Entre los años 2002 al 2010, Colombia viviría importantes acontecimientos en lo político, social, económico y en la guerra que impulsarían procesos de entrega de armas que fueron desacelerando el conflicto armado, hasta llegar al proceso de paz con las FARC durante el gobierno de Juan Manuel Santos. Álvaro Uribe intentó derrotar a las FARC, o al menos, darles importantes golpes, para que, diezmadas, llegaran a una mesa de negociación con poco margen de maniobra. Con las AUC su estrategia fue el diálogo desde el primer día de su gobierno, lo que finalmente ocurrió en el año 2006, cuando más de 30 mil combatientes depusieron las armas y se sometieron a Justicia y Paz.
Para el año 2006 el bipartidismo histórico en Colombia desapareció con la reelección de Uribe Vélez, elecciones en donde, por primera vez, la izquierda se convirtió en una fuerza política relevante. El país político ya no estaba dividido entre conservadores y liberales, en ese momento todas las fuerzas democráticas se aglutinaron en dos escenarios simples a primera vista, pero complejos en sus formas, la izquierda y la derecha.
Con las AUC fuera de la confrontación armada la lucha se concentró en lo profundo de las selvas, en donde las FARC aguantaba la embestida de unas fuerzas militares fortalecidas gracias a las contribuciones del Plan Colombia. Otra lucha importante se daba a nivel legal, la corrupción de las AUC y las guerrillas había impregnado al Congreso de la República y a las élites económicas. La Corte Suprema de Justicia abrió investigaciones y encarceló a varios congresistas en el marco de la parapolítica. Funcionarios públicos en notarías y el Incoder, también se prestaron a los intereses de grupos armados, como en la legalización de tierras despojadas a miles de campesinos.
La idea que al enemigo se le vencía físicamente, por lo que cada guerrillero muerto significaba seguridad, alimentó al interior de las fuerzas militares el episodio más repudiable de su historia: los falsos positivos.
En ese contexto, los grandes logros institucionales logrados a 2008 se empezaron a controvertir por acciones ilegitimas ejercidas por la fuerza pública. Cuando en el marco de una confrontación los crímenes son cometidos por instituciones y el aparato de gobierno, son doblemente condenables, porque las y los ciudadanos pusieron su confianza en ellas y porque representan el Estado de derecho. Los contrapesos institucionales que garantizan que no se comentan abusos con el pueblo, se rompieron con los primeros falsos positivos.
Las fuerzas del Estado habían ganado una ventaja sobre las guerrillas sin precedentes en la lucha armada, pero las ejecuciones de civiles pusieron los medios por encima de los fines. La idea que al enemigo se le vencía físicamente, por lo que cada guerrillero muerto significaba seguridad, alimentó al interior de las fuerzas militares el episodio más repudiable de su historia: los falsos positivos. Con el paso del tiempo, el cambio de las dinámicas locales y nuevos ordenes económicos y políticos en Colombia y el mundo, hicieron que, finalmente, las FARC EP se sentaran a negociar.
Para el año 2010 y con llegada al poder de Juan Manuel Santos a la Casa de Nariño, la idea del nuevo gobierno era lograr pactar la paz con las guerrillas de las FARC y el ELN, por lo que, el gabinete, la cúpula militar y la política exterior estuvieron enfocadas en lograr ese propósito. Uno de los primeros pasos fue la creación de la Ley de víctimas, que expuso que estas personas tenían derecho a ser reparadas y restituidas. Adicionalmente, esta ley les daba a las guerrillas el carácter político, así mismo reconoció que el Estado había sido responsable de violaciones a los derechos humanos e infracciones al Derecho Internacional Humanitario.
Estos movimientos políticos de Juan Manuel Santos para allanar el terreno para pactar la paz tuvieron fuertes consecuencias en el poder del país. El cambio de la hoja de ruta, pasando de un gobierno enfocado en ganar la guerra a uno que quería pactar la paz, tuvo como resultado directo una ruptura con los partidos políticos afines al uribismo, por lo que Santos construyó una nueva bancada que respaldara sus propósitos.
En ese sentido, los esfuerzos de Santos se concentraron en que las FARC ingresaran a la vida política, permitiendo que los territorios en los que el Estado había fallado y que estaban bajo el dominio de las guerrillas, se pudieran incorporar en la Nación. De esta manera, se entendía que se cerraba la puerta para que la violencia política se extinguiera definitivamente. La reelección de Santos aseguró que esa visión se materializara, lo que finalmente ocurrió en el año 2016 con la firma del Acuerdos de Paz con las FARC EP.
*Esta campaña se realiza con el apoyo del Instituto Colombia-Alemán para la paz -CAPAZ.