A finales del 2023 se realizó la Conferencia de las Partes (COP), un evento mundial que reúne a lideresas y líderes políticos, científicos y activistas para abordar los desafíos ambientales de nuestro tiempo. La COP 28 se presentó como la oportunidad crucial para abordar la crisis climática y su relación directa con el uso de combustibles fósiles.
Uno de los principales objetivos de la COP 28 es la reducción significativa del uso de combustibles fósiles, una tarea esencial para mitigar los impactos del cambio climático y, al mismo tiempo, mejorar las condiciones de vida de la población. Los combustibles fósiles, como el carbón, el petróleo y el gas natural, han sido la columna vertebral de nuestra economía durante décadas, pero su explotación desmedida ha llevado a consecuencias devastadoras para el planeta y nuestra salud.
La conexión entre el uso de combustibles fósiles y las enfermedades pulmonares es innegable. La quema de estos combustibles libera una cantidad significativa de contaminantes atmosféricos, incluidos los gases de efecto invernadero y partículas finas que no sólo contribuyen al calentamiento global, sino que también tienen impactos directos en la calidad del aire que respiramos.
Las partículas finas, conocidas como PM2.5, son especialmente preocupantes, ya que, estos diminutos fragmentos pueden penetrar profundamente en los pulmones y el torrente sanguíneo, causando una variedad de problemas de salud, desde enfermedades respiratorias crónicas, hasta enfermedades cardiovasculares. La exposición constante a estos contaminantes ha llevado a un aumento alarmante en la incidencia de enfermedades pulmonares, como la obstructiva crónica (EPOC) y el asma, así lo informa la Organización Mundial de la Salud; donde el 88% de las muertes ocurren en países de ingresos bajos y medios.
Desde la COP 28 se ha manifestado la necesidad de cambiar la forma en que se ha abordado la generación de energía. Es por ello que es importante que los líderes y lideresas del mundo se comprometan a reducir considerablemente las emisiones de gases de efecto invernadero y dar celeridad a la transición hacia fuentes de energía renovables y sostenibles. Esto ayudará a combatir el cambio climático, y a su vez, mejorará la calidad del aire repercutiendo significativamente en el mejoramiento de la salud pulmonar de las comunidades en todo el mundo.
En conclusión, la COP 28 ha dado el paso como la oportunidad única para cambiar el rumbo de nuestro futuro. La reducción del uso de combustibles fósiles y la priorización hacia una transición de fuentes de energía limpia, es una apuesta para proteger el bienestar de las generaciones presentes y futuras; la acción en la COP 28 es esencial para construir un mundo más sostenible, saludable y equitativo.
Fotografía tomada de DW