Con cáncer y en una silla de ruedas, aún mantiene la esperanza, esta es la historia de la villavicense Laura Quimbay

Laura Marcela Quimbay, tiene cáncer de mama, distonía cervical y está en silla de ruedas. Su vida ha estado llena de complicaciones y no cuenta con los recursos económicos para costear sus tratamientos y medicinas, por lo que depende de la solidaridad de las personas que puedan ayudarla en esta difícil situación.

Hace 30 años el cemento y asfalto no habían bañado llanuras y humedales al nivel que ahora ocupa en Villavicencio. Barrios aledaños al río Ocoa como La Vega y Villa Bolívar estaban colmados de altos y ondulados pastizales. Laura Marcela Quimbay, pasó sus días de infancia en una finca cercana a la carretera del Amor, corriendo y jugando entre el monte. También recuerda su niñez viviendo en el sector de La Esperanza. 

A sus 40 años, se define como una mujer soñadora, “echada pa lante” y con muchas metas por cumplir, metas que ha tenido que dejar en pausa debido a un cáncer de mama que empezó a afectar no solo su salud sino su cotidianidad. Antes de que la enfermedad transformara su vida trabajó como auxiliar de enfermería en la ESE Municipal y Departamental durante varios años. 

Ahora su vida transcurre estando postrada en una silla de ruedas -la cual empezó a usar en 2019-, pues la enfermedad hizo metástasis provocándole un cáncer de pulmón, pero lo corrosivo de esta dolencia no terminó ahí. Su columna también resultó afectada, la cual se partió y comprimió la médula. Como si fuera poco, también padece distonía cervical, una afección dolorosa en la que los músculos del cuello se contraen involuntariamente y hacen que la cabeza se tuerza o gire hacia un lado. Hace dos años los médicos la desahuciaron pero ella se mantiene aferrada a la vida. “Para Dios no hay nada imposible, por aquí todavía sigo luchando por mi vida y por la de mis hijos”, comentó a El Cuarto Mosquetero. Dada su condición, no puede trabajar, su madre es una mujer mayor y tiene cuatro hijos bajo su cuidado, por lo cual sus recursos económicos son limitados. 

Le puede interesar: Amnesia, negligencia y esperanza, el drama de José Jaimes y su familia en Guamal, Meta

En su lucha ha estado a su lado su mamá de manera incondicional junto a otras personas que ocasionalmente le brindan su apoyo, resalta el acompañamiento de la fundación ‘Tejiendo desde el corazón’. Pero así como se le han cruzado “ángeles en el camino”, las dificultades no faltan, la mayor de estas es Medimas, la EPS a la que se encuentra afiliada. Su experiencia con esta entidad no ha sido grata, pues según dijo, se le negó la aplicación de un medicamento para tratar su distonía cervical y no le han dado cita con el neurólogo. Con su tratamiento para el cáncer, tampoco ha visto interés por parte de la empresa de salud. “Yo no estoy muerta por la misericordia de papá Dios, porque por salud, llevo ya dos años sin quimio”, afirmó Quimbay.

Considera que lo más difícil de esta experiencia es estar unida todos los días a una silla de ruedas, pues no puede valerse por sí misma y mucho menos trabajar. La tristeza le invade con frecuencia pero afirma no querer renegar porque la pesadumbre sería peor. No puede hacer mucho para distraerse debido a su condición pero trata de alegrarse a ratos escuchando música cristiana o baladas. Otras veces prefiere leer la biblia o ver televisión. 

Aunque no puede movilizarse libremente, desde su cama o silla de ruedas, ha procurado criar a sus hijos, porque quiere darles fortaleza a través de la dura prueba que está viviendo. También se mantiene pendiente de sus estudios, labor que se le ha facilitado con la educación virtual que ha obligado a adoptar la pandemia en todo el país. Dos de sus hijos, ya cumplieron la mayoría de edad y tienen sus vidas aparte. Pero aún están bajo su cuidado Lina Sofía, de 15 años; Laura Carolina, de 12; Andrés David, de 10; y María de los Ángeles, de 3, a quienes sueña ver siempre felices y triunfando en sus metas.  

Al lado de su familia y amigos, y con los pocos pasatiempos que puede tener, ha podido mantener la cordura, especialmente aferrada a Dios, en quien tiene una profunda fe, en él depositó todas sus esperanzas de volver a caminar, trabajar y ver crecer a sus hijos. “Para mi Señor no hay nada imposible y si él algún día quiere pararme de esta silla, lo va lograr. Pero yo estoy a su voluntad”, mencionó.

Si quieres ayudar a Laura Marcela, puedes comunicarte al 313 3265930. 

Solo los administradores pueden añadir usuarios.