El bigote revolucionario

Una cinta de antaño presume a un personaje peculiar en traje de paño y andar de pingüino, mirada inocente y bigote finamente recortado. Un hombrecillo que se mezcla entre los desazones de un mundo que empezaba a transformarse en un sistema de máquinas, humo y mano de obra barata. En ese momento, la II Revolución Industrial empezaba a tomarse a Estados Unidos.

Tiempos Modernos es el título del filme escrito, dirigido y protagonizado por Charles Chaplin en 1936, en el país del “sueño americano”. La película maneja un discurso de crítica y la burla hacia la forma de explotación laboral y las paupérrimas condiciones de los trabajadores.

El ritmo de vida acelerado que empezaba a vivir la sociedad norteamericana, los signos de desequilibrio mental, la incertidumbre social, la movilización de los trabajadores industriales, los desmanes del protagonista ingenuo y noble y su final conmovedor y realista, son algunos de los tópicos mostrados en el largometraje. El hombre inocente y puro, termina sin dinero, sin proyectos,  sin trabajo pero feliz con una compañera de vida que lo acompañará en su camino hacia lo desconocido.

Es importante recalcar la crítica social y la burla dramática del sistema económico, político y social que para ese entonces apenas entraba en auge. Chaplin, más allá de ser un icono del cine mudo, fue un hombre que se atrevió a ver su fama como una plataforma para usar el séptimo arte como una herramienta de difusión de una broma sarcástica a la deshumanización propiciada por los avances tecnológicos y la deshumanización del trabajo. De este último aspecto se puede evidenciar un claro ejemplo en la escena de la máquina alimentadora donde tratan al protagonista como un deshecho, un objeto del jefe, y como si fuera poco, no le dejan reponerse del agotador ritmo de la máquina. Es un círculo vicioso en que el jefe les exige una y otra vez que trabajen sin descanso, los obreros acatan la orden porque es más fácil sobrevivir con un sueldo miserable que vivir sin uno. Es así que tanto Chaplin como los obreros se convierten en un símbolo de opresión mediática.

Con la aparición de la máquina, el hombre queda subordinado a una producción masiva que poca relevancia le da a la necesidad de pensar y, regido por el tiempo su alimentación termina siendo más mecánico que la propia máquina, arrinconado a la anulación de su libertad, creatividad y personalidad.

El bigote de Chaplin, ese trozo de vello facial finamente recortado en forma rectangular ha sido el referente de la leyenda actoral a nivel mundial, pero tras ese bigote había una connotación de revolución originada por un hombre consiente de su realidad, que reflexionó frente a una problemática que aún hoy tiene al mundo padeciendo.

El filme reúne la era de la incursión del carbón, hierro y acero en el sistema económico, la enajenación por el trabajo y la lucha obrera; muestra cómo el capitalismo enfila un pensamiento, un prejuicio hacia todo aquél que se rebele, para confundirle, de forma injusta, con un comunista o revoltoso, sin serlo. Es por eso que las situaciones reflejadas en la cinta, a pesar de tener más de ocho décadas, son aplicables en la era actual, dejan un sinsabor y una necesidad de replanteamiento frente a la realidad mísera en la que el capitalismo desenfrenado ha arrinconado a la humanidad.

 

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