Los cuentos de Colombia, una adaptación de Los Hermanos Grimm

Uno de los programas de televisión que posiblemente mejores recuerdos de la niñez me trae, es el de “los cuentos de los hermanos Grimm”. Sin interesar que el domingo fuera para levantarse tarde, esta serie de historias animadas lograban hacer con alegría lo que durante toda el resto de semana era un calvario, madrugar.

De las tantas historias de reinos, reyes, princesas y los agentes del mal que no faltaban, hay una que recuerdo no con exactitud, la cual narraba la historia de cuatro hermanos, hijos de un campesino, que tuvieron que partir por caminos separados en aras de forjarse un mejor futuro, debido a las condiciones de necesidad y escasez económica que se padecía en casa.

Cada uno de ellos partió por un sendero con un destino distinto, bajo el compromiso que después de unos años se reunirían con su anciano padre. Efectivamente al pasar el tiempo, regresaron hasta su morada paterna, ostentando sus habilidades. El primero, se había cruzado con un científico y éste lo había educado haciendo de él un gran observador. El segundo, se había topado con un experto en armas y había hecho de él un tirador inigualable. El tercero, se educó en la costura, llegando con su aguja a restaurar cualquier tipo de elemento, y el último, se convirtió en un hábil ladrón.

Resumiendo un poco la historia. Los conocimientos y experticia de los cuatro, fueron puestos a prueba, ante la responsabilidad encomendada por el rey de recuperar de manos de un feroz dragón a la princesa que había sido por éste raptada.

A pesar del terrible peligro que corrieron, todos aportaron desde sus posiciones lo necesario, para que esta empresa fuera un éxito. El rey deseando premiar tal hazaña, le ofreció al mejor de los cuatro a su hija como esposa en compensación. Situación que generó conflicto entre los cuatro y la rivalidad de demostrar quién de ellos era el merecedor de tal recompensa. Y aunque en la historia, se decidió de forma salomónica que la princesa no se casaría con ninguno de ellos, sino que a cambio, les daría la mitad del reino, como moraleja deseo especular, que si la princesa le hubiera sido concedida a alguno de los cuatro, siempre el ladrón se habría quedado con ella.

Nuestro país, realizando una comparación con la historia, es como el reino en el que la princesa fue raptada, no en forma literal, pero si asemejándola a una calidad de vida apropiada para todos los habitantes, con las garantías necesarias para disponer de una buena educación, un mejor sistema de salud, vías, producción, trabajo, y cuanto se nos pueda ocurrir para gozar de plena felicidad.

Los hijos habilidosos, podemos representarlos así: el científico, aquellos que han tenido las posibilidades de enfocar sus vidas en el estudio, la ciencia y el conocimiento. Capacidades necesarias para poder fortalecer el reino y abrir mejores alternativas y progreso para todos. El segundo, el costurero, representando a los artesanos y laboriosos, que a través del trabajo y arte de sus manos, colocan el pan en nuestras mesas, adornan nuestras casas, y mil cosas más que no podemos en este momento describir. El tercero, el hábil en las armas, consideraría que podríamos asemejarlo a los hombres y mujeres que privándose de sus comodidades, se encargan de salvaguardar la tranquilidad de todos, en funciones policivas o militares. Y por último el ladrón, que presumo todos concordamos en que no hay mejor semejanza, que con los políticos que están en el poder y quienes deberían usar su pericia y capacidad para granjear mejores condiciones de vida para todos.

Y aunque de este último tipo de personas posiblemente quisiéramos prescindir, vamos a concluir que sin lugar a dudas el trabajo armonioso y conjunto de estos habilidosos podrían echar para adelante con gran éxito cualesquier tipo de empresa, en este caso, nuestro país.

Por el contrario, como en la disputa suscitada por la recompensa de la princesa, hoy por hoy, todos nos encontramos sumidos en conflicto, pues las garantías y los beneficios, se encuentran reservados a unos pocos. Cada cual combate desde su posición, con justas razones para merecer ser partícipes de las recompensas y mejor calidad de vida, pues el aporte que cada uno hace, es indispensable para el progreso de todos. ¿Qué es entonces lo que hace falta ante el pleito y la problemática que enfrenta nuestro país por no ir más allá a toda Latinoamérica?

Solo la unión, la distribución equitativa del erario público, el final de la corrupción que hacen que los diferentes sectores deban combatir contra la pobreza, vías de acceso en malas condiciones, impuestos elevados, cargas que el pueblo está cansado de llevar. Únicamente sobre la plataforma del dialogo, la democracia y los demás postulados constitucionales, planteados para que exista ecuanimidad y progreso para todos, logramos el reino, en nuestro caso el país que tanto deseamos, mayores y mejores ingresos, un sistema de salud que asegure bienestar, un sistema educativo que nos catapulte a mejores panoramas de ciencia y tecnología.

No podemos permitir que lo que le pertenece a todos sea aprovechado y despilfarrado por unos pocos. Es momento de resaltar la importancia de los demás, entender que en un todo somos fuertes, pero que en la división, opresión y vulneración de los derechos, lo que nos espera es la ruina, enfermedad y hambre, sin contar los males aterradores como la delincuencia y la muerte.

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