Trabajar por la visibilización y reivindicación de los derechos de las y los LGBTI, puede ser causal de estigmatización o inclusive de muerte, más si el activismo se hace en territorios demasiado conservadores o en la ruralidad. Estas son algunas de las dificultades que ha enfrentado Carlos Buriticá, quien a sus 39 años, es un líder social, que seguirá abogando por el derecho a vivir respetando la diversidad.
¿Quién es Carlos Buriticá?
Carlos Buriticá es un hombre gay, sociólogo, campesino, activista LGBTI. Una persona enamorada de las montañas, a quien le gusta caminar, conversar, y quien extraña profundamente la vida en el campo.
¿A qué se dedica?
Me dedico a dos proyectos personales: una investigación de los derechos humanos de la población LGBTI en Caldas, y me estoy preparando para mi regreso a vivir en el campo.
¿Cómo nace ese interés por el activismo LGBTI?
Mi interés inicia a partir de los años 2011 y 2012 aproximadamente. El activismo me generaba un poco de miedo, porque estuve en el clóset hasta el 2010, entonces siempre miraba de reojo el tema. Cuando finalmente me interesé, comencé a trabajar con mujeres trans que ejercen el trabajo sexual, y conocí de cerca la marginalidad, el rechazo y la violencia que existe contra ellas, y poco a poco me fui empoderando, y empecé a hablar de los derechos de las personas LGBTI, todo eso me llevó a desarrollar procesos de activismo.
¿Qué logros ha tenido como activista de la comunidad LGBTI?
Los logros que resalto tienen que ver con el acompañamiento a mujeres trans que ejercen el trabajo sexual, poder apoyar y desarrollar activismos y nuevos liderazgos en un sector que aquí en Manizales se denomina como la ‘calle de las Guapas’ -la cual alberga a las trabajadoras sexuales transgénero, transexuales y cisgénero-.
Otro logro, ha sido haber desarrollado un proceso para acompañar el tránsito de aproximadamente 16 niños, niñas y adolescentes, y a sus familias. Seguido a esto, en Manizales se llevó a cabo un evento que se llama ‘Transitando’ y se hace todos los 18 de mayo, en el marco de la conmemoración del día de las no homofobias contra la población LGBTI.
Este año, se logró que la Gobernación de Caldas se vincule a la conmemoración del día del Orgullo Gay, algo que nunca había hecho. También, he avanzado, como lo mencioné antes, en un informe sobre los derechos humanos de la población LGBTI en el departamento.
Es sabido que la lucha por los derechos de la comunidad LGBTI es compleja, sobretodo en este país, pero suele ser aún más difícil en zonas rurales, ¿Cómo ha manejado esta situación?
El trabajo en las zonas rurales es matizado. En un primer momento de hablar con personas en estos lugares y de invitarles a conocer sus derechos, es complejo porque tienen menos información en estos temas y mayor miedo a la exclusión. Pero hay que reconocer que en Caldas, y creo que en todo el país, el campesino es humilde y pacífico; es menos expresivo afectuosamente porque así ha sido su contexto cultural, pero a diferencia de las zonas donde no ha habido conflicto armado, la gente no habla de esas cosas, viven más bien como ‘enclosetados’, y pocas veces se les lastima. Sin embargo, hay mucha soledad, mucha tristeza y les es muy difícil tener relaciones emocionales duraderas en estos sectores. Ha sido un tema interesante, y aún falta mucho para hacer por la comunidad LGBTI en el campo.
¿Cómo cree que ha evolucionado el tema de aceptación y convivencia de la comunidad LGBTI en zonas rurales?
A medida que uno lleva información y socializa en las zonas rurales, la aceptación va ganando terreno. Es mucho más fácil donde no ha habido problemas con la guerra y el conflicto armado porque es un poco más tranquilo. En mi experiencia también he visto que es un poco más fácil en las zonas de clima cálido, porque en las zonas de clima frío la gente es mucho más introvertida y tímida, dificultando que se abran al diálogo sobre los temas LGBTI.
Volviendo a las zonas donde ha habido guerra, el tema es más complicado porque no se puede asegurar que definitivamente no hay presencia de grupos armados, aunque el Gobierno y los medios oficiales digan que sí, sigue existiendo el miedo a estos grupos y personas al margen de la ley. De hecho, se plantea que todavía existe peligro en estos lugares.
¿Cómo ve a la comunidad LGBT en materia de derechos?
No me gusta mucho el concepto de comunidad, porque siento que nosotros somos una población, pues somos muchas personas, no estamos localizados en un mismo territorio y somos muy diferentes entre nosotros mismos. Entonces generalmente, yo hablo de ‘población LGBTI’.
En materia de derechos, soy muy optimista, en Colombia hay un avance muy importante en el tema de derechos LGBTI. Creo que lo que hace falta es transformación cultural y social, ganar más terreno en la aceptación, en la cotidianidad, hacer que esto sea cada vez menos tabú, y eso puede pasar con el desarrollo de una ciudadanía fuerte y empoderada; una población que conozca sus derechos, que discuta, que debata y que le haga mayores exigencias al Estado en términos de cumplimiento de las obligaciones hacia nosotros, porque a veces las personas son muy poco participativas.
Ahora bien, todo el avance de derechos de la población LGBTI, se ha logrado vía Corte Constitucional, eso implica un escenario un poco peligroso, ya que si en algún momento, el país llega a tener un gobierno donde el Congreso estuviese conformado por la extrema derecha, podríamos tener un retroceso en todos los derechos que se han conquistado. A mi me preocupa mucho el surgimiento, por ejemplo, de tantas iglesias con representaciones políticas, porque nosotros no las tenemos, y eso podría amenazar de manera contundente nuestros derechos.
¿Cómo se sueña a la comunidad LGBTI a futuro, legal y socialmente hablando?
Se sueña con el día con en el que no sea necesaria la sigla LGBTI y que seamos considerados gente común y corriente, con los derechos de nuestra población consagrados en la legislación, no solo en la jurisprudencia; donde no sea problema demostrarnos afecto con nuestras parejas, poder amar, poder tener hijos, adoptar; donde no haya que esconderse para ser quienes somos. Sueño con una sociedad que no hostigue, intimide, agreda ni discrimine las y los LGBTI.
¿Cómo se sueña Carlos a futuro, en el ámbito personal, profesional y de activismo?
Me sueño viviendo en el campo, teniendo una finca agrosostenible y casado con mi pareja actual. En lo profesional, quiero avanzar en el tema del buen vivir, recuperar la cultura tradicional campesina y fomentar el autoestima en quienes viven en el campo. Respecto al activismo, tengo el sueño de llegar al Congreso de la República como representante de la población LGBTI y campesina del país.