Cultivo de cannabis en Colombia: de estigmatización a promesa de potencia económica

Pocos recuerdos tiene Fabian Ospina de su vida en Itagüí. A sus cinco años se fue junto a sus padres a Manizales y allí fue donde, muchos años después, tuvo su primer acercamiento con la marihuana, esa planta tabú que existe desde antes de que la humanidad se organizara en complejos sistemas sociales para instaurar un orden a la cotidianidad. La cannabis sativa, como también se le conoce por ser su nombre científico, es originaria de Asía central, específicamente en lo que hoy se conoce como China.

De acuerdo con una investigación de la Universidad de Laussane, en Suiza, la relación de la humanidad con la cannabis data de hace 12 mil años. Fue un proceso que al igual que pasó con el trigo y otros cereales, involucró esfuerzos textiles y desarrollo del conocimiento médico tradicional al este de Asia de manera paulatina.

Fotografía de Vladimir Encina

La marihuana en Colombia

Posteriormente, el cannabis se trasladó hasta diferentes poblados. “Así comenzó esta relación de amor de miles de años hasta la llegada del siglo XX, cuando se convirtió en odio y llegó la prohibición”, afirma el artículo “Cannabis: la historia de la hipocresía humana”, de la revista Eldiario.es.

Pero el cannabis se hizo mundialmente famoso por ser un psicotrópico, generando una satanización religiosa, que escaló en prohibición, estigmatización, persecución y violencia, motivo por el que Fabián se fue de su ciudad natal. Sus padres trabajaban como policías en la Antioquía de inicios de los años 90, cuando Pablo Escobar encabezaba el horror y crimen organizado del país.

Pero la marihuana llegó y se extendió en Colombia mucho antes por el aumento en su uso durante el counterculture norteamericano – valores, tendencias y formas sociales opuestas a las establecidas en una sociedad- de los años 60, afirma el artículo La «prehistoria» de la marihuana en Colombia: Consumo y cultivos entre los años 30 y 60. Pero también, existía ya un mercado relevante para el consumo doméstico en el país.

Fotografía de Vladimir Encina
Fotografía de Vladimir Encina

Una Antioquia marcada por el narcotráfico y el hecho de tener que buscar hogar en otro lugar, cargó de un gran prejuicio a los padres de Fabián hacia el cannabis, lo que complicó su posterior gusto hacia la planta. Pero su primer contacto con la marihuana lo recuerda con jocosidad. Teniendo 15 años decidió validar sus estudios de bachillerato porque soñaba con ser futbolista y requería tiempo para sus entrenamientos. Durante sus clases conoció a un amigo a quien vio que le dieron una torta, que según le dijo él, era de vainilla, pero Fabián dudó al instante. Cuando salieron del instituto donde estudiaban, él le confesó que en realidad la torta era de marihuana. En ese momento la probó pero no le convenció ni el sabor ni la sensación, tuvo un “mal viaje”.

Sin embargo, la curiosidad de Fabián continuó, así que con un amigo de su barrio, tuvo un nuevo acercamiento al cannabis. “Esto de verdad parece que diera superpoderes”, pensó cuando sintió el efecto de la planta. A los 19 años decidió abandonar su sueño de ser futbolista “Eso es muy duro y si uno no tiene plata o si no se ofrece algo sexual, (…) si no tienes un contacto muy bueno o alguien que tenga plata” no se puede surgir, afirmó. Lo que sí se mantuvo en su vida, fue la marihuana.

Autocultivo, legalidad y autocuidado

Fue un proceso de autocontrol en el que aprendió a entender la planta y el contexto en el que la consumía. Fabián supo que no quería seguir contribuyendo al narcotráfico y menos obteniendo marihuana de dudosa manipulación y procedencia. Es por eso que, tras investigar y descubrir que el cannabis puede consumirse de manera orgánica, consciente y responsable -no sólo para fines recreativos-, decidió empezar un autocultivo con el que lleva 13 de sus 35 años de vida.

Fotografía de Vladimir Encina
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A partir del 2017 el Gobierno Nacional finalizó el proceso de reglamentación para la fabricación, uso de semillas y cultivo de cannabis para fines medicinales y científicos, a través del Decreto 613. De esta manera, la expedición de licencias de fabricación de derivados del cannabis, está a cargo del Ministerio de Salud y Protección Social.

Un año antes, en 2016, Colombia aprobó la Ley 1787 legalizando así los productos de marihuana medicinal.

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Posteriormente, se dio vía libre a la dosis personal bajo estrictas restricciones. El artículo 49 de la Constitución Política de Colombia, señala que “el porte y el consumo de sustancias estupefacientes o psicotrópicas está prohibida, salvo prescripción médica…”, es por esto que la normatividad penal ha llevado a cabo las sanciones pertinentes a quienes lleven consigo cualquier cantidad de sustancia, incluso la que correspondería a la dosis personal, en caso de que dicha posesión tenga como objeto la comercialización, venta, e incluso la distribución gratuita del estupefaciente o psicotrópico.

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Según la Ley 30 de 1986, la dosis para uso personal no puede exceder los 20 gramos; mientras que la de marihuana hachís que no puede pasar los 5 gramos. Si dicha cantidad es para el consumo propio y no para comercializar, vender o distribuir así sea de manera gratuita, no se infiere que se incurra en delito alguno, dado que no se estaría afectando el bien jurídico tutelado de la salud pública previsto en el artículo 376 del Código Penal.

Antes de esta normatividad legal, Fabián constantemente se proyectaba yéndose a un país en el que el uso del cannabis no tuviera repercusiones o sanciones legales y poder vivir de este. Pero realizar ese sueño no era algo que su situación económica le permitiera, así que, para sobrevivir trabajó en construcción, conducción y como vendedor de tenis, quesos y artesanías.

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A sus 23 años, cansado de la vida citadina y augurando un mejor futuro, se estableció en el campo trabajando como jornalero. Actualmente vive en una finca con su mamá de 66 años, su papá de 75 y su hijo de 17, donde siembra yuca, arracacha, cilantro, maíz, brócoli, ají, chachafruto, naranja y además crían gallinas y cerdos, con el fin de garantizar en gran medida su soberanía alimentaria.

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Cannabis como potencia económica

Además, con el inicio de su vida en el campo, vino la posibilidad de establecer su autocultivo el cual logró mantener pese a las restricciones legales, que cuando ya no representaron una barrera, decidió convertirlo en su forma de sustento uniéndose, desde hace tres años, a Cannabis Farmaceútica, “una empresa pequeña dentro de las grandes porque toda la inversión es colombiana con personas camelladoras que estamos detrás de ese sueño, de vivir del cannabis”, mencionó. El lugar está ubicado en la vereda San Peregrino de Manizales.

Pese a que el mercado de cannabis en Colombia aún no ha despegado, los productos de CBD (sustancia química del cannabis que está aprobada como medicamento para las convulsiones) están prosperando gracias a los requisitos normativos. Pero no es una tarea fácil, las empresas pueden enfrentarse a desafíos en lo que respecta al uso y tenencia de la tierra y la crisis económica que atraviesa el país.

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A principios de diciembre del 2022, el Senado aprobó en cuarto debate la regulación del cannabis de uso adulto en el país, lo que representa otro avance en el camino iniciado en 2016 con la legalización del uso medicinal de la planta, lo que ha permitido a Cannabis Farmaceútica hacerse un lugar dentro de la creciente industria de esta planta para uso medicinal. Colombia podría convertirse en una potencia dentro de este campo, pues sus climas y abundante agua le permite tener cultivos de cannabis en la mayoría de sus territorios.

Según Groweiq, las exportaciones latinoamericanas de cannabis tienen el potencial de ser un mercado de 6.000 millones de dólares, pues este cuenta con un entorno natural que permite el cultivo de la planta con costos bajos y sus exportaciones podrían reducir la necesidad de prácticas de cultivo más intensivas en naciones como Canadá.

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En el caso de Colombia, de acuerdo con Cannabis Business Times, la producción de un gramo de flor de cannabis cuesta menos de 0,50 dólares, mientras que en Canadá el coste suele ser superior a 1 dólar.

Según la ONU, aproximadamente 200 millones de personas consumieron cannabis en 2019, lo que representa el 4% de la población mundial. Además, informó la organización, el número de consumidores de cannabis ha aumentado casi un 18% en la última década. En el caso de Colombia, alrededor de 800 mil personas, es decir el 3,4% de la población entre 12 y 65 años, ha consumido sustancias ilícitas durante el 2020, reveló el Estudio Nacional de Consumo de Sustancias Psicoactivas del Ministerio de Justicia.

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Un gran porcentaje de las y los consumidores no conocen la procedencia de lo que consumen o se exponen yendo a lugares peligrosos para poder conseguir marihuana. Por ejemplo, Liliana Sandoval, una administradora ambiental de Pereira que desde hace 10 años consume cannabis, relató que inicialmente su consumo era meramente recreativo y se exponía al peligro trasladándose a la “olla” para conseguir su dosis.

Y es que, como sucede con cualquier otra droga, el exceso trae serias consecuencias tanto físicas como psicológicas, por eso es muy importante conocer el origen de la marihuana que se va a consumir, pues la que está en entornos de narcotráfico, generalmente ha sido aumentada con productos químicos y tóxicos. De ahí la importancia de la regulación.

Licencias para la manipulación y posesión de cannabis

Hoy Cannabis Farmaceútica, está conformada por dos abogados y un ingeniero civil quienes aportan el terreno y capital mientras que Fabián, que es estudiante de agronomía y tiene experiencia en el cuidado de cannabis es el jefe de cultivo y junto a un compañero, siembra y vela por cerca de cuatro mil plantas que, pese a contar con las licencias exigidas por la ley, causa cierto espanto a personas externas que de inmediato piensan que se trata de microtráfico. Incluso han tenido presencia de la Sijín pero al mostrar la documentación en regla, se van sin más. De ahí que Fabián vea un largo camino para culturizar a la sociedad sobre los diversos usos y efectos del cannabis, pero cree que esta era de fácil acceso a la información a través de herramientas digitales, podrían ser la clave para acabar con la estigmatización frente a la marihuana.

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En Colombia, existen cuatro tipos de licencias de cannabis que son controladas por el Ministerio de Justicia, el Ministerio de Salud y la Dirección Nacional de Psicotrópicos. El ICA y el INVIMA también pueden participar en función del tipo de licencia, según explica Groweriq.

Las licencias son:

Licencia para la Fabricación de Derivados del Cannabis

Licencia para el uso de Semillas de Cannabis para la Plantación y el Cultivo

Licencia para el Cultivo de Plantas de Cannabis Psicoactivas

Licencia para el Cultivo de Plantas de Cannabis No Psicoactivas

Cannabis Farmacéutica tiene las tres últimas, para obtenerlas es necesario presentar el pago de las tasas de tramitación. Además, la licencia requiere una declaración jurada de ingresos y un documento de identificación ya sea personal o jurídico.

Fotografía de Vladimir Encina
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Con la regulación del uso del cannabis, Fabián está viviendo su sueño: tener y vivir del cultivo de marihuana de manera legal, aportando a la generación de empleo y mejoramiento de la economía. “No es una droga sino un fármaco que va ayudar a la humanidad tanto en salud como económicamente”, mencionó. Incluso sus padres, tras años de ver su proceso y relación con el cannabis, desvanecieron sus prejuicios y se animaron a acercarse a la marihuana. Su mamá la consume en gotas porque le ayuda a descansar y aliviar los dolores de artritis en las manos y del hombro izquierdo, el cual se fracturó hace cinco años. Por su parte, su papá se lo aplica en forma de alcohol en las manos y en las piernas, pues le ayuda a relajarse.

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Consumo consciente y responsable

Pero, tampoco es que Fabián se sueñe un país en el que todos y todas se conviertan en consumidoras, tiene claro que es una decisión personal y que el “no obligar, no inducir, no invadir”, son premisas que deben aplicarse para respetar la perspectiva y relación que cada quien se dispone a tener con la planta.

Fotografía de Vladimir Encina
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De hecho, Astro Grow & Smoke, enlistó siete tips para el consumo responsable de marihuana:

  1. Conoce lo que vas a fumar

Como ya se mencionó antes, es importante conocer el origen del cannabis a consumir. Lo ideal es comprar las semillas para cultivarlas.

  1. Mejor sola que mal acompañada

Se debe evitar combinar el consumo de marihuana con otras drogas. Las drogas sintéticas como la cocaína, la metanfetamina y otras similares, tienen composiciones muy variadas. No es posible saber qué efecto van a producir en contacto con el cannabis hasta que ya se esté experimentando.

  1. No manejes volado

Estar bajo los efectos del cannabis puede provocar una sensación de pérdida del control del cuerpo, por lo que, si en este estado se cruza un auto o un peatón mientras se está conduciendo, no se podrá reaccionar tan rápida y eficazmente como si se estuviera sobrio.

  1. ¿Estás chiquito? mejor esperar

Según un informe de la OMS de 2016, el consumo de cannabis prolongado a lo largo del tiempo genera problemas temporales de atención, aprendizaje, memoria y dificultad para seguir ideas. Esto ocurre tanto en adultos como en adolescentes, pero en éstos es más común que los síntomas persistan a pesar de pasar por un periodo de abstinencia.

El cerebro no termina de desarrollarse completamente hasta los 21-23 años, por eso, los adolescentes son mucho más vulnerables a los efectos nocivos de la marihuana. Además, este es un periodo de mucha incertidumbre, donde se es más propenso a buscar formas de evadir la realidad que puede derivar en una dependencia.

  1. Elige el momento correcto para volar

No es lo mismo fumar en casa con amigos, que antes de una entrevista de trabajo o una presentación en público. Si no hay comodidad es muy probable que venga “la pálida”, o que no se rinda al 100%.

  1. Menos es más

Mientras más aumenta la dosis de consumo, más resistencia se genera. Se puede llegar a un nivel en el que no se siente ningún efecto ni fumando una planta entera. Esto pasa porque los receptores cannabinoides se saturan y ya no pueden conectarse con más cannabinoides para producir el efecto psicoactivo.

En caso de llegar a ese nivel, se debe hacer una desintoxicación. Es decir, pasar por al menos dos días de abstinencia, pero es preferible que sea al menos una semana. Pasado ese tiempo, el sistema endocannabinoide se despeja completamente y el cuerpo queda 100% receptivo para retomar luego con un consumo más responsable de marihuana.

  1. Respeten, porfa

Gran parte del consumo responsable de marihuana incluye no molestar al resto. Al fumar, se debe evitar hacerlo en un lugar cerrado junto a otras personas que no quieran aspirar el humo del cannabis.

Liliana conoció estos tips acerca del consumo consciente y responsable, pero gracias a su carrera en la universidad acercándose a procesos de cultivo, lo que la llevó a replantear su forma de consumo y optó por iniciar un autocultivo. Incluso, desde hace tres años, tiene un espacio colectivo en una finca agroecológica de la vereda Alta Gracia donde siembran el cannabis totalmente orgánico.

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Y no solo eso, el año pasado empezó a sembrar en el patio de su casa, que cuenta con el tamaño y las condiciones adecuadas para tener cultivos, alimentos como frijol, tomate, hortalizas, plátanos, bananos y por supuesto, cannabis, que ahora acoge de manera más profunda, pues le permite hacer una introspección y conectarse con sus emociones.

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Por eso cree que es importante generar espacios públicos de acercamiento con la planta y círculos de palabra, para que la ciudadanía en general pueda entender los beneficios del consumo consciente y responsable del cannabis. De hecho, la Asociación Cannábica Colombiana, que nace del Movimiento Cannábico Colombiano, realizó en 2017 y 2018 una ruta pedagógica del cannabis, con el fin de articular las iniciativas empresariales, sociales y ambientales alrededor de la planta en sus diversos usos. Durante el recorrido, abogados, psicólogos, trabajadores sociales y conocedores de temas relacionados con la marihuana, trabajaron diferentes temáticas en torno al cannabis medicinal y agroindustrial, así como aspectos socio políticos y legales de la planta en Colombia, autocultivo, reducción de riesgos y mitigación de daños. Esto con el fin de crear un escenario de cambio, no solo para las y los consumidores, sino para acabar con el estigma que existe sobre la planta.

Es así que, tanto Liliana como Fabián, creen importante que las y los consumidores se cuestionen el origen del cannabis que consumen, para que, tal como han hecho ellos, busquen alternativas para no aportar a la guerra que tanto dolor y desidia ha dejado en el país.

El narcotráfico como perpetuo verdugo de comunidades vulnerables

Según la columna de opinión de Juan Carlos Garzón, investigador asociado de la Fundación Ideas para la Paz y experto en políticas de seguridad y drogas, en el diario El País, en Colombia las plantaciones, además de expandirse, se calificaron y diversificaron con un mayor contenido de THC (componente psicoactivo del cannabis), teniendo como principal destino el mercado doméstico. «Son cientos las familias cultivadoras de cannabis que se encuentran expuestas al control de facciones criminales y disidencias. Así sucede por ejemplo en el norte del Cauca», dice la columna.

Como si fuera poco, la distribución es manejada por grupos criminales que deciden sobre los precios y la calidad, según afirman las investigaciones de la Fundación Ideas para la Paz y un estudio sobre Medellín realizado por la Universidad de Chicago y EAFIT. Las disidencias de las Farc , el ELN y otros grupos armados al margen de la ley se disputan, además del control del territorio, las rentas del narcotráfico y otros negocios ilegales en varias regiones de Colombia, que en los dos primeros meses del años ha registrado 16 masacres en 10 departamentos, de acuerdo con Indepaz.

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Por eso, durante el encuentro del Movimiento Campesino de Cultivadores de Coca, Amapola y Marihuana – Coccam, en Villa Garzón, Putumayo los pasados 9 y 10 de febrero, se realizó una declaración pública en la que se denunció el incremento de la violencia sociopolítica contra liderazgos sociales y defensores de derechos humanos. “Denunciamos la estigmatización y los operativos de erradicación que se mantienen en el territorio nacional y exigimos que se detengan de inmediato”, dice el comunicado.

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Coccam anunció que concertará con el Gobierno Nacional espacios de participación en los departamentos del Cauca, Putumayo, Nariño y Valle del Cauca como parte de la ruta metodológica para la construcción de la política de drogas. “Reconoceremos la ruta metodológica y la nueva política de drogas, si y sólo si, se garantizan las condiciones para la participación vinculante de todos los sectores y especialmente de las y los cultivadores, recolectores y amedieros de hoja de Coca, Amapola y Marihuana. Así mismo, de quienes hacen su uso y consumo consciente”, señaló la organización, que además exigió que la construcción de la Política Nacional de Drogas se realice de manera participativa e incluyente.

Por su parte, el Gobierno Nacional, con Gustavo Petro como presidente, ha mostrado intenciones de legalizar el consumo del cannabis. «Hablemos: ¿Qué pasa si se legaliza el cannabis en Colombia sin licencias? Como sembrar maíz, como sembrar papa», cuestionó el mandatario durante un encuentro con alcaldes del suroeste del país, donde existen extensas plantaciones ilegales de marihuana.

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Y continuó diciendo: «Si vamos a legalizar el cannabis, ¿vamos a mantener toda esa gente presa en las cárceles hacinada o llegó el momento de soltar mucha gente? (…) se les criminalizó por algo que en buena parte de los Estados Unidos es legal».

Por ejemplo, en el país norteamericano, el presidente Joseph Biden reveló en octubre del año pasado los primeros pasos para la despenalización de esta planta. Incluso perdonó a las y los condenados por posesión de marihuana. El mandatario también anunció que su gobierno buscará la reclasificación de esta sustancia, sacándola de la lista de las más peligrosas. Otros países como Sudáfrica, Uruguay y Canadá han legalizado la marihuana durante los últimos años.

Es por esto que el Petro está dispuesto a reunirse con las y los actores involucrados para discutir y ampliar la legalización de la marihuana. «Reunamos la gente. Incluso que lleguen desarmados los que están armados», expresó.

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Pero, menos de cuatro años de mandato podrían no ser suficientes para llegar a la legalidad total. Sin embargo, teniendo en cuenta los desplazamientos, amenazas y vidas que ha costado, acabar la guerra contra las drogas es un camino necesario que, como quedó demostrado en más de 50 años de conflicto armado, no se ha ganado ni se ganará con persecución y estrategia bélica.

También, la desinformación es un gran factor que juega en contra, pues genera un estigma frente a la investigación y los diversos usos del cannabis, creando brechas para seguir avanzando en procesos de desarrollo social, medicinal e industrial. Es por eso que, el cambio de percepción que hay frente al cannabis puede representar un avance en la regulación y el marco legal y mostrar que, tanto las y los cultivadores como usuarios de la planta no son delincuentes sino ciudadanos y ciudadanas con derechos y deberes.

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El mercado del cannabis, sin tantas exigencias y regulaciones de por medio, es una oportunidad para que Colombia se convierta en uno de los mayores proveedores del mundo. De acuerdo con Grand View Research, la marihuana legal podría alcanzar $146.000 millones de dólares para el año 2025.

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