Estamos despidiendo el año 2019 en medio de gran agitación y crisis a nivel regional. Las naciones latinoamericanas se han visto en su mayoría estremecidas por una serie de manifestaciones en las que el clamor que se expresa, es inconformidad con quienes manejan el poder y la solicitud de cambios en las políticas económicas, sociales y ecológicas. No es mentira que el dinero no alcanza para cubrir las necesidades básicas, que el desempleo, la desigualdad social y las condiciones precarias de vida, hacen que el corazón de todos esté angustiado y desesperanzado.

Hacia los años 1950 y 1953 cuando las dos Coreas entraron en guerra, una periodista tuvo la posibilidad de adentrarse hasta lo profundo del conflicto, pudiendo por su propia cuenta palpar la realidad de la guerra, con sus terribles consecuencias de pobreza, dolor y muerte.

Al caminar entre los soldados norteamericanos heridos, quienes habían sido comisionados por el presidente Truman como fuerza de apoyo al gobierno Surcoreano; contempló el gran sufrimiento que padecían. Acercándose a uno de ellos que se hallaba recostado en medio del barro, comiendo frijoles fríos de una lata, le preguntó: Si yo fuera Dios y pudiera concederle un deseo, usted, ¿Qué me pediría? El soldado meditó un momento y de forma nostálgica respondió: quisiera que me diera, EL DÍA DE MAÑANA.

Solo aquellos que han estado al borde de la muerte, saben lo valiosa que es la existencia. Y, este soldado expresó de corazón lo que realmente valía la pena en medio de tan hostil momento. Nada valía más que la vida misma. Nada era tan deseado, como aquello que estaba a punto de perderse: EL DIA DE MAÑANA.

¿Quién de nosotros puede asegurar que el mes que viene, el año que se aproxima o la década que inicia, las condiciones de vida serán mejores? Todos deseamos que así sea, pero lo evidente es que nuestro mundo poco a poco sucumbe, bajo la mala administración del ser que se encuentra en el pináculo de las otras razas por poseer razonamiento.

Si evaluamos los diferentes sectores, social, económico, político, ecológico, descubrimos que en todos, la afectación o daño es tal, que parece irremediable. Socialmente, la desigualdad y discriminación está a la orden del día. Aunque se presuma de cambios generacionales en la concepción de diversidad de razas, credos e ideologías, en la actualidad se demuestra por las campañas contra el racismo, feminismos y demás, que este vejamen no ha sido exterminado.

En lo ecológico, basta con evaluar los miles de kilómetros deforestados, los ríos contaminados, el cambio climático con sus secuelas, las miles de razas de animales extintas. Los científicos son pesimistas cada vez más al considerar que nuestro mundo de seguir así no dará abasto y colapsará. Pese a todo esto, los gobiernos están interesados no en la preservación y cuidado, sino en la explotación y producción de riqueza basada en hidrocarburos y minerales.

Y, en el sector que más nos duele, el económico, contemplamos naciones poderosas que sucumben por sus crisis económicas. España, Francia, Grecia, entre otras, han sido noticia por sus constantes recesiones y políticas de austeridad en procura de nivelar la economía. Países a los que se deseaba visitar y por qué no, habitar en ellas por la facilidad de obtener riqueza y por sus condiciones de vida inigualables. Hoy en día, no son más que países que luchan contra sus problemas y contra sus propias necesidades.

Ya al principio lo mencionaba, los países latinoamericanos manifestando su inconformismo y necesidad.

¿EL DÍA DE MAÑANA estará asegurado para nosotros y para las generaciones futuras? Es pues necesario plantearnos soluciones que deben involucrarnos como individuos, familias y sociedad en general, sin distinción de credos, razas, color. Cambios de perspectivas, nuevos lineamientos, estrategias de mejora. Es necesario asumir la responsabilidad sobre el cuidado de nuestro planeta y el sabio aprovechamiento de los recursos. Estrategias de producción que permitan una moderada calidad de vida. Políticas de cambio donde la riqueza sea bien administrada.

Solo nosotros podemos asegurarnos un futuro en aquello que está a nuestro alcance y que se rige bajo nuestra administración. Un cambio de cultura global es una necesidad imperativa. Una cultura ciudadana basada en el servicio, conservacionismo, proteccionismo, respeto y honestidad, es el salvavidas que permitirá que en parte sino es demasiado tarde, se reversen las cosas que nos llevan a la destrucción y extinción definitiva.

 

*Opinión y responsabilidad del autor de la columna, más no de El Cuarto Mosquetero, medio de comunicación alternativo y popular que se propone servir a las comunidades y movimientos sociales en el Meta y Colombia.

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