Todo fue gris desde aquel momento,
ese día tan fatal y nefasto; nos lo arrebataron de lo más profundo del alma,
le pregunte al barranco, al río:
¿Qué paso con el pescador?,
ya que fueron cómplices del fortín de pesca.
Mis hermanitos casi lombricientos llenos de dolor y tristeza sin poder hablar -murmuran-:
¿Qué pasó con mi padre?
Barranco y Río atónitos también exclaman:
i¿Qué pasó con el invierno?!
i¿Qué pasó con el verano?!
i¿Qué pasó con la montaña?!
i¿Qué pasó con las aves cantarinas?!
i¿Qué pasó con el pescador?!
Solo sé que estás ahí, ansioso de que te encontremos,
como cuando tú llegabas todas las tardes con el sol de los venados;
te abrazábamos con tu sudor apertrechado de corral,
de chaparro, de sabana, de serranía y de rigor coraje campesino
y aquella sonrisa disimulada por el cansancio y avariento por el amor a sus hijos,
se pronuncia igual a la de su amada esposa,
campesina con aroma de la más bella flor del mastrantal llanero;
con el corazón arrugado, fabricando un nudo en su garganta lleno de dolor,
desolada también pregunta: ¿Qué pasó con el pescador?
Barranco y Río gritan con gran eco por el cauce que se pierde en la montaña:
¡Solo sé que estás ahí!
*Poema escrito por Diego Mayusa (2019) en memoria a Silvino Ocampo su padrastro, pescador y campesino desaparecido de manera forzada por grupos paramilitares en el año 2000, en Fuentedeoro (Meta).