
José Peña, el ingeniero que aporta al fortalecimiento de empresas llaneras
Hace 14 años llegó al llano para quedarse y dedicarse a lo que ama, hoy se siente realizado al ayudar a potencializar emprendimientos y empresas de la región.
Jose Isaías Peña Rodríguez, nació en Bogotá hace 40 años, pero quedó embelesado por las extensas llanuras del Meta hace más de una década. Antes de llegar a estas planicies colmadas de morichales, culminó su bachillerato en el Instituto Técnico Central La Salle y posteriormente se formó como ingeniero industrial en la Universidad Distrital con una especialización en Administración de Negocios. Además realizó un magíster en Calidad y Gestión Integral en la Universidad Santo Tomás; como si fuera poco, también es máster en consultoría y hace parte de los auditores líderes internacionales del Instituto Colombiano de Normas Técnicas y Certificación (Icontec). Todos estos conocimientos lo han llevado a recopilar una experiencia de 10 años en docencia universitaria.
Llegar hasta éste punto no fue fácil para José, crecieron en Ciudad Roma, en la localidad de Kennedy siendo una familia numerosa. Vivían en un contexto marcado por problemáticas sociales, pero gracias a la disciplina de su padre que se desempeñaba como policía y a la inmensa fe de su madre que siempre les dejó claro que podrían lograr lo que quisieran, los seis hermanos pudieron salir adelante. Hoy todos son profesionales y han triunfado en sus proyectos de vida.
A temprana edad, José se enamoró de las matemáticas y en el colegio donde estudiaba solían encaminar a los estudiantes hacia la ingeniería. De hecho, él y todos sus hermanos culminaron el bachillerato con especialización en mecánica automotriz, pero José fue el único que se decidió por una ingeniería. Era curioso, quería saber cómo funcionaban las cosas y poder explicárselo a los demás.
La academia como trampolín a la vida laboral
Su acceso a la educación superior no fue complicado dado que tuvo un puntaje destacado en el ICFES, logrando un cupo en la Universidad Distrital. En los inicios de la carrera, su padre lo apoyó económicamente y procuraba darle lo necesario para sobrevivir, pero a veces no era suficiente. «Como todo joven pobre, tuve que llevar los mismos tres pantalones y las mismas tres camisas durante cinco años. Cuando empecé a trabajar, lo primero que hice fue comprar ropa y unos tenis propios, porque siempre heredaba los de mis hermanos”. Pero no lo ve como algo negativo, siempre asumió que esa era la forma en la que le había tocado afrontar la vida y que tendría que esforzarse para salir adelante, apoyando también a su familia, pues tenía claro que sería desde la academia que trazaría su proyecto de vida.
Aún no había terminado su pregrado cuando empezó a cimentar lo que quería para su vida. A través de una práctica empresarial, mientras cursaba su octavo semestre fue contratado para realizar una consultoría y desde entonces no ha dejado de trabajar en este ámbito, sumándose a temas de gestión de calidad, ambiente, seguridad y salud en el trabajo.
Villavicencio fue un destino con el que se topó por azares de la vida, cuando estuvo a cargo de coordinar un proyecto de certificación de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Villavicencio, situación que le llevó a radicarse en la ciudad, a la cual le guarda un profundo cariño porque la considera su hogar; allí se encontró con un camino libre de competencia e ideal para desarrollar sus habilidades laborales. También se embelesó con la tranquilidad que percibió a comparación de Bogotá, que se mantiene en frenético movimiento. Fue así como en tierras llaneras consolidó la experiencia laboral que lo llevaría a emprender con su sueño.
Fue jefe de control interno y coordinador de calidad de la Universidad de Los Llanos, asesor de la Asociación Colombiana de Universidades y de Fe Bancolombia -uno de los proyectos de Coomeva-. Además ha sido consultor de la empresa ENERTEC Latinoamérica, la Escuela Constanza Bemal, la Cámara de Comercio Villavicencio (CCV) y la Cruz Roja Colombiana Seccional Meta, entre otras. Asimismo, ha creado reconocidas conferencias como: “De la calidad a la excelencia empresarial”, “La calidad en el marketing” y “Siete claves del emprendimiento existencial”.
De lleno a su propio emprendimiento
Tras desempeñarse como empleado durante varios años decidió crear su propia empresa en 2016. “Me gustaba trabajar a mi modo y poder desarrollar lo que yo creía… Siempre quise retarme a hacerlo yo mismo”, le comentó José a El Cuarto Mosquetero. A partir de un ejercicio académico en el marco de una especialización que cursaba en la Universidad de los Llanos (Unillanos), encaminada a brindar soluciones profesionales a los problemas reales y contextualizados de las empresas en Colombia y América Latina, pudo consolidar ACME consultores (Auditoria, Consultoría y Mejoramiento Empresarial).
De esta manera, ACME consultores se estableció como una empresa encargada de realizar un estudio específico y particular de las necesidades de cada uno de sus clientes y de modelar el servicio para ellos de manera personalizada. Los diseños de productos y servicios para sus clientes son exclusivos, centrados en una consultoría profesional de:
- Sistemas de Gestión
- Reingeniería y Reestructuración
- Sistemas de Control, ya sea inhouse y/o outsourcing.
Su hogar

Pero en el llano no sólo desarrolló su vida laboral, sino que encontró el amor hace siete años mientras trabajaba como docente en la Unillanos. Hace algunos años él recibió una llamada de Lizeth Vanessa Cáceres, contándole que ya se encontraba en la capital del Meta después de un prolongado tiempo viviendo fuera de la ciudad. Salieron un tiempo, se enamoraron y luego vivieron en unión libre durante tres años hasta que en octubre del año pasado José le propuso matrimonio en un restaurante en San Andrés. “Todos se emocionaron, menos los otros hombres que estaban ahí porque les había dañado sus citas”, recuerda jocoso, con el humor que lo caracteriza. En junio de este año ambos volvieron a esta isla ubicada al norte del país para dar el ‘sí’.
Otro miembro de su familia es Kiwi, nombre curioso para un perro pitbull cruzado con bull terrier. La mascota fue adoptada hace cuatro años, ya que José está rotundamente en contra de la comercialización con animales, le parece una ‘salvajada’. Hoy, junto a su esposa, disfruta de la compañía del canino que pese a su tamaño y apariencia temible, en realidad destila ternura.

Aunque por lo general José mantiene una ocupada agenda, siempre tiene tiempo para el deporte que más le apasiona: el fútbol, que a su vez, le sirvió como terapia social. Incluso hace parte de los equipos de docentes y administrativos de la Unillanos, Guacavia y Megapesados, una empresa de mecánica automotriz. En esos escenarios suele disfrutar de unas pocas cervezas, de hecho, no acostumbra a ingerir licor. “Yo soy un tomador social”, explica, pues prefiere beber mientras charla y se divierte con sus amigos.
José afirma haberse sentido realizado desde hace 10 años, “resumo el éxito en hacer lo que amo y que me paguen por ello” reflexiona. Ahora ve su trabajo como «algo divertido y retador», y piensa seguir en él por un largo tiempo manteniendo una meta clara: tener una empresa sostenible a largo plazo que le pueda heredar a su futura hija o hijo.