitarlos en los diversos tipos de proyectos productivos que podrían tener, o se les envía de manera digital los contenidos de la escuela. Esto ha generado tranquilidad en algunas personas que consideran que por lo menos innovan en otras formas de capacitar a las y los campesinos, mientras que, gran parte de la ciudadanía, denuncia que cada familia tiene condiciones diversas –pues hasta la tierra puede tener ph distinto- y que por ende la asistencia debería realizarse de manera diferenciada, personalizada y específica.

Finalmente, algunos técnicos denunciaron que, los retrasos no sólo han sido con las y los beneficiarios del PNIS, sino que también a ellos les han retrasado los pagos y la contratación. “Nosotros terminamos contrato el 15 de noviembre de 2019 y ese pago nos lo hicieron el 15 de marzo de 2020 con el mes y medio que nos hacía falta. Eso quiere decir que octubre y la mitad de noviembre, nos pagaron hasta después”.

 

Para leer la investigación completa:

La sustitución que no llega, jaque al campesinado del Meta

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