Adultos funcionales: una deuda histórica de los hombres en los trabajos del hogar

En mi pueblo, Rincón Del Mar, el machismo se hace presente en la vida cotidiana. Desde pequeñas, las mujeres han aprendido que ciertas tareas son «cosas de mujeres», mientras que los hombres son educados para pensar que barrer, lavar platos o hacer la cama no les corresponde. Esta división de roles, impuesta por el patriarcado, ha moldeado sus pensamientos y actitudes a lo largo de los años.
 
Cuando un hombre realiza tareas domésticas, se convierte en un espectáculo raro. A menudo, las mujeres lo elogian con sorpresa, como si hubiera hecho algo extraordinario. Pero surge la pregunta: ¿es realmente necesario resaltar estas labores? Todas las personas, sin importar su género, tienen obligaciones en casa y deberían compartirlas sin necesidad de recibir un aplauso por ello, o acaso ¿no son adultos funcionales?
 
La cultura del machismo ha llevado a normalizar prácticas que mantienen esta situación. Muchos hombres temen realizar estas tareas por miedo a ser señalados por sus amistades, las cuales pueden cuestionar su «masculinidad». Esta situación plantea una reflexión: ¿hasta qué punto se ha aceptado y normalizado esta división de estereotipos de género?
 

Además, es importante considerar el impacto del trabajo no remunerado que realizan las mujeres en el hogar. Según un estudio de el Departamento Administrativo Nacional de Estadística-DANE, las mujeres trabajan aproximadamente 55,000 horas al año en tareas domésticas, mientras que los hombres 41.000, lo que pone de manifiesto la carga desproporcionada que soportan. Esta realidad no sólo limita su tiempo y oportunidades, sino que perpetúa la desigualdad de género.

Es momento de replantear las costumbres y reconocer que el hogar es una responsabilidad compartida, es una deuda histórica de los hombres en hacerse cargo de sus responsabilidades en las tareas del hogar. Cambiar esta mentalidad no sólo beneficia a las mujeres, sino que también libera a los hombres de un peso que no les corresponde cargar. La equidad comienza en casa, y sólo así se podrá desmantelar las estructuras del patriarcado que limitan otras posibilidades para lograr el reconocimiento, la disminución y remuneración de los trabajos del hogar.

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