Causa preocupación, observar el poco conocimiento sobre política que tienen los jóvenes en Colombia. Algo que no es de suma extrañeza en una región donde está plenamente registrado y ha sido fuente de estudio por diferentes entes, la fuerte apatía hacia el conocimiento y la participación política a nivel latinoamericano. Esto lo he notado a nivel personal en muchas ocasiones, sobre todo después de entablar conversaciones con compañeros nacionales y extranjeros, en las cuales, desde el principio, siempre ha quedado clara la apatía que sienten mis similares hacia el tema político, y su natural ignorancia en el tema. Esto ha causado una creciente preocupación en mí, entendiendo la importancia del momento de inflexión que estamos viviendo, en el que creo, deberíamos los jóvenes estar pasando del básico conocimiento, a la participación política activa.
Una de las principales causas de la apatía generalizada, es esa percepción estigmatizada, la cual salta a la luz en todo colombiano, cuando escucha la palabra “política”. La política se ha convertido en sinónimo de un sin número de oprobios, los cuales hacen que la gente, sienta una fuerte aversión hacia todo lo relacionado con aquel ejercicio público. Ahora bien, en nuestra generación, la desacreditación que se han ganado los políticos a pulso, se ha visto repotenciada por la idiotización masiva en la que nos hemos visto inmersos, gracias a los canales de comunicación digitales mal utilizados. Entonces, a dicha apatía generalizada, tenemos que sumarle la constante distracción banal en la cual se ven sumergidos los jóvenes, gracias a los contenidos basura que sus influencers se encargan de proporcionarles. Dicho contenido, encapsula a su consumidor, en un mundo que no representa lo real, y se encarga de distraerlo de las problemáticas existentes en su contexto.
Como mencioné anteriormente, el desinterés juvenil hacia la política, está plenamente estudiado, y las causas de dicha apatía son diversas. Sin embargo, en esta columna, quiero referirme a una causa en particular, de la cual di un esbozo en el anterior párrafo. Esta cruza directamente lo cultural en el contexto colombiano y, además, desde mi opinión es de las más indignantes actitudes que se pueden encontrar en una persona con raciocinio; “la abstracción premeditada de las problemáticas sociales”. Como lo dicen en su trabajo, Ricardo Arrubla Sánchez y Patricia Gutiérrez López.
La participación política del joven es fundamental para el sistema social y humano, debido a que los jóvenes aprenden a desenvolverse en un espacio intercultural y diverso, en el que se ven sometidos a expresar su criterio para la racionalización de los problemas estructurales del país, y su nivel de entendimiento y manejo. (Arrubla, y Gutierrez, 2013).
Es importante resaltar de la cita anterior, lo que los investigadores denominan como la racionalización de los problemas estructurales del país. Es decir, entendiendo que los políticos, son los principales sujetos activos en la administración y el gobierno de nuestro territorio; estos, por lo tanto, están directamente relacionados a las problemáticas existentes en nuestro contexto. Entonces, podríamos relacionar siempre la palabra “política”, con nuestros problemas sociales, ya que son estos políticos los encargados de impulsar las correspondientes medidas públicas, necesarias para el mejoramiento de nuestra situación como país.
Por otro lado, para nosotros los jóvenes, es necesario comprender lo que significa la racionalización de los problemas. Es necesaria dicha racionalización, con el fin de dimensionar nuestras problemáticas y de apersonarnos de ellas; de que las sintamos como nuestras, y no como algo que le pasa a otro. En ese orden de ideas, la participación activa del joven en la política, se vuelve cada vez más importante en un contexto como el colombiano, el cual se enfrenta a fuertes ataques a la democracia y los derechos humanos, representados en el constante asesinato de líderes sociales, en la discriminación de las minorías, en el ataque a los campesinos, en la corrupción masificada que ha permeado todos los entes estatales, entre otros problemas que nos aquejan.
¿Pero qué papel jugamos nosotros en medio de las problemáticas y la política? Es simple, pero a la vez importante. Todos los ciudadanos colombianos tenemos el deber de ejercer la veeduría ciudadana, y el correspondiente control político, a todos los funcionarios que nosotros mismos ponemos en el poder. Y aquí es donde se hace relevante la crítica, ya que es indignante observar cómo se conectan más personas a las transmisiones en vivo de Luisa Fernanda W; que, a las transmisiones del Senado, en las cuales se están debatiendo temáticas de interés público. Por ejemplo, nos acaban de poner en la presidencia del Senado a Arturo Char, un congresista que ostenta el récord de ausencias en el recinto, un senador que no se le conoce ningún proyecto de ley promovido, y el cual está seriamente vinculado en acciones delictivas.
Lo que debería desatar un boom mediático de proporciones nacionales, con la suficiente capacidad de poner a rodar cabezas burocráticas, se convierte en una noticia más, de la cual se hablará dos o tres días, y que después será relegada al baúl de las polémicas (el cual ya hace tiempo reboso su capacidad). Y ¿por qué pasa esto? Esto ocurre, porque nosotros estamos ocupando nuestra atención, en una cantidad de estupideces inconcebibles. Otro ejemplo más. Los datos sobre la famosa aplicación Tik Tok, arrojan que desde el 2016, 1.500 millones de personas han descargado la aplicación, teniendo en cuenta que, entre estos, el 32% corresponden a usuarios con edades entre 20 y 24 años. Dan un ejemplo estas cifras, de lo perdida que tenemos nuestra atención, gracias a distracciones que juegan el papel de idiotas útiles para el establecimiento, a los cuales les favorece nuestro desinterés, ya que pueden realizar sus fechorías a todas anchas y sin ningún castigo.
Esa abstracción premeditada de las problemáticas sociales, ese desinterés hacia lo público, esa apatía hacia las problemáticas, y su adyacente indiferencia política, son muestra de una juventud egoísta, la cual ha optado por asumir una actitud de total resignación hacia la ilegitima forma por la que estamos siendo gobernados. Y aquí quiero citar una frase que pronunció Jaime Garzón en una conferencia organizada en la ciudad de Cali en el año 1997.
Si no reaccionan, ustedes jóvenes, y asumen el control de su propio país, con los elementos que les da la constitución, por ejemplo, el voto. Si no hacen uso de eso para bien, ¡cerremos y vámonos! Sigamos mirando allá al país, y nosotros mirando para otra parte. (Jaime Garzón, 1997)
Es increíble encontrar que, las palabras de Jaime Garzón, pronunciadas hace ya 23 años, encajen todavía en el contexto actual. La anterior cita, deja a manera de moraleja o conclusión, el mensaje que este texto quiere brindar a la juventud colombiana. Es necesario, que tomemos las riendas de nuestro país. Es necesario dejar a un lado ese egoísmo putrefacto en el que vivimos sumergidos. Es necesario comprender, que individualmente nunca podremos cambiar el rumbo de un país tomado por esta narco-oligarquía, y que, solo reunidos en masa, utilizando las herramientas democráticas que la constitución nos brinda, como el voto, la protesta, entre otros; podremos construir un país más justo y equitativo.
*Opinión y responsabilidad del autor de la columna, mas no de El Cuarto Mosquetero, medio de comunicación alternativo y popular que se propone servir a las comunidades y movimientos sociales en el Meta y Colombia.