Este 2021, el Samán cumple 107 años de vida, pero puede llegar a vivir 500. Sus últimas décadas han sido de agonía en consecuencia a la forzosa infraestructura moderna. Hoy se unen esfuerzos para salvarlo.
No existe una teoría certera sobre el origen del icónico árbol Samán ubicado en la plaza Los Libertadores, pero sí una que de la que se tomó la fecha oficial para celebrar su cumpleaños, se trata de una una entrevista realizada en 1991 a Nicolás Prieto, un habitante de Villavicencio en esa época, en la que relata que el ejemplar leñoso fue plantado el 3 de mayo de 1914, día que se adoptó en el 2004 para conmemorar su vida.
La historia de este árbol ha estado cargada de cambios trascendentales. En torno a él, la plaza pasó por diversos nombres: San Pablo, Sucre, Santander y Bolívar, hasta que al final quedó bautizada Los Libertadores. El lugar primero fue un extenso pedregal que llegó a servir de basurero cuando la Policía se descuidaba. En 1918, se constituyó como parque y meses después se colmó de flores, que eran cuidadas por las mujeres del pueblo, según se lee en el libro “Lo que nos contó el abuelito”, de Mauricio Dieres Monplaisir.
La presencia vital pero apaciguada y silenciosa del Samán, ha sido denigrada durante las últimas décadas por la selva de concreto arrastrada por la modernidad. En 2004, la Gobernación del Meta abarrotó el suelo de la plaza con cemento y tres años después, la ciudadanía notó un cambio deplorable en el árbol. La preocupación fue tanta que en su momento, el ambientalista y representante de Cabildo Verde, Nelson Vivas, denunció que la remodelación del parque ahogó las raíces de la planta.
En el 2012, durante la Alcaldía de Juan Guillermo Zuluaga -ahora Gobernador del Meta-, se realizó junto a Cormacarena, una visita de campo para verificar el estado físico del Samán con el fin de determinar si existe la posibilidad de recuperarse. Sin embargo, los esfuerzos no han sido suficientes, el árbol sigue mostrando un aspecto de deterioro continuo y el temor de su muerte sigue latente.
El Cuarto Mosquetero conversó con Nelson Vivas, quien recordó la oposición rotunda de Cabildo Verde cuando el entonces gobernador del Meta, Luis Carlos Torres, presentó el proyecto de pavimentación del parque. Sin embargo, la obra fue adjudicada a dos contratistas y la construcción se llevó a cabo. El ambientalista se cuestiona si la decisión respondió a una cuota política, pues Torres cuenta con antecedentes penales y disciplinarios. En el 2000, fue capturado por la Fiscalía presuntas irregularidades en la celebración de contratos por cuantía superior a los 2.000 millones de pesos, cuando se desempeñó como presidente de la Asamblea del Meta y en 2008 la Procuraduría lo inhabilitó por 10 años tras considerar que, siendo gobernador, dejó en manos de terceros los procesos licitatorios, la celebración de contratos y convenios en el departamento que a él le correspondía liderar. Cabe recalcar que en 2011, el ente de control suspendió la inhabilidad tomando en cuenta una sentencia del Consejo de Estado que argumentaba que no existía ningún impedimento legal para la creación de unidades administrativas con personería jurídica que se encargaran de ese tema.
La veracidad en estas acusaciones aún tambalea, pero lo que sí es cierto, es que antes de ser sus raíces cubiertas con cemento, en el parque predominaba la zona blanda sobre el área dura, lo que permitía la filtración del agua para ser absorbida por sus raíces y mantenerse frondoso y sobretodo, vigoroso.
La corpulenta planta está por cumplir 107 años de vida, pero aún es joven. El Samán es de crecimiento lento, sus raíces son superficiales y su existencia puede prolongarse hasta por 500 años. Tiene forma de un extenso paraguas, y su copa llega a medir más de 50 metros de diámetro y crece hasta los 20 metros de altura. También es conocido cómo el ‘árbol de la lluvia’, porque cierra sus hojas cuando percibe señales de lluvia. También cuándo el cielo se torna oscuro o se avecina una tormenta. De esta manera se resguarda ante estos hechos naturales.
Este árbol escasamente tiene requerimientos para adaptarse a las condiciones del terreno, es tolerante a niveles altos de alcalinidad y acidez e incluso resiste la sequía y cuando ya pasa a la etapa de la madurez, puede soportar charcos a su alrededor. Pero difícilmente podría aguantar mucho tiempo en pie teniendo bloqueado el acceso a su fuente de vida. Es por eso que, recientemente, se tomó una decisión contundente para salvar al emblemático Samán de la plaza Los Libertadores.
La Gobernación del Meta junto al Ejército Nacional, han empezado a tumbar el concreto que le frenaba la vida al mítico árbol. «Comenzamos acciones para la restauración y cuidado del simbólico árbol Samán del parque. (…) Por eso vamos a modificar la estructura que rodea el árbol para fortalecer el aspecto fitosanitario de la especie arbórea que se encuentra débil por falta de nutrientes», señaló Sergio Iván Muñoz, secretario de Ambiente del Meta
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Hace unos años, la idea de remover el concreto del parque parecía inadmisible. El periodista Gabriel Parrado, propuso hace unos años en varios medios de comunicación que ciudadanos/as ambientalistas inconformes con la remodelación del parque, acudieran al lugar con picas, barras, barretones y taladros para romper ese pavimento. Sin embargo, lo tildaron de loco, y las autoridades le recomendaron que no lo hiciera, pues podrían aplicarle una cuantiosa multa.
Se necesitó esperar a ver una agonía palpable para que las entidades competentes tomaran acciones contundentes para rescatar el árbol insignia, no solo de la plaza Los Libertadores, sino de la capital del Meta. Aún queda la esperanza de que, con lo que se está haciendo desde la institucionalidad, Villavicencio cuente con la belleza y bondades del Samán, por otros siglos más.