Según la versión rusa, el exsecretario de Estado estadounidense, James Baker, le habría prometido a Mijaíl Gorbachov en 1990, que la OTAN no se extendería hacia el este, siempre y cuando la URSS permitiera la reunificación de Alemania. Años después, la alianza militar no solo ha ido corriendo sus fronteras hacia el este, sino que ahora tiene fronteras con Rusia, como lo es con países bálticos, como Lituania, Letonia y Estonia. Esta situación ha hecho que los líderes rusos se pregunten si su seguridad tambalea y, si los movimientos de occidente son un desafío de extrema importancia que obliga a que Rusia tome medidas, incluso, radicales.
Han pasado más de 30 años desde el colapso de la Unión Soviética, el mapa mundial se ha movido a una velocidad impresionante, en donde han surgido nuevos jugadores y nuevos intereses, especialmente en el escenario asiático, con China a la cabeza. Durante los primeros años de la caída de la URSS, poco se habló de la nueva Rusia, de sus intereses y de cómo iba moviendo sus cartas para posicionarse estratégicamente en el escenario geopolítico. Fue así como el ascenso de Putin y sus maniobras a inicios del siglo XXI, empezaron a mostrar señales preocupantes para occidente de lo que vendría en esta zona del mundo.
Por otro lado, la OTAN, fue incorporando nuevos socios, antiguos países que estuvieron bajo la orbita soviética como Polonia y los estados Bálticos. Esos movimientos en algún momento iban a despertar la atención rusa, quienes, con una economía en franca recuperación, modernización de las fuerzas armadas, con un Putin muy fuerte y con amplio respaldo y alentados por las necesidades energéticas de Europa, las que muy diligentemente Rusia cubre; este país elevó el tono hasta el punto de tener al mundo en vilo por lo que sería un escenario de guerra con resultados impensados para Europa.
¿Qué está pasando entre Ucrania y Rusia?
Desde que los movimientos de la OTAN se intensificaron en el Báltico, región en donde ha ido creciendo la presencia de tropas y armamento de occidente en innumerables ejercicios militares, Rusia concentró todos sus esfuerzos, militares y diplomáticos en Ucrania; país que desde el 2008 ha manifestado su interés de pertenecer a la alianza atlántica con pleno de derechos y deberes. Esto para Rusia se convirtió en un asunto de alta prioridad, permitir que la OTAN anexionara a Ucrania era en pocas palabras tener a los Estados Unidos y sus aliados a escasos kilómetros de Moscú.
Las tensiones ruso ucranianas fueron creciendo, acusaciones mutuas, intentos de desestabilización de Ucrania por parte de Rusia, injerencia en asuntos internos y maniobras económicas; hicieron que la situación lentamente se acrecentara hasta llegar al casi estado de guerra en el que ambas naciones se encuentran hoy.
En el año 2014 estalló un levantamiento popular en Ucrania, básicamente los ciudadanos empezaron a ver con malos ojos las gestiones del presidente prorruso Víktor Yanukóvich, quien estaba dando un fuerte timonazo hacia Rusia y abandonando las enormes ganas del pueblo de Ucrania de ser parte de la OTAN y hasta de la Unión Europea. El levantamiento popular triunfó con la destitución del presidente y el llamamiento a nuevas elecciones democráticas en las que surgiría un nuevo jugador y altamente proclive a occidente.
La reacción no se hizo esperar, ciudadanos ucranianos, pero rusófonos, se mostraron no complacidos con la decisión de la inmensa mayoría de la población del país y salieron a las calles para iniciar sus propias protestas en las que exigían medidas especiales para garantizar su protección y sus intereses. Esto, desde luego, no gustó en el país y la represión fue la respuesta. Rusia consideró que esto era un atentado contra su pueblo y en cuestión de días una revuelta armada prorrusa inició en la región ucraniana del Donbás.
El caos se fue apoderando del sur y este de Ucrania, los combates fueron ganando intensidad, incluso hubo el derribo, al parecer accidental, de una aeronave civil en la que murieron más de 200 personas de diversas nacionalidades. Rusia acusa del derribo a las fuerzas armadas ucranianas y Ucrania acusó a Rusia del derribo de la aeronave. Posteriormente, Rusia dio un paso decisivo en la crisis, mediante un referendun, que para occidente es ilegal, los ciudadanos ucranianos de Crimea votaron a favor de unirse a Rusia, lo que dejó el camino expedito a los rusos para apoderarse de la enorme península. Múltiples sanciones económicas se profirieron contra Rusia, hubo llamados de la comunidad internacional y sesiones de trabajo conjuntas, pero nada resolvió la situación, Crimea desde ese momento y hasta la fecha, hace parte de la indivisibilidad del estado ruso.
Desde el año 2014 la región del Donbás es zona de guerra, casi 30 mil rebeldes prorrusos controlan la región y se enfrentan casi que a diario contra las fuerzas armadas de Ucrania. Rusia niega tajantemente el apoyo a los rebeldes, pero ha manifestado su interés para que los prorrusos consigan la victoria y porqué no, también anexionar el Donbás. Para múltiples analistas internacionales y altos funcionarios de occidente, Rusia tiene la solución casi que inmediata para el problema en esa región, pero necesita de la inestabilidad para jugar sus cartas y alegar que la presencia de sus tropas en la frontera es válida dentro del escenario de riesgo que representa el conflicto de su vecino para su integridad territorial y la seguridad de sus ciudadanos.
Por su parte, occidente envía con regularidad armamento a Ucrania para que sus tropas puedan hacer frente a los rebeldes, pero cuando se habla de apoyos más decisivos por parte de Estados Unidos y sus aliados europeos, el asunto no pasa de la retórica. Así mismo, Rusia acusa a occidente de tener la solución a la crisis y de no hacer nada, los rusos creen que a la OTAN también le sirve la inestabilidad del Donbás para forzar las discusiones para que Ucrania se haga miembro de esta alianza. Es un juego de ajedrez el que se libra, en donde los únicos ganadores son las super potencias, y los perdedores el pueblo ucraniano.
¿Qué pasa actualmente?
Desde el año 2014 el tono entre Rusia y Ucrania se ha ido elevando, las acusaciones mutuas no han cesado y los movimientos militares están a la orden del día. Para el presidente ruso Vladimir Putin, Ucrania está a pocos pasos de convertirse en un miembro de facto de la OTAN y esa situación es inaceptable. Así que los movimientos de tropas, tanques, artillería pesada por parte de los rusos en la frontera con su vecino son altamente justificados. Para Ucrania esos movimientos representan una seria amenaza, ya que una invasión militar se podría llevar a cabo en pocas semanas.
De esa manera, y como método de presión ruso, han movilizado a cerca de cien mil hombres a la frontera con Ucrania y, por si fuera poco, Bielorrusia ha permitido que miles de tropas, tanques e importantes recursos militares rusos ingresen a su territorio para presionar a Ucrania por el norte. La OTAN ha movido equipos militares para que Ucrania se prepare para una posible invasión y los ucranianos están frenéticos para unirse al ejército y defender a su país.
Las reuniones de alto nivel entre este y oeste parecen ser la única salida, por lo menos, la más segura, para que la crisis se pueda configurar y se evite una tragedia de enormes proporciones. Los diálogos por fortuna están abiertos y aunque las posiciones son irreconciliables, existe, al parecer, intensión de ambas partes para que prime el diálogo. El 21 de enero, en Ginebra, Suiza; se llevó a cabo la reunión de mayor nivel desde que se desencadenó la crisis, Serguéi Lavrov y Antony Bliken, ambos jefes de la cartera de exteriores de Rusia y Estados Unidos respectivamente, anunciaron que profundizarán en el diálogo como camino para resolver la crisis. Una positiva y gran noticia en medio de la crisis.