En Twitter, un hilo en el que se relataba la historia de acoso y explotación laboral por parte de uno de los más grandes restaurantes de Bogotá, se hizo viral el pasado 11 de mayo.
Se trata del relato de @unamonaporahi, quien se refiere al restaurante como “Roberto Carne de Muerto”, para evitar problemas con los propietarios del lugar. Sin embargo, en los comentarios, varios usuarios confirmaron que el lugar en realidad era Andrés Carne de Res, una de las más prestigiosas empresas de alimentos en Bogotá, con varias sucursales en la ciudad y sus alrededores.
La usuaria relató que hace casi cuatro años, trabajó en ese lugar, y aunque el trabajo era bien pago, la carga laboral era excesiva. “En ese entonces estaba estudiando a la par del trabajo (fue una época bien dura), ya que a comparación de Chía, en DC el trabajo era bien pesado y sumamente elitista y arribista”, dice uno de los trinos.
Mencionó que para las mujeres, era obligatorio versen siempre bonitas y arregladas. La situación llegaba a tal punto que cuando había un evento, a las “mejor parecidas” según el criterio de los alférez (porque se trataba de una “tripulación”), les ponían a bailar como entretenimiento para los clientes.
Aún así, la denunciante aseguró que allí tuvo buenas experiencias con respecto al servicio al cliente, pues conoció a cantantes famosos como “Bono” de U2, y a los integrantes de la banda estadounidense Green Day. “Sin embargo, al igual que esos buenos momentos, estaban los momentos oscuros del restaurante”, escribió la usuaria.
La mayoría del tiempo, las y los meseros mantienen con gran cantidad de papel colgado en el pecho del delantal y parte de estos corresponden a cartas conocidas como misivas, las cuales se entregan para recibir la opinión por parte de los clientes al finalizar su experiencia, según Tutti.
Con esas misivas el restaurante se fijaba en lo que ocurría con los comensales, si les gustó o no la comida, el ambiente, el servicio, entre otros. Si una de estas cartas era mala, el mesero/a debía justificar por qué.
“Tipo: Mi nombre es Nathalia, es la primera vez que vengo a Roberto, la pasé genial, el servicio fue increíble pero no me gustaron los acompañamientos del (vamos a ponerle otro nombre al plato) topochazo con queso-. A lo cual uno tenía que explicar el por qué no le gustaron… Lo gracioso era que uno llegaba a la mesa, preguntaba al cliente cómo iba o si deseaba algo más y el cliente decía que todo estaba en orden. So (entonces en inglés)… Cómo hijueputas yo iba a justificar que algo no le gustó si cuando le pregunté no me dijo nada…”, explicó la usuaria.
Si el cliente no quería llenar la misiva, el mesero/a debía hacerlo obligatoriamente justificando las razones de las cartas. A parte de esto, el manejo del 10% del servicio era complejo, es decir, si un cliente no quería dejar el servicio, se debía justificar el por qué. Y si por otro lado, el consumidor no quería pagar ese valor sino dejárselo al trabajador, éste debía entregar ese dinero a caja justificando su porcentaje y por qué el pago no estuvo dentro de la cuenta.
Por otro lado, según Tutti, las mujeres debían llevar la etiqueta del nombre sobre “el culo básicamente”, porque según su jefe, es más fácil para un hombre verle el trasero de una mujer cuando voltea y así memorizar su nombre de manera más fácil.
Esto al parecer era normalizado entre los trabajadores, pues según la usuaria, cuando quiso pasar a un puesto tras las barras, ya que la paga era mejor y las chicas solo estaban allí sirviendo bebidas sin exponerse al acoso de los clientes, le dijeron que tenía que acostarse con uno de los jefes, según relata la joven.
Pero esta meta se vio truncada cuando al solicitarlo a uno de los altos mandos, este le ofreció llenar un formulario en su oficina. “Fui con el man, él se puso a buscar unos documentos y mientras, me pidió que le dijera por qué quería aplicar al puesto. Le dije, se paró, empezó a caminar por la oficina y en un momento me puso las manos sobre los hombros. Yo seguí hablando pero empecé a sentirme nerviosa. En un momento se volvió a sentar y me preguntó qué estaba dispuesta a hacer para conseguir el puesto. Ahí entendí a qué se refería, me pare le dije que gracias pero que simplemente iba a esperar a la convocatoria, que ya no estaba tan segura. El man se echó a reír y no dijo nada”, escribió en sus trinos la afectada.
Tras ese y otros incidentes, @unamonaporahi finalmente renunció a pesar de que le habían aconsejado que no lo hiciera, que en vez de eso, reportara todo con recursos humanos para hacerle seguimiento a algo que no solo pasaba con ella. No obstante, ya estaba tan cansada de esa situación, que presentó su carta y se fue del lugar.
En los comentarios del hilo, varios usuarios aseguraron que pasaron por una situación similar, que salieron porque no soportaron el acoso y la explotación laboral. Otros, opinando desde la posición de clientes, afirmaron que no volverían a ese lugar, pues según ellos, es la mejor forma de castigar a una empresa, no consumiendo ahí.
Finalmente, los internautas solicitaron la intervención de las autoridades competentes para que se investigue y se establezcan las debidas medidas para que no se sigan presentado estas irregularidades entre los jefes y trabajadores del restaurante.
En este enlace puede leer todos los detalles de la historia:
Hay un tema que quisiera tocar, debido a un restaurante muy conocido en Bogotá al que por evitar cualquier inconveniente lo vamos a llamar *Roberto Carne de Muerto*. (Abro hilo)
— Thalia (@unamonaporahi) May 11, 2020