Los corridos Guadalupanos: La insurrección llanera musicalizada

La violencia política que se registró en Colombia a mediados del siglo XX, tuvo en las guerrillas liberales de los llanos orientales una de sus expresiones más acabadas. Entre 1949 y 1953, en efecto, se originó y operó en el extenso territorio oriental del país un poderoso movimiento de resistencia popular armada que fue visto por los sectores del bipartidismo tradicional como una amenaza para la estabilidad del régimen político. Nombres como los de Guadalupe Salcedo, Eduardo Franco Isaza, los hermanos Bautista o los hermanos Fonseca, entre otros, emergen cuando se evoca aquel contingente armado que quiso constituirse en un contrapoder pero que, al final, terminó diluido en las turbias aguas de la amnistía y la pacificación.

Como lo demuestra un estudio del historiador Orlando Villanueva Martínez1, la resistencia llanera dio origen a un repertorio de canciones y poemas denominados corridos guadalupanos (en referencia a Guadalupe Salcedo), los cuales sirvieron para contar y cantar la insurrección, difundir sus gestas y resaltar a sus protagonistas. Esas composiciones permitieron que los pobladores tuvieran información de lo que ocurría en los extensos territorios, convirtiéndose “en el periódico de los analfabetos y en el noticiero de los pueblos”, como lo indica Villanueva Martínez. Gracias a las letras musicalizadas los pobladores de las sabanas pudieron tener conocimiento, por ejemplo, de las acciones guerrilleras y los golpes propinados a las fuerzas enemigas. Las composiciones tuvieron además otra función: generar un ambiente favorable a la lucha de los rebeldes y servir de instrumento de politización entre la población. Sobre este aspecto, Rafael Cely precisa que “El corrido fue muy importante para las guerrillas porque era la única forma que tenían de transmitir su ideología política, pues no tenían un periódico y mucho menos radio”2.

Archivo digital

De manera que el acervo musical vinculado a la rebelión llanera, además de haber sido un mecanismo de comunicación, sirvió para popularizar el movimiento rebelde y exaltar el regionalismo (un componente identitario clave del levantamiento), así como la preservación en la memoria colectiva del papel de los combatientes y de sus acciones en el campo de batalla.

Muchos compositores de los cantos y poemas eran personas que fungían como secretarios de los comandos armados, guerrilleros rasos o simpatizantes del movimiento armado. En la gran mayoría de los casos, los autores acudieron al anonimato como una forma de proteger sus vidas. Los cantos, por cierto, se transmitieron de manera oral, lo que explicaría la diversidad e incluso desfiguración de las letras en relación con las versiones originales. Por las circunstancias de su gestación y por tratarse de discursos ocultos, los títulos, actores y fechas de creación, en la mayoría de los casos, son imposibles de precisar con certeza.

En las letras de las composiciones se hace alusión a distintos hechos y momentos del movimiento insurgente o de la historia del país. Por ejemplo, se resaltan de forma reiterada sucesos como el asesinato del caudillo popular Jorge Eliecer Gaitán en abril de 1948, o la responsabilidad de los gobiernos conservadores de Mariano Ospina Pérez, Laureano Gómez y Roberto Urdaneta Arbeláez en la crispación de la violencia. Tales hechos se concibieron, por cierto, como una justificación del levantamiento insurgente. En el corrido “Canciones de la guerra” se lee lo siguiente:

“Les voy a echar una historia

de este pueblo colombiano

en después de que vivimos

por el termino de cinco años.

Vivíamos en medio de sufrimientos

y pesares tan inhumanos

y experimentando leyes

de gobiernos tan tiranos.

Les tocó formar revolución

a unos llaneros bien bravos

para defender con valor

nuestra región de los Llanos”

Otros corridos describieron la forma como actuaban los comandos guerrilleros y la manera como representaban al enemigo. En “Toma posesión”, se lee lo siguiente:

“Las guerrillas son pequeñas;

en ellas se ven llaneros

con escopetas de fisto

y el parque entre sus polleros.

Hoy recorren la llanura

montados a puro pelo

y asaltan en los cuarteles

a Chulavitas cuatreros”

En el corrido “El soldado obediente o los Llanos resistentes”, se describe al movimiento armado de la siguiente manera:

“La revolución del Llano

aquí la tienen  presente:

se compone de mil hombres,

un capitán y un teniente,

médicos de medicina

y sus buenos asistentes,

expertos en la materia

una práctica excelente,

un coronel de criterio

el hombre más suficiente

que dirige al movimiento

y su ciencia competente,

para luchar en el Llano

una lucha seriamente”.

También las composiciones evocaron de manera reiterada el papel de los dirigentes guerrilleros (con especial mención de Guadalupe Salcedo), a quienes se veía como ejecutores de una justicia de cariz popular. Las referencias a los dirigentes estimularon el surgimiento y fortalecimiento de mitos en torno a sus nombres. Ejemplos de lo anterior son los corridos “Comandante Guadalupe”, “El capitán Aljure”, “Canción de Dumar Aljure”, “Romance libre a Eliseo Velásquez”, entre otros. Al respecto, Villanueva Martínez resalta que las letras de las canciones y poemas estaban mediatizadas por elementos religiosos y deseos de venganza de una población que se asumía como víctima de una violencia oficial. En “La toma de Páez” se destaca la figura y capacidad militar de Guadalupe Salcedo, la figura más visible de los alzados en armas:

“Aaaaayyyyyyyy,

Voy a contarle señores

lo que un día mis ojos vieron

cuando el cerebro y el nervio

de Guadalupe Salcedo

comandante guerrillero

planió (sic) la toma de Páez.

Era un fortín chulavita

que venía causando estragos

y asestó tan fiero golpe

que hizo estremecer los Llanos.

 

En la última estrofa se lee:

 

“Aaaaayyyyyyyy,

Cuando terminó el combate

de los chulos no hay ni el cuento

cayeron como mujeres

temblando como hoja al viento

por el pueblo es aclamado

el comando guerrillero

les arenga Guadalupe

y a todos infunde aliento

que implantará justicia

en nuestra patria compañero”.

La muerte de Guadalupe Salcedo en 1957 en Bogotá, tiempo después de que el movimiento armado se hubiese acogido a la amnistía ofrecida por el general Gustavo Rojas Pinilla, dio origen a sentimientos de rabia en los pobladores de los llanos orientales y en quienes habían hecho parte de las guerrillas. El corrido “Comandante Guadalupe”, evoca el duelo y reclamo por la muerte del insigne rebelde:

“Hoy aprendemos de tí,

a no confiar de las armas

que un estado entrega al pueblo

para sembrar la desgracia.

Porque ti te asesinaron

como a todos a mansalva.

Comandante Guadalupe

te llevamos en el alma.

Comandante, comandante

esta violencia no acaba

y sin pecar de cobardes

tu pueblo clama venganza»

Otro elemento de especial significado de los corridos guadalupanos es haber sido el canal por el que circuló una memoria de estirpe popular, mestiza, rebelde. Gracias a los corridos pudo preservarse, no sin tensiones y contradicciones, un recuerdo del pasado que difícilmente quedó consignado en los relatos oficiales (por ejemplo, en los textos escolares o en los pocos lugares de memoria que existen en la región) y que, a pesar del paso del tiempo, continúa circulando entre la población de la región, aunque cada vez con menos fuerza.

En síntesis, en los corridos guadalupanos se consignaron representaciones sociales construidas desde abajo e inscritas en las dinámicas de confrontación que libraron actores populares ligados a la vida rural y pueblerina del oriente del país. Como construcciones culturales, los corridos sirvieron para que, de generación en generación, se transmitiera una historia que en muchas ocasiones tomó rasgos de leyenda. Más importante es destacar que, gracias a los corridos se pudo instalar y preservar en la memoria social la rebelión misma como suceso histórico y visibilizar el papel de individuos que actuaron como dirigentes o combatientes rasos.

1 Orlando Villanueva Martínez, Canciones de la guerra. La insurrección llanera cantada y declamada, Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Bogotá, 2016.

2 Ver “Corrido llanero: de forma poética culta a instrumento ideológico”, en https://www.mineducacion.gov.co/cvn/1665/w3-article-323930.html

 

 

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