Trazó las calles de su corregimiento, ayudó a conformar al municipio de El Peñón en Santander y tuvo que ver cómo su hija quedaba cuadripléjica al estar en ésta lucha.
Don Luis Galeano, un hombre de estatura promedio, quien ya no camina erguido y debe ayudarse de un bastón para recorrer las calles de su bello pero frío municipio, es un adulto mayor muy querido por todos y todas, ya que toda su vida la dedicó a servir a la comunidad. Para adelantar ésta entrevista fue necesario hablar muy duro o ayudarse de su hija, ya que a sus 94 años, es poco lo que escucha, pero su memoria está totalmente lúcida.
Este campesino, desde temprana edad se interesó por las tareas comunales, por eso casi toda su vida ocupó diversos cargos en la Junta de Acción Comunal, entre ellos fungió de tesorero y de presidente. Él recuerda que no pudo estudiar, puesto que era un privilegio que muy pocos podían darse, dado que en un principio, la educación en el corregimiento de El Peñón del municipio de Bolívar en Santander, inició según recuerda don Luis, en la vereda de Tendidos, en la casa de Domingo Capitán Ariza por parte de un señor llamado Rafael Sandoval, quien cobraba 4 centavos mensualmente, por consiguiente solo quien tenía dinero podía estudiar. Así fue durante aproximadamente dos años, luego personas de la comunidad compraron y donaron el lote donde se construyó la escuela, tiempo después podrían acceder un mayor número de peñoneros y peñoneras de manera gratuita.
En ese tiempo, lo que sería luego “corregimiento” estaba compuesto por viviendas dispersas, ya para la época, el municipio de Bolívar construyó la inspección de Junín y a su vez por ser el paso de camino casi obligatorio, lo que es hoy el casco urbano de El Peñón iba tomando relevancia. Es así como el padre Silvestre Gómez, párroco de Bolívar, compró un lote y lo partió en solares. En ese tiempo tenían que valerse de las visitas parroquiales de los sacerdotes de Bolívar para avanzar en garantía de derechos, pero no contaban con un sacerdote de tiempo completo, solo fue hasta el año 1958 que crearon la primera Parroquia.
La importancia de la iglesia católica en el municipio de El Peñón, radica en que motivaron la construcción de importantes obras para el municipio, e incluso, lideraron junto a otros campesinos/as del corregimiento, la creación del municipio. Una representación de ello, fue la labor del padre Luis Alcides Higuera, quien hizo parte activa de la delegación que estaba haciendo el papeleo para alcanzar la anhelada independencia. Él supo ganarse el apoyo del senador de esa época, Feisal Mustafá Barbosa -el parlamentario fue asesinado en el municipio de Landázuri al parecer a manos de grupos guerrilleros- para alcanzar en el año 1993, que mediante decreto se creara así el municipio más joven de Santander.
Sin embargo, para hablar de la creación del municipio de El Peñón, debemos remontarnos a varios años atrás -no tanto como para hablar de la colonización, que ojalá algún día ya sea El Cuarto Mosquetero, u otros investigadores, pudieran hacerlo- cuando en una de las visitas que solía hacer el padre Eliseo Pinilla, incentivó a que la comunidad se configurara como Junta de Acción Comunal (JAC), lo que fue la mejor decisión según recuerdan, ya que todas las obras y actividades adelantadas antes de 1993, fueron realizadas por esos comuneros/as que querían generar condiciones de vida digna en un corregimiento en total estado de abandono por parte de todas las autoridades, especialmente de su responsable, el municipio de Bolívar.
Don Luis recuerda que, en esa época hablaron con Ciro Antonio Güiza, un líder nato – quien daría su vida en éste proceso – ya que como él había sido alcalde de otros municipios como Santa Elena del Opón, y era también dignatario de la JAC, podía orientarlos para que sacaran adelante el proceso de independizarse de Bolívar, y así empezaron, había múltiples líderes en ésta tarea e iniciaron las salidas a Bucaramanga, para encontrar la forma de ser apoyados “fuimos allá y sucede que se logró de hablar allá con el presidente de la Asamblea y él dijo que sí se podía (…) en eso se llevó de que teníamos que hacer unas diligencias ahí cerca de la Gobernación, se nos ofreció tomarnos un tinto, cuando apareció un sicario” rememora con tristeza el señor Galeano.
Es así como sufrieron una primera tragedia en el marco de la creación del municipio -porque, El Peñón ya venía sufriendo por diferentes asesinatos sistemáticos a causa de la presencia de grupos armados en todo el municipio- la delegación que había asistido a Bucaramanga para aclarar algunos temas de cómo fundar a El Peñón, en el año 1986, sufrió un ataque a manos de sicarios, en el que murió el líder más importante de la época en El Peñón, Ciro Antonio Güiza, su amigo Nicacio Jeréz -esposo de su sobrina- y el hijo mayor de Nicacio y doña Rosaura, Over Yesid, quien era un joven apasionado que se había empezado a interesar por la fundación del municipio, y estaba el día, la hora y el lugar equivocado, ya que su madre imaginaba que él estaba donde uno de sus familiares y no en esa reunión.
En éste ataque también fue herida de gravedad la hija de don Luis Galeano, Marinita, como le gusta que la llamen, y quien en ese tiempo como trabajaba en la Casa Cural, se había apasionado por las tareas de fundación de El Peñón. En ese ataque quedó cuadripléjica –lleva actualmente más de 30 años postrada en una cama- y tuvo que pasar mucho tiempo en recuperación. Finalmente, doña Romelia Galeano recibió un tiro que por poco le daña de manera irreparable su vejiga. La memoria de éste adulto mayor de 94 años parece ser inexacta en algunos momentos, por cuanto no recuerda el lugar en el que se encontraba en ese instante, lo cierto es que él se había retirado de la mesa, y por ello se salvó de milagro.
Éste hecho todavía no ha sido esclarecido, en la época, las autoridades de Bucaramanga les informaron a los familiares de las víctimas que los habían asesinado porque supuestamente fueron tildados de integrantes de la Unión Patriótica -hecho que no era cierto-; la otra versión es que se debía al hecho que tuvieran liderazgos tan fuertes y buscaran la independización del municipio, lo único que puede decir con cierta seguridad don Luis y la mayoría de habitantes de El Peñón, es que fue un ataque perpetrado por grupos paramilitares.
Leer más:
Pero en ésta etapa de la historia, con todo lo que ya habían arriesgado no podían echarse para atrás, así que junto con otro importante líder del municipio, Alirio Vargas, empezaron a reunirse a escondidas, a dialogar con más personas y decidieron seguir adelante, soñaban con no seguir siendo un corregimiento y no sufrir tanto a la hora de adelantar obras.
Según recuerda, Dios lo iluminó para mostrarle el camino a seguir, continuar trabajando por la fundación de El Peñón. Se había ido el padre Alfredo Mogollón y había llegado el sacerdote Alcides Higuera, quien mostró su total disposición por unirse a la causa, pero aclaró que no contaba con dinero para trasladarse a Bucaramanga, por lo que empezaron a utilizar los recursos del bono de la cerveza –cobraban 20 centavos por cada botella que vendían los comerciantes, quienes atendían a la decisión comunitaria, ya que el impuesto no se lo tributaban al municipio de Bolívar, sino lo iba acumulando la JAC para adelantar obras de beneficio colectivo en el corregimiento- con lo cual tuvieron por un tiempo para hacer las “vueltas”.
Las vivencias de don Luis también nos acercan a una realidad dolorosa que vivió no solo el municipio de El Peñón, sino también el país, y es el hecho de la cercanía que tuvieron algunos militares con grupos paramilitares o que fueron promotores al parecer de grupos de autodefensas. “Me dijeron que tenía que hacerme cargo a un poco de armas y entonces yo pregunté el objetivo de las armas, con qué fin usarlas, me dijeron que eso era para matar gente y entonces yo le dije al comandante que a mí me da mucha lástima matar una gallina con mayor razón matar una persona” ante lo cual le dijeron que le daban ocho días para irse del municipio o lo mataban. El señor Galeano no se fue, pero efectivamente aparecieron, al verlo, él salió a correr mientras ellos le gritaban “viejo hijueputa, ahora se esconde el hijueputa”, dispararon e hirieron a otra persona, pero él alcanzó a resguardarse en su hogar, ante el hecho se fue unos meses, ya que él prefería alejarse del pueblo un tiempo mientras las cosas se calmaban, que irse a “cazar guerrilleros al Otoval”.
Para terminar, hay una faceta de la vida de don Luis Galeano que se encontrarán en otros apartados de la historia del municipio de El Peñón y es que, él ayudó a trazar todas las calles del perímetro urbano, pero también de algunas veredas como San Francisco, donde incluso la comunidad guarda un mapa modificado posteriormente por un arquitecto del municipio, pero que conservaba lo creado por éste urbanista empírico. “Ese trazado de las calles de El Peñón las hice mi persona, algunos estuvieron de acuerdo y otros me amenazaron, pero yo abrí las calles y yo tracé la plaza, las calles de allá arriba, de abajo, yo tracé todo con ayuda de don Marcos Aguilar y Clemencia Hernández, quienes me alimentaban” explicó, recordando que él guardó durante mucho tiempo los croquis hechos a mano, pero los ratones se los comieron.
Éste hombre que toda su vida la dedicó a aportar al municipio, quien tuvo que ver a su hija postrada teniendo tan solo un poco más de 20 años, y quien además sufrió muchas amenazas y miedo, manifiesta que a pesar de todo lo que tuvo que pasar, se siente feliz, tranquilo y especialmente, viviendo sin rencor, “yo me siento feliz y le doy gracias a mi Dios porque yo todo lo he dicho, los muertos que hubo y la sangre derramada que aunque dolorosa, nos sirve para el presente que vivimos y también nos sirve para poder tener este futuro” finaliza don Luis.