La mano negra como ha sido renombrada en Colombia, es en apariencia, un grupo de personas que manejan los hilos del poder tras bambalinas. En varios sucesos de interés nacional, sobre todo en los más oscuros se ha mencionado a la mano negra como directa responsable. En últimas, nadie sabe de qué o quiénes se tratan, ha sido tan frecuente sus apariciones en los medios de comunicación que se puede asumir como un lugar común del periodismo. La mano negra, la original, tiene sus orígenes un siglo atrás, en la época en la que Yugoslavia no existía como nación y toda esa tierra estaba bajo el amparo del imperio Austrohúngaro.
Corría el año de 1914, Europa estaba en un periodo en donde los reinados aún se mantenían en el poder, el mapa del viejo continente estaba en construcción y faltarían dos guerras mundiales más para que todo tomara forma. Una organización secreta de corte militar y de ideología nacionalista, conformada por miembros del ejército del reino de Serbia, se abría camino de manera clandestina, pero con apoyos, no públicos, por parte de oficiales y miembros del gobierno que compartían la idea de la creación de un estado yugoslavo y por consiguiente, la liberación de Austria-Hungría.
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Las dos guerras mundiales que estaban por desatarse en un lapso de veinte años tuvieron algo en común, el nacionalismo a ultranza. Por ello es que la aparición de personajes con altas dosis de motivación sería suficiente para encender la mecha y que el mundo se fuera al carajo. Pero antes de los acontecimientos de 1914, hay que resaltar lo sucedido en 1903 en Serbia, cuando un grupo de conspiradores radicales dieron muerte al rey Alejandro I y a su esposa, la reina Draga Masin. Las violentas represiones que sufrieron los estudiantes que pedían un cambio en el gobierno y a su vez de política exterior e interior, caldeó mucho más los ánimos y los grupos radicales orquestaron un plan con la intención de asesinar a la familia real, acontecimiento que finalmente sucedió el 25 de mayo y, en donde participó un militar desconocido, un tal Dragutin Dimitrijevic.
Volviendo a 1914 con la ocupación del imperio Austrohúngaro y con diversos sectores de la población que se mostraban proclives a la creación de un único estado yugoslavo, se orquestó un atentado que pondría el mundo al revés. Se trataba del asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria y heredero al trono. Los cuatro atacantes reclutados en Belgrado compartían intereses nacionalistas, eran radicales y veían la ocupación austriaca como un asunto a reparar urgentemente para lograr la concreción de sus planes de una futura Yugoslavia.
El 28 de junio los cuatro hombres fueron puestos en el camino por donde circularía la comitiva real, la cual se iba a detener en varios puntos como el ayuntamiento de Sarajevo. Cuando la comitiva pasó por el café Mostar, uno de los atacantes no logró lanzar una bomba casera sobre el coche del archiduque, metros más adelante el segundo atacante armado con una pistola y otra de las bombas artesanales, tampoco logró su cometido. Reaccionaron lento y la comitiva llevaba buen ritmo. El tercer hombre, un tal Cabrinovic al ver la comitiva acercarse accionó la bomba y la lanzó, con tal mala suerte que rebotó en la capota abierta y estalló en medio de los coches, abriendo un agujero e hiriendo a unas veinte personas. El archiduque salió ileso y la caravana se fue rauda por las calles de Sarajevo. El atentado había fracasado.
La comitiva siguió con su agenda, se reunieron en el ayuntamiento, lugar en donde el archiduque protestó por el atentado, pero a pesar de la gravedad de los acontecimientos todo se siguió efectuando de manera normal, las medidas de seguridad no se extremaron y los atacantes dispersos por todas partes de la vieja Sarajevo. Uno de ellos, un joven radical hasta el tuétano, Gavrilo Princip, estaba refugiado en una tienda, furioso porque todo había salido mal y quizás la oportunidad de matar al monarca no se volvería a dar en poco tiempo.
Fue en ese lugar y en ese momento, cuando por azares de la vida, el joven serbio vio al coche descapotado pasar por el puente Latino, al doblar el motor del coche se apagó y esa fue una nueva oportunidad, una caída del cielo, una que ninguno de los atacantes esperaba. Gavrilo Princip se fue a las carreras, tomó con fuerza su pistola FN modelo 1910 de calibre 7,65. Cuando estuvo a pocos metros del carro que transportaba el heredero al imperio austrohúngaro, sacó su arma y disparó dos veces, una bala fue a dar en el cuello de Francisco Fernando y la segunda en el abdomen de la duquesa. Ya estaba, el plan que tanto habían preparado logró ser ejecutado de forma inimaginada, pero al fin y al cabo los atacantes habían tenido éxito.
La respuesta de Austria-Hungría fue la invasión de Bosnia, las potencias europeas reaccionaron, cada una apoyando a bandos diferentes y en pocos meses, la triple entente y la triple alianza estaban metidos en una guerra de los mil carajos, la misma que se conocería como la gran guerra y que años después fue bautizada para siempre como la Primera Guerra Mundial. Gravrilo Princip murió en prisión a consecuencia de una tuberculosis. En el fondo la mano negra quien orquestó el atentado de Sarajevo siguió por los años, esperando la oportunidad para celebrar la creación del estado Yugoslavo su misión y anhelo absoluto.
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La posteridad recuerda el atentado como el factor desencadenante para el inicio de la gran guerra y desde luego a Gavrilo Princip, como el culpable directo, pero poco se habla de un hombre misterioso quien organizó y planificó el atentando. Dragutin Dimitrijevic, fue el hombre oculto que desde la mano negra coordinó y puso en práctica el plan para asesinar a la pareja real y de paso, metió al mundo en la Primera Guerra Mundial en la que murieron millones de seres humanos. Ahora bien, ¿quién estará detrás de la mano negra en Colombia?