“Contarsis anhela ser en primera y última instancia, un mecanismo de paz” Así termina el prólogo de este libro, el cual recoge 15 crónicas e ilustraciones realizadas por estudiantes de varias regiones del país, en las cuales se narran vivencias del conflicto armado como forma de reparar y sanar.
Más allá de ser crónicas, estas son el resultado de un largo proceso que inició en 2022 y que busca la reparación y la sanación de las huellas de la violencia en los territorios. Como su título deja entrever es el poder que tiene contar como forma de hacer catarsis y de sanar.
Esta obra, en gran parte, es producto del trabajo de aula, liderado por la profesora universitaria Sindy Paola Cortés- Barrios, quien es la compiladora del libro. Al pedirles a sus estudiantes escribir sobre un tema libre para calificar cuestiones como gramática y redacción, se encontró con voces que decidieron narrar las realidades de sus territorios “Empezaron a escribirme de sus experiencias con las violencias, con el conflicto… Al principio no esperaba que la clase se convirtiera pronto en un espacio de desahogo, que fue lo que pasó un poquito.”
Así poco a poco se dio cuenta que en sus estudiantes había una necesidad de contar sus experiencias, y que sus escritos no debían quedarse simplemente como un ejercicio de clase. “Quería hacer algo más que devolverles una retroalimentación y una nota a los estudiantes. Pensé: ‘vamos a publicar eso’, vamos a buscarle una ventana de publicación’” comenta. Entonces decidió apostar por el camino de la publicación para completar el proceso de reparación, que sabía que consistía en dos pasos; el primero de catarsis y el segundo el del reconocimiento “Cuando hay un texto, y además un texto publicado es una verdad que se cuenta. Así que el reconocimiento de estas personas que han sido victimizadas y que están contando su verdad es lo que buscaba con la publicación”.
Como forma de complementar el proceso de catarsis que ya había empezado con el ejercicio de escritura del estudiantado sobre sus experiencias, decidió fomentar lecturas grupales sobre los textos, en donde los alumnos participaron voluntariamente. Esto significó que algunas narrativas que tenían a partir de sus propias historias empezaran a cambiar; como la de los buenos y los malos, ya que reconocieron que todos los actores del conflicto habían sido victimarios.
“Ellos empiezan a contar sus historias, y resulta que los más amigos que nunca habían hablado de sus experiencias pasadas o de sus familia, entonces uno termina siendo el hijo del policía que fue asesinado por una guerrilla y el otro termina siendo familiar de guerrilleros porque en la zona en la que vive hay olvido estatal completo y este grupo armado es la única entidad que hace presencia”.
De esta manera se construyeron diálogos que permitieron que los y las compañeras de clase escucharán las experiencias de los otros, y sintieran una empatía por sus amigos. Así mismo se logró que se dieran cuenta de que el conflicto ha atravesado de diferentes maneras a toda la sociedad. “Entonces, tristemente, como decía Alfredo Molano, en ese momento cualquier persona tiene un tío, un abuelo, un primo, que es víctima del conflicto. Todos tenemos una historia” y además de poder reconocer el conflicto como algo estructural al que se le puede hacer frente de diferentes maneras.
De ese trabajo resultaron diez crónicas que fueron seleccionadas entre 128, realizadas por estudiantes de la Universidad Nacional de Colombia sede Tumaco, por su calidad, organización y estructura. Las otras cinco fueron producto de un taller de creación literaria en el colegio Miguel Ángel Martín de Villavicencio con estudiantes de décimo.
Una vez elegidas las 15 crónicas, el proceso de ilustración, que se dio de manera voluntaria, pasó a manos de estudiantes de comunicación gráfica y visual de la Universidad Minuto de Dios de Villavicencio. “Con el objetivo de que las imágenes posibilitarán una mirada más allá del conflicto, es decir, que en las ilustraciones se pudiera entrever un futuro en el que las personas victimizadas pudieran repensarse y proyectarse alejadas de la violencia” se expresa en el fragmento del prólogo de Contarsis sobre el proceso de integrar el poder de las imágenes en la obra.
Después de tener todas las crónicas e ilustraciones completas, empezaba el camino de transformarlas en hojas e impresiones llenas de color. Fue así como entre el 2022 y el 2023 la profesora Sindy Paola recorrió varias entidades buscando una ‘ventana de publicación’. Sin embargo, se encontró que el proceso de sacarlo a la luz fue más complejo y difícil, de lo que en un inicio esperaba, ya que halló personas e instituciones indiferentes.
Entonces terminó trabajando con la editorial EntreLetras, quien decidió acompañar el proceso y todas las historias narradas pudieron ver la luz en abril del 2024. La obra fue presentada oficialmente el 28 de abril en la Feria del Libro en Bogotá y fue el libro más vendido del Meta de esa edición.
“Claramente, el proceso de producción fue de años, de mucho trabajo e implicó procesos emocionales, difíciles y escriturales, también complejos para los autores. Además, para los ilustradores significó reprocesos para repensarse y que las imágenes no fuesen a ser revictimizantes. Pero el proceso de publicación fue otro proceso bien largo y algo oscuro.”
Como ella misma lo describe, todo ese proceso ha sido importante para contar la verdad y buscar la reparación y la no repetición, y así poder seguir apostando a transformar los odios y seguir buscando la tan anhelada paz.
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