La vereda Mi Llanito está ubicada en el Corregimiento 7 de Villavicencio. Para llegar hasta allí, hay que seguir por la vía Caños Negros y girar hacia la derecha por una entrada ubicada en la esquina del Hotel Dorado. El camino está pavimentado hasta cierto punto, después la carretera es destapada pero se interrumpe por el cruce desbordado del río Guatiquía, luego el afluente continúa su cauce curveado por varias partes del sector. Cuando las lluvias torrenciales se unen a sus aguas, estas colapsan arrasando con lo que se encuentre a su paso. De esta manera, las y los campesinos del lugar, han perdido sus cultivos, e incluso en algunas ocasiones, sus hogares. Esta situación se repite desde hace tres años durante cada ola invernal.
Ingresar a la vereda, se ha convertido en toda una travesía para las y los habitantes del sector. Los medios de transporte terrestres solo llegan hasta el punto en el que una de las curvas del río divide la vía. A partir de ahí, se debe tomar una ruta alterna abriendo trocha a través de cultivos y pastizales paralelos a las vías inundadas. El ir y venir del afluente deja a su paso barriales y contaminación, eso se ha evidenciado en las bolsas, llantas, tarros y demás objetos encontrados en los suelos que estuvieron inundados.
Luego de aproximadamente una hora de caminata, hay que cruzar un pequeño puente hecho con palos de guadua sostenidos de árboles a cada extremo de un pequeño riachuelo que cruza por el camino. Otro de estos troncos está ubicado a la altura de la cintura funcionando como una especie de barra para no perder el equilibrio mientras se camina por esta estructura.
Una vez se llega al otro lado, siguiendo el recorrido, se puede ver una casa en muy buen estado pero abandonada. El barro a su alrededor es la evidencia del paso de las aguas del río. Sus habitantes tuvieron que huir de allí temiendo que en una próxima ocasión, el afluente arrase por completo con la estructura y les arrastre junto con los trozos de techo y paredes río abajo.
Más adelante se encuentra la casa de doña María Olinda Clavo, una de las fundadoras de la vereda que vive allí desde hace 22 años. En el 2019, el río se le llevó un cultivo de plátano, el antepasado dos hectáreas de yuca y una cacaotera. Pero a diferencia de los anteriores, este año el afluente arremetió contra su casa, aun así no afectó en mayor grado sus siembras. Sin embargo, actualmente no cuenta con energía eléctrica, pues el peligro de que el poste de la luz fuera derribado por una próxima avalancha y cayera sobre su hogar, obligó a la Electrificadora del Meta S.A. – EMSA, a desconectar el servicio. Esta situación se ha replicado en algunas otras casas.
Por otro lado, Diego Fernández, que también habita en la vereda, tenía algunas gallinas que fueron arrastradas por el oleaje intempestivo del río. En su casa «duermen sobre el agua», y eso cuando logran descansar, pues la intranquilidad invade el buen dormir de su familia que vive con miedo que suceda otra avalancha.
Ana Cadena es otra de las campesinas que ha resultado afectada por el desbordamiento del río. Perdió cultivos de plátano, yuca, ahuyama y patilla. Aunque vivir con la incertidumbre latente que se presente otra inundación no es lo ideal, ha tenido que aprender a adaptarse a la situación y mantener alerta cuando empieza a llover, pues no tiene otro lugar a donde ir.
Viviana Palacios, antigua presidenta de la Junta de Acción Comunal de la vereda, es una de las habitantes en que mayor riesgo está en medio de estas inundaciones, pues tiene una hija de 10 meses, que ha estado expuesta a enfermedades respiratorias e infecciones a causa de las aguas del río.
Jorge Antonio Vasquez Roa, o ‘Don Jorgito’, como le dicen de cariño en la comunidad, es otro de los afectados. Vive desde hace cuatro años en la vereda y al igual que sus vecinos, ha perdido sus cultivos. Esta vez el río se le llevó siembras de piña, yuca, plátano, ahuyama y maíz. Para él, esa famosa frase de Pacífico Cabrera, “Todos hablan de paz pero nadie se compromete”, está presente más que nunca en esta situación. ‘Don Jorgito’ considera que el fortalecimiento económico y las garantías de bienestar que debería otorgar el Estado son parte de la construcción de paz, pero ante el incumplimiento que ha tenido durante los últimos años, considera que las personas rurales no están dentro de las prioridades del Gobierno.
Como presidenta de la Junta de Acción Comunal de la vereda, Mariela Escobar conoce a profundidad la problemática que viene presentando la comunidad. Comentó que desde el 2018, siempre que empieza la ola invernal, el río Guatiquía se desborda por caño Espejo, algo que se pudo haber evitado si Cormacarena y la Oficina de Gestión del Riesgo hubieran atendido las advertencias de las y los habitantes del sector. Posteriormente, ocurrió lo predecido por las y los campesinos: el afluente colapsó y se presentaron pérdidas millonarias en el sector agropecuario endeudando a las y los habitantes del sector con los bancos.
En el 2019, siendo verano, no se aprovechó la temporada para realizar los trabajos de mitigación. La anterior presidenta de la JAC, convocó a una mesa de trabajo, en la cual participaron diferentes miembros de la comunidad y funcionarios de la administración municipal de ese entonces. En ese encuentro se pactaron unos acuerdos que nunca se cumplieron, lo que ocasionó que se presentaran nuevamente inundaciones. Ese mismo año, se logró que la Administración de Barbosa dejara aprobado un proyecto mediante el Órgano Colegiado de Administración y Decisión – OCAD, por 2.504 millones, para ejecutar unas obras de mitigación que debían empezar en enero de este 2020. Sin embargo, varias equivocaciones por parte de quien realizó el contrato, generaron que el inicio de estos trabajos, nunca se diera. Entonces, la vereda entró otra vez en emergencia.
Ante la situación, Marlyn Medina, una joven, madre soltera y vocera de la comunidad que se camina la vereda de arriba a abajo para conocer las problemáticas y necesidades de sus vecinos, exigió a la Alcaldía Municipal, dar a conocer los planes de contingencia para la vereda Mi Llanito, un censo poblacional, una estadística de pérdidas y un certificado de damnificados para cada uno de las y los afectados. «Los mi llanitos necesitan ayudas, la vereda Mi Llanito existe» asegura.
Las inundaciones siguieron presentándose a pesar de los trabajos de la maquinaria en el río que había llevado la Administración Municipal al sector luego de los llamados insistentes de las y los campesinos de la zona. Es por eso que la comunidad, agotada por las frecuentes inundaciones y sus garrafales consecuencias, realizó el 16 de junio, un plantón pacífico frente a la Alcaldía de Villavicencio exigiendo acciones de mitigación, pues durante la ola invernal, las y los campesinos se quedan sin carreteras, cultivos y hogares, situación que les deja incomunicados y sin formas de subsistencia.
Ese mismo día, una delegación de la comunidad se reunió con el alcalde, Felipe Harman. Durante el encuentro, se pactó aumentar el número de maquinaria para fortalecer los trabajos de mitigación en el río. Asimismo, se creó una veeduría por parte de las y los campesinos para vigilar que las máquinas estén trabajando. Horas después, estos vehículos ya se encontraban en el sector realizando labores de mitigación.
Con respecto al contrato del OCAD, se estableció que lo aprobado durante la administración de Wilmar Barbosa por 2.600 millones de pesos, se cancelará y se realizará uno nuevo con un contratista que según el Alcalde, cobra 800 millones de pesos, garantizando una labor integral de máquinas y volquetas para realizar un óptimo trabajo y no tendría vicios administrativos que retrasen la obra que desde hace años requiere la comunidad.
Para hacer frente a la situación, el mandatario de las y los villavicenses, acudió dos días después a la vereda para hablar con Mariela Escobar, presidenta de la JAC y demás miembros de la comunidad.
Por el momento, lo prometido por la Alcaldía Municipal, fue establecer una ruta alterna de ingreso a la vereda por la finca La Liberia, una especie de atajo que evita el paso por trochas y barriales, así las y los campesinos no se ven obligados a enfrentar un cúmulo de dificultades para llegar a sus hogares.
Según la presidenta de la JAC, desde que el Alcalde acudió a la vereda, se está cumpliendo cabalmente con las labores de mitigación, pues a pesar de las torrentes lluvias de estos últimos días, la comunidad no ha amanecido inundada. Seis máquinas retroescavadoras y dos volquetas Bumper han estado en el río trabajando todos los días de 6:00 de la mañana a 6:00 de la tarde.
Mariela comentó también que este sábado, 20 de junio, delegados de la Secretaría de Competitividad y Desarrollo de Villavicencio, asistieron a la vereda con el fin de caracterizar a las y los campesinos con créditos de tipo agropecuario para buscar alternativas de pagos. Además, los funcionarios realizaron una estadística de los productos que se dan en la zona para saber que tipo de proyectos productivos implementar en el sector.
Para el próximo martes, la ESE municipal estará en la vereda para brindar atención médica a las y los campesinos que pudieron haber sufrido problemas de salud debido a las avalanchas. A la zona también acudirá la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Villavicencio con el fin de revisar el estado del agua en los pozos subterráneos de los cuales se abastecen de este liquido vital las y los habitantes de la zona, pues debido a las avalanchas, las aguas podrían no ser aptas para el consumo humano.
Con respecto al servicio de energía eléctrica, este ya ha sido restablecido y funcionarios de la EMSA, trasladarán los postes de la luz a un sitio más seguro, que no exponga las vidas y los hogares de las y los habitantes del sector
Finalmente, procurando que los compromisos pactados entre la comunidad y la Administración Municipal se continúen cumpliendo, comentó Escobar, se creó una mesa de trabajo conformada por integrantes de la JAC de la vereda y el Alcalde, quienes se reunirán dos veces por semana en el despacho del mandatario.