Hacia el año 1932 se fundó nuestra vereda, unos la conocen como La Concepción, otros como el Corregimiento Uno, y los que vivimos aquí solemos llamarla La Cuncia, lugar que nos abrió las puertas desde hace ya muchos años. Generaciones, familias y apellidos han pasado por estas calles que hacen parte de los inicios de nuestra querida vereda y en especial del acueducto, que, gracias a todos y todas, aún sigue siendo propio y comunal.
Poco más de 70 años atrás, las familias de este sector tuvieron la necesidad de buscar agua para el sustento diario de sus hogares, así que emprendieron camino con ayuda de la creatividad e intercambio de ideas para llevar el preciado líquido hasta sus casas. En el camino hacia la loma, las y los habitantes, ‘se las ingeniaron’ para hacer una canaleta ‘empotrada’ en la tierra que conduciría hasta la esquina de la iglesia. Allí se construyó un tanque de cemento que se encargaría de recoger el agua, al otro costado de este formaron un desvío para que el líquido restante siguiera por las calles, lugar que utilizaron las personas para lavar la ropa en el piso con piedra en mano cómo se hacía anteriormente. Todo se pensó y se articuló de una manera artesanal, con los recursos que se podían encontrar en aquel tiempo; pero no todo fue color de rosa, porque esta innovación funcionaba perfectamente en verano, pero al llegar el invierno, se dieron cuenta que podían tener problemas con la cantidad de agua que venía de la canaleta, inundando calles y peor aún, sus hogares. Entonces buscaron una solución y al ver que se aproximaba un fuerte aguacero, los hombres de las familias, corrían a la loma a cerrar la canaleta con piedras y dejar que el fluido siguiera por su cauce.
Los meses pasaron y vieron que el agua era una necesidad en cada hogar, así que le pusieron el primer precio al servicio. Clasificaron los rangos de tarifas del agua, desde uno hasta dos pesos con cincuenta centavos, todo dependía de la cantidad de consumo que demandara la respectiva vivienda. Con el dinero que se empezó a obtener y al transcurrir los años, se hicieron adecuaciones en las canaletas, se ingeniaron nuevas posibilidades de transportar el agua y se emplearon los primeros tanques desarenadores, un gran logro que incentivó a las y los habitantes de la vereda a seguir luchando por mejorar el acueducto. Los objetivos siguieron alcanzándose y hacia la década de los 70 ya había tres tanques desarenadores pequeños encargados de retener y filtrar el agua.
La comunidad era la encargada de las labores de limpieza, reparación y mantenimiento de los tanques y escogía el lugar apropiado para su instalación y trabajo. Así mismo, se instalaron varios tanques en sitios diferentes, uno de estos se partió por causa de una pequeña avalancha, además de otras problemáticas que llevaron a construir los recipientes cada vez más arriba, llegando al punto donde se ubican actualmente.
En el año 1982 aproximadamente, ya se empleaban los tanques desarenadores que conectaban el agua con las viviendas por medio de mangueras, en un principio se utilizaron mangueras de Eternit, pero luego fueron cambiadas por unas de PVC. Para la época, cada familia pagaba su cuota mensual de forma voluntaria con el fin de ayudar al mantenimiento semanal de los tanques. Este mismo año, las casas también cambiaron, ya no eran de madera ni de palma, estructuras de ladrillo y cemento empezaron a verse cada vez más cuando la vereda fue reconocida como un terreno legal.
Actualmente nuestra vereda se ha catalogado como un atractivo turístico por su comercio y sus destinos naturales, es un lugar ideal para pasar el tiempo en familia. Hemos crecido de manera significativa desde hace algunos años, han llegado nuevas familias y se han ido otras, pero lo que aún nos queda intacto y que se ha convertido en nuestro patrimonio es el acueducto, que hasta de hoy, sigue siendo comunal, sigue siendo propio. Lo administramos y cuidamos de manera voluntaria y conjunta con experiencia, por esto es importante seguir conservándolo con sentido de pertenencia y amor, como lo hemos hecho hasta el momento.
Si quieres conocer más historias de los acueductos comunitarios en Villavicencio, échale un vistazo a la revista realizada por ACER con apoyo de Censat Agua Viva Amigos de la Tierra Colombia y Terre Des Hommes, bajo la edición de El Cuarto Mosquetero. Puedes descargarla aquí: Lucha y resistencia por la gestión comunitaria del agua en el Meta