Recientemente, se llevó a cabo una velatón en homenaje a Diana Ortiz, la mujer trans asesinada en Villavicencio. En el marco de este evento, hablamos con Lenny Rodríguez, un activista indígena y LGBTI que ha venido movilizándose en defensa de los derechos de estas poblaciones.
Cuando llegué a hacer el cubrimiento de la velatón convocada para la noche del 2 de noviembre por la Liga LGBTI del Meta, en el parque de la Memoria Histórica, solo accedieron a salir en cámaras la coordinadora de Asuntos LGBTI de la Alcaldía, María José Zabala y el activista Carlos Artunduaga, quienes enviaron un mensaje de respeto y tolerancia, e hicieron una crítica al manejo inadecuado de los medios de comunicación a la hora de informar sobre el homicidio de la mujer trans, Diana Ortiz.
En un espacio frente al mural que da un pequeño recuento del conflicto armado en el Meta, había tendida una bandera con los vivos colores del arcoíris. El espacio estaba bastante oscuro pero alrededor iluminaban varias velas, y frente a este altar simbólico, estaban algunos/as miembros de la población LGBTI del Meta tratando de rememorar a su amiga y compañera. Tras hacer algunos videos cortos con el móvil, me dirigí a María José y Carlos para realizar las respectivas entrevistas.
Miembros de la población LGBTI en Villavicencio realizaron una velatón en homenaje a Diana Ortiz, chica trans asesinada en la ciudad. El activista Carlos Artunduaga hizo un llamado a los medios de comunicación para que informen respetando la identidad de género de la fallecida. pic.twitter.com/RWJB62K9Gd
— El Cuarto Mosquetero (@Mosqueteromedio) November 3, 2020
Así fue como terminé conversando con Lenny Rodríguez, capitán mayor de la etnia Ticuna Cubeo, quien hace parte del cabildo Kuwai y de la Mesa Departamental LGBTI del Meta, como representante de Orientaciones e Identidad de Género Diversas.
Su liderazgo siempre ha estado arraigado a las poblaciones a las que pertenece. Durante el confinamiento obligatorio, acompañó iniciativas de recolección de víveres para personas LGBTI en condiciones de vulnerabilidad en diferentes lugares de la ciudad.
Empezó con el activismo a temprana edad. Desde las zonas amazónicas ha venido representando a la población indígena LGBTI. Hace poco llegó a la que es considerada la puerta de los Llanos Orientales de Colombia. Aquí, en la capital del Meta, conoció a Diana Ortiz, por eso decidió acompañar la velatón que se realizó en el Parque de la Memoria Histórica para rendirle homenaje y en rechazo a su asesinato.
Pero el acto conmemorativo no solo fue por la muerte de Diana, sino para exigir la reivindicación de la población con orientaciones de género diversa. “La Gobernación, Alcaldía, Cooperación Internacional deben brindar más protección a la población, nosotros hemos sido vulnerados por nuestra orientación sexual e identidad de género”, aseguró.
Con la seguridad enmarcada en cada una de sus palabras, el activista señaló que las mujeres y hombres trans son los que más han sido vulnerados en medio de una sociedad que se mantiene apática a las contexturas e indumentarias que no encajan con el imaginario colectivo. Pero el estigma social no es lo único que deben enfrentar.
Para muchos/as, el documento de identificación suele convertirse en su principal obstáculo, ya que no se identifican con el sexo asignado al nacer y no les es posible mostrarse, en el ámbito legal, con el género que eligieron para su libre desarrollo.
La Organización Panamericana de la Salud – OPS, señaló el año pasado que Colombia tiene un gran desafío dentro de la equidad de género, al tener que traspasar las barreras para la atención de esta población en cada una de las regiones del país.
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Para ese mismo año, la Superintendencia Nacional de Notariado y Registro aseguró que cada día son más las mujeres trans quienes hacen este proceso de identificación y agregó que entre enero de 2018 y agosto de este año, más 587 personas han realizado esta diligencia.
En ese mismo periodo, 187 hombres trans cambiaron el nombre asignado al nacer en Antioquia, Tolima, Valle, Cundinamarca, Atlántico, Magdalena, Sucre y Risaralda, entre otras regiones del país.
Según el artículo académico “Derecho e identidad: el sexo en la cédula como instrumento jurídico para el reconocimiento frente a la exclusión de la población trans”, de Juan Sebastián Jaime, “el cambio de sexo en la cédula de ciudadanía busca reafirmar las identidades de personas cuya asignación de género no corresponde con el modo en que ellas se perciben. Se busca rectificar el registro civil y con ello la cédula de ciudadanía, la cual responde al modo de identificarse institucional y socialmente”.
A nadie le importa cómo se llamaba cuando era chico, sino cómo se representaba ella en el municipio.
Sin embargo, realizar estas diligencias, resulta complejo en la mayoría de los casos. Es por eso que Diana, aunque durante varios años había vivido segura de sus identidad de género y orientación sexual, no pudo reflejarlo en su cédula de ciudadanía, y al momento de su muerte, los medios regionales informaron el hecho con su nombre asignado al nacer, un sustantivo que hacía parte del pasado y que en su esencia actual no tenía la más mínima cabida.
Por eso, Lenny quien la conoció en vida y reconoció el carácter pero también la templanza como parte de su personalidad, hizo un llamado a tomar conciencia. “Hay que ver la trayectoria de una mujer trans que llevaba mucho tiempo en la ciudad de Villavicencio (…) A nadie le importa cómo se llamaba cuando era chico, sino cómo se representaba ella. Me parece que las redes sociales se prestan para mucha discriminación en vez de centrar la atención a la violencia dentro del municipio”.
Estas son algunas de las razones por las que cree que en Villavicencio aún falta pedagogía de lenguaje no solo para los medios de comunicación sino para la ciudadanía, porque desde estos sencillos actos, se promueve la réplica de violencias contra esta población, y mucho más en Colombia, que ha estado sumergida durante más de medio siglo en guerra.
«Diana era del Guaviare, usted sabe que la violencia, el conflicto armado, que no es un conflicto armado, sino un conflicto político-social está violentando la identidad”, relató el activista. Datos del Registro Único de Víctimas se señala la inclusión de 1.818 víctimas LGBTI por la ocurrencia de 2.345 hechos como desplazamientos, amenazas, delitos contra la libertad y la integridad sexual, homicidios, actos terroristas, atentados, combates y hostigamientos, pérdidas de bienes muebles o inmuebles, torturas, desapariciones forzadas y secuestros.
Los datos son inexactos, pues muchas de estas víctimas no se han atrevido a denunciar por falta de garantías o por el temor de que se descubra su orientación sexual o identidad de género, cuando aún no lo han informado a sus familias.
Acabar con este flagelo representa un reto, sobretodo en una de las regiones más intolerantes del país hacia esta población. Según el Registro único de Víctimas, en el Meta, para el 2019, se habían reportado 106 los casos violentos en el marco del conflicto armado hacia personas por su condición de género, diversidad y/o orientación sexual.
Aun así, Lenny cree que las sensibilizaciones y campañas institucionales podrían aportar a que este tipo de hechos no se sigan propagando. Considera que el hecho de ser indígena y abiertamente gay, representa enfrentar una doble estigmatización, cuestión que en lugar de desarmarlo, le alienta a mantenerse firme en su activismo, promoviendo y defendiendo los derechos de la población LGBTI.