Un dilema para gobernar

Iniciaré narrando una historia que tiene como personaje protagónico a un rey que gobernaba con gran sabiduría y templanza, gracias a un grupo de consejeros a los que podía recurrir para responder ante cualquier tipo de problemática, u orientar correctamente ante el inicio de algún nuevo proyecto ambicioso que rondara en la mente del soberano.

Esta vez, la situación implicaba decisiones rápidas y un plan de contingencia inmediato. Los enemigos del rey lograron contaminar la fuente de agua que surtía al pueblo, con una pócima que como consecuencia generaba demencia en quien la bebiera.

Desafortunadamente, no se logró contrarrestar a tiempo con el mal, y el pueblo en su totalidad empezó a padecer de demencia, actuando sin ninguna razón o lógica; ocasionando que se propagara el caos en instituciones, calles y campo en general a lo largo de todo el reino. ¿Qué hacer ante una crisis tal?

El rey llamo a sus consejeros para determinar una solución a tan terrible mal. Por mucho tiempo dilucidaron y evaluaron las posibles salidas, pero no encontraban el antídoto que hiciera reversible los efectos de la enfermedad.

Precisamente la estabilidad del reino era lo que más le interesaba al gobernante, toda vez, que con la demencia del pueblo habría anarquía total y su oficio habría terminado. Tantas generaciones en el poder, la importancia de la sangre azul preservada a través de los años y la destinación de una familia directamente por Dios. Todo absolutamente todo se iría por la borda.

Uno de los consejeros viendo en gran angustia y perplejidad a su señor, le propuso una solución simple pero eficaz que pondría fin a esta terrible crisis. -Mi rey- le dijo, – si usted quiere mantenerse en el poder deberá tomar del agua contaminada y sufrir de demencia como el pueblo, conservando de esta manera su posición. Por otro lado, si usted evita tomar del agua contaminada, dejará de ser rey y gobernante irremediablemente, hasta que se halle una cura-.

Seguramente, en sus mentes se formarán mil y una soluciones a este dilema, pero, a donde quiero llegar es al hecho que en nuestro país la forma de hacer política y acceder al poder, requieren del análisis de un interrogante similar. El pueblo está acostumbrado a tomar decisiones por aquellos que ofrecen alguna dádiva, obsequio o promesa particular de puestos y posiciones. El interés particular prima por sobre cualquier cosa. Una falta de razonamiento y de calcular los costos, han permitido que por años sean los más adinerados quienes se constituyan gobernantes, o quienes reciben de su aprobación y apoyo. Esto, sin tener en cuenta que no están calificados para el desempeño de dichas funciones, o que los intereses que los mueven no son los más saludables.

Un individuo cualesquier que desee participar en una contienda electoral debe pensar primero, en que el factor que prima y que da la victoria posiblemente es el dinero. Repartir a diestra y siniestra comidas y bebidas. Entregar cemento, ladrillo, plata, logrando que las multitudes confluyan y los elijan, sabiendo de antemano que el “que da para llegar, llega para robar”.

Los proyectos y propuestas de desarrollo, las iniciativas para mejorar las condiciones de vida, las obras que beneficien en general a las comunidades, no son tenidos en estima y al parecer no logran el efecto esperado por el pueblo, como si lo hace, un obsequio o promesa particular.

Quienes desean el cambio, como reducir la corrupción y trabajar honestamente en favor de la sociedad, se ven afectados por el sistema de cosas en el que vivimos. Lo que llamamos democracia no lo es, y la correcta democracia solo es parte de la cátedra en las instituciones del saber, o en idealismos que parecen no hacerse realidad. Pregunto entonces: ¿Debemos someternos a los métodos tradicionales de hacer política para poder llegar de alguna manera al poder?, o, ¿Debemos hacer una política distinta manteniendo una buena conciencia y un proceder circunspecto, muy a pesar de no ser aceptado por las masas?

El pueblo padece algún tipo de enfermedad que no le permite razonar correctamente en épocas electorales. ¿Qué hacer ante esta terrible situación?

*Opinión y responsabilidad del autor de la columna, más no de El Cuarto Mosquetero, medio de comunicación alternativo y popular que se propone servir a las comunidades y movimientos sociales en el Meta y Colombia.

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