Sendero ecológico de La Julia: construcción de paz y defensa del ambiente

La Julia

El 04 y 05 de octubre se realizará en La Julia, Uribe, Meta, una de las Cumbres territoriales de Paz con la Naturaleza. Este evento busca reunir a organizaciones sociales defensoras del ambiente en el departamento para recoger insumos y llevarlos a la COP16 que se llevará a cabo en Cali del 21 de octubre al 01 de noviembre. Este territorio es vital debido a que cuenta con un sendero ecológico escolar pionero a nivel nacional. 

Palmas caminantes, anturios, yarumos y moriches. Abejas de diferentes familias, con y sin aguijon, mono araña, mono aullador, mono maicero, mono ardilla, mono zocay. Serpientes y pájaros. Toda clase de fauna y flora se encuentran en el Sendero de Interpretación Ambiental “El Okayo”, de la Institución Educativa La Julia.

Son 754 metros cuadrados de recorrido que ya es reconocido entre habitantes del centro poblado que cuenta con el mismo nombre de la institución educativa. El sendero no solo es un lugar para la contemplación de la naturaleza, sino también un espacio de memoria. Las huellas del conflicto aún están presentes, algunos árboles como las ceibas, sirvieron de trincheras. 

Empezó como parte de una investigación que estaba realizando la institución educativa sobre el mono araña. “En el 2021 inicia el proceso del sendero como tal. Iba articulado a una modalidad de media técnica llamada Manejo Integral de Residuos Sólidos -MIRS-”, explicó Jeisson López, profesor de ciencias naturales y uno de los líderes del sendero. 

A este sendero se vinculan no sólo estudiantes sino también personas de La Julia, madres y padres de familia. Es una iniciativa de ecoturismo comunitario que se ha integrado a la vida cotidiana de este centro poblado con tanta historia en el territorio.

Explotación de quina y caucho

La Julia es un pequeño centro poblado con una sola calle que está siendo pavimentada. Hace parte del municipio de Uribe y está ubicada en medio de la serranía de La Macarena, entre la cordillera oriental y la montaña conocida como el Indio Acostado. 

Este territorio, según Miguel Venegas en su texto -La- Uribe, entre ilusiones y realidades, “comienza a tener reconocimiento en la historia nacional por allá a finales del siglo XIX tras la quina y el caucho”. Otra autora de nombre Gina Sierra, explica que “la explotación del caucho natural a gran escala se dio en Colombia en un período relativamente breve de un poco más de medio siglo -entre 1879 y 1945-”. Este auge, cuenta Gina, fue un contribuyente en los procesos de migración y colonización del sur del país. 

Al margen del Río Duda, La Julia es un territorio de paso hacia el Guayabero y el Caquetá. Recibe su nombre, según la tradición oral del lugar, porque “había una señora que sacaba empanadas, tinto, masato y se llamaba Julia”. Quienes transitaban la región decían “vamos donde doña Julia”, hasta que el nombre quedó resonando en la población y así se bautizó el pequeño caserío. 

La Julia: territorio estigmatizado por la guerra

La Julia ha sido un territorio de mulas de carga. En sus inicios sólo eran cuatro casas. Una de las habitantes recuerda en un vídeo realizado por la Institución Educativa que “no había camino. Se demoraba uno hasta dos días desde Mesetas”. Recuerda que la carretera desde el Centro Poblado Jardín de las Peñas, fue construida de manera conjunta entre todo el campesinado de la región.  

La historia de este centro poblado ha estado ligada al control de grupos armados como las antiguas FARC-EP, el Ejército Nacional y los paramilitares. En 2003, un artículo de El Tiempo describe cómo las milicias de las FARC utilizaban el territorio, entrenaban a sus combatientes y emitían propaganda a través de emisoras como «La Voz de la Revolución». 

Según el trabajo de investigación titulado “La Julia, Meta. Daños y afectaciones socio territoriales en el marco del conflicto armado” de la autora Fernanda Pinzón y Lina Quevedo, en este territorio también se dio una “fuerte estigmatización al ser considerado como territorio guerrillero, situación que ha ocasionado el desarrollo de múltiples detenciones extrajudiciales, en contra de líderes comunitarios o habitantes que promovieran actividades organizativas a favor de la movilización social y la exigencia de derechos”

Incluso La Julia hizo parte de la zona de distensión del gobierno de Andrés Pastrana que consistió en retirar la fuerza pública de los municipios de La Macarena, Uribe, Mesetas, Vista Hermosa y San Vicente del Caguán, en el marco de un proceso de paz que no culminó. 

El profesor Jeisson cuenta que la institución educativa fue un punto clave del conflicto armado en la región. “La guerrilla venía de la parte del río, entonces había enfrentamientos dentro del colegio contra el ejército. Fue lugar de paso y de refugio para los grupos armados”.  

En el artículo “En la JEP aprendí que las víctimas tenemos que hablar”, dice mujer víctima de violencia, publicado por la revista virtual En línea con la de Investigación y Acusación, Arelys Castro Loaiza cuenta que su familia “se trasladó a uno de los llamados santuarios de las FARC: la inspección de La Julia, en el municipio metense de Uribe. En La Julia no había Estado, solo guerrilla. Mi infancia fue con la guerrilla. Por donde yo caminaba solo había guerrilla. Yo no les tenía miedo a los guerrilleros porque estaba enseñada a verlos por todas partes”.

Este contexto de violencia generó estigmatización sobre el territorio y las personas que lo habitan. Uno de los estudiantes, David Inseca, de 12 años que cursa el grado séptimo y que también hace parte de nuestros procesos de reporteritos y reporteritas, cuenta que a su papá “le dio muy duro llegar porque hablaban muy feo pero eso no es así y montamos nuestro primer taller de motos”.

En medio de estas dinámicas de violencia y control armado, que todavía permanecen en el territorio, surge el sendero ecológico como una alternativa comunitaria para la construcción de paz y el cuidado de la naturaleza.

Construir paz, defender la naturaleza

Lo que más le gusta a David del sendero son los diversos tipos de animales que se pueden apreciar como, monos, pájaros e insectos. “Es importante observar, cuidar y conservar la naturaleza porque si no lo hacemos un día de estos, no muy lejano, se acabará y la extrañaremos”, afirma. 

La primera vez que David estuvo en el sendero, cursaba tercero de primaria. Ubicó en el transcurso del recorrido unos nidos para abejas hechos con botellas plásticas y bolsas de basura. Desde el 2021 se ha adecuado el recorrido con materiales de reciclaje como llantas y tablas cortadas recogidas por estudiantes y la comunidad. Han trabajado de la mano con Parques Nacionales quienes les brindaron una cámara trampa para realizar un estudio de monitoreo de especies. Se deja la cámara instalada por varias semanas y luego se revisan los registros para observar la fauna que habita la zona. De esta manera, nació el proyecto «Semilleros de Investigación».

El proceso que implica mantener, cuidar y sostener el sendero ecológico, se lleva a cabo junto a estudiantes. Gracias a un concurso organizado por la Fundación PAX Colombia, recibieron cuatro vallas informativas que se instalaron en puntos estratégicos del sendero. También se contó con el apoyo de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No repetición. En las cuatro estaciones se destacan frases de la comunidad, que reflejan el poder de reconciliación del proyecto. 

Este año, la media técnica de MIRS finalizó y le dio paso al énfasis en conservación, en donde se han realizado estudios sobre la flora y la fauna, incluyendo animales acuáticos. También participaron en el «Big Day», un evento internacional para el estudio y avistamiento de aves. Actualmente, se encuentran en la consolidación de un mirador al final del sendero y en la señalización de las plantas para que quienes visiten el lugar como turistas, puedan conocer más sobre la flora local.

Lo que más le gusta a David es el avistamiento de aves. Explica que utilizan metodología descriptiva, porque se busca “profundizar la investigación y poder dar a conocer qué tipo de ave es, su taxonomía, qué problemas tiene, si es o no es del ecosistema, si es migratoria. Todas las variables y características”. El pájaro que le parece más bello es el azulejo, pero cuenta que en La Julia hay mucha presencia de guacamayas y que “ya están acostumbradas a los humanos, incluso se meten a los salones”. 

Al principio, las y los estudiantes no se tomaban en serio el proyecto, comenta Jeisson.  Decían: «Monte yo tengo en mi casa». Sin embargo, con el tiempo y el fortalecimiento del programa, el interés ha crecido. El sendero se ha ganado renombre y ahora buscan replicar iniciativas similares en otras instituciones del municipio de Uribe, como en El Diviso. Este sendero es pionero en la región.

Ecoturismo e investigación ambiental

La institución forma parte del Comité Institucional Ambiental del municipio de Uribe, y desde allí promueve la educación ambiental. Reciclan plásticos y papel, fomentan el turismo escolar y comunitario, y están desarrollando una red de turismo local que ofrece paquetes a quienes visiten el territorio. Incluso, algunas fincas tienen servicios de balnearios, una alternativa económica a la tradicional ganadería, por lo cual se pretende generar una articulación sólida en la región en pro de la conservación ambiental.

Una de las madres de la comunidad, Daryeris Sánchez, explica que la idea “es que la gente de afuera mire las cosas bonitas que tenemos aquí”. Ella también recogió reciclaje para organizar el sendero, apoyó su consolidación y su limpieza. Llegó desde Cartagena del Cahigra en Caquetá y cuenta que para el mantenimiento se organizan jornadas de limpieza entre los grupos ya sea de primaria o bachillerato. “Se siente muy bonito ver las huellas de los animales, compartir con los niños y las niñas que siempre preguntan el por qué de todo. Son muy curiosos”, relata. 

Reconoce que en La Julia todavía hay secuelas de la guerra, pero este espacio “abre económicamente la región y le da la oportunidad a más personas de conocer el territorio y que los muchachos conozcan a esa personas. Eso cambia las perspectivas y le muestra a los jóvenes que no necesitan buscar las armas sino que también pueden explorar la naturaleza”

Con Educapaz se está trabajando el proyecto de Nacederos de paz que recuerda la llegada de las primeras personas al territorio, la tala de árboles y los nacederos  que se empiezan a acabar. Tienen un vivero, recogen semillas y las germinan y las plantas se donan a la comunidad. A futuro Jeisson explica que se quiere que no sea solamente un punto turístico, sino que también sea un punto de investigación científica. Incluso ya han participado en congresos con ponencias elaboradas en conjunto con las y los estudiantes. 

En Cali fueron a un congreso de herpetología, hicieron un estudio de serpientes, de anfibios, de reptiles. Solamente había universidades, maestrías, doctorados. Recogieron los recursos para que un estudiante pudiera asistir con películas, minitecas, rifas. También hicieron otra ponencia en mastozoología, el estudio de los mamíferos, pero Parques Nacionales fueron quienes la socializaron. 

David concluye que “sin la naturaleza no podríamos vivir. La tecnología va avanzando y vamos a llegar al punto de que vamos a tener tarros de oxígeno. Por eso hay que apreciar la naturaleza, darla a conocer, porque cuando se acabe, todo va a ser artificial y no va a tener el mismo aroma, la misma belleza”. 

Lea también: El baile: una forma de resistencia y autorreconocimiento étnico – racial en la ciudad de Santa Marta

Deja una respuesta

Solo los administradores pueden añadir usuarios.