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Manos que dan vida: la historia de una partera del Guaviare que llegó a festivales internacionales de cine 

La vida de Blanca Flor Bernal se ha tejido con la de su pueblo en Calamar, Guaviare. Hoy, esa memoria de partería y resistencia se proyecta en pantallas de cine con un cortometraje de Juan Sebastián Arias que rinde homenaje a sus manos y a un legado en riesgo de desaparecer.

En Calamar, Guaviare, vive Blanca Flor Bernal, una mujer de 76 años que todavía recibe niños y niñas con sus manos. Su oficio de partera ha acompañado a medio pueblo, ha sido sostén en medio de la vida y la muerte, y testigo de las huellas que dejaron el conflicto armado y hechos victimizantes como las fumigaciones con glifosato en la Amazonía colombiana. Ahora, por medio de un corto documental dirigido y producido por Juan Sebastián Arias, se le rinde un homenaje a su legado en el territorio. 

“Quería hacer un documental sobre parteras en general del Guaviare”, cuenta Juan Sebastián, “pero en el camino me encontré con Blanca, y ella es muy especial como ser humano, como parte de su territorio. Desde entonces supe que esta historia debía ser un homenaje a ella, que nunca había recibido un reconocimiento público por su labor”.

El corto documental, que dura 15 minutos y 18 segundos, nació en 2021 como una idea en medio de un cine club casero, donde una conversación entre amigos y amigas sobre la vida, la gestación y los nacimientos despertó el interés de Juan Sebastián por la partería como legado en riesgo de desaparecer. El encuentro con Blanca marcó el rumbo del proyecto: “Más allá de hablar de resiliencia, ella es un ejemplo de darle la cara a la vida en cualquier circunstancia”, dice.

El proceso tomó varios años. En 2022 el proyecto fue ganador del Fondo de Desarrollo Cinematográfico -FDC- en la categoría de relatos regionales, lo que permitió rodarlo en 2023. Un año después culminó su etapa de nacionalización y en 2024 empezó su recorrido por festivales. Desde entonces ha sido seleccionado en doce certámenes nacionales e internacionales. En medio de la producción, la partería fue declarada como patrimonio inmaterial de la humanidad por la UNESCO, lo que le dio un impulso a este corto y a seguir construyendo la memoria del territorio. 

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El estreno internacional fue en Barcelona, en el Festival La Gran Pantalla, dedicado a la tercera edad. “Cuando lo vi pensé: este es el lugar donde debe estrenarse”, relata Juan Sebastián. El cortometraje también ha estado en Islantilla, España, en Resistimos y Shorts México, y prepara su llegada a festivales en Brasil y la Guayana Francesa, territorios amazónicos que comparten la misma esencia.

Más allá de los circuitos internacionales,  Juan Sebastián espera poder estrenar en San José del Guaviare, donde ya se postuló a la tercera edición del Festival del Sendero de la Danta. “Sería muy bonito estrenar aquí, en mi territorio, con mi familia. Necesitamos ver cine colombiano y encontrarnos con nuestras propias historias”.
Manos que dan vida también es fruto de un esfuerzo colectivo. Desde el guión hasta la fotografía, pasando por la asistencia en rodaje, participaron jóvenes y creadores del territorio que pusieron su tiempo, recursos y cariño en el proyecto. “Esto es un trabajo que se hace en colectivo, con respeto, con amor. Todos buscando darle vida a estas historias”, concluye el cineasta.

Cuando Juan Sebastián la conoció, ella estaba pasando por un momento de su vida complejo. “Sentí en ella ese amor maternal, esas respuestas a la vida de una mujer que se ríe todo el tiempo, que a pesar de que a veces suceden cosas muy fuertes está dispuesta a ponerle buena cara a la vida. Las ganas de vivir sobrepasan todo”. Así, la vida de un pueblo en medio de la selva, tejida entre nacimientos y memorias, se proyecta en pantallas del mundo como testimonio y homenaje a quien no ha dejado de dar vida en medio de la adversidad. 

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