Además de ser precursor de las artes escénicas en Colombia, fundó el Teatro La Candelaria, uno de los más importantes de Bogotá, allí fue director desde 1966 hasta su muerte, el pasado lunes 23 de marzo, a sus 91 años de edad, en la capital del país, pero en su legado dejó impregnada la esencia de su labor teatral y el aporte que perdurará para quienes se mantienen en esta compleja industria.
García se hizo arquitecto (profesión que nunca ejerció) en la Universidad Nacional, antes que director de teatro, pero su pasión por ese campo artístico lo llevó a cursar estudios de escenografía y dirección teatral en la Universidad de Carlos en Praga, Checoeslovaquia, luego de haber tomado clases de teatro de la mano del reconocido director japonés Seki Sano.
El también actor y dramaturgo, hizo parte en 1958 del teatro El Búho y se convirtió en un personaje destacado de las artes escénicas en Colombia durante el siglo XX. Desde el teatro La Candelaria, ejerció una militancia pacífica en contra de la injusticia y la desigualdad social (peleaba no con armas, sino con teatro, mostrando a través de este la realidad del país). Allí se dedicó a fomentar la creación colectiva y la conciencia en simultánea con el surgimiento de movimientos sociales y protestas de estudiantes universitarios de ese entonces.
Obras creadas colectivamente como ‘Guadalupe años sin cuenta’ de 1975 y su adaptación de ‘El Quijote’ de 1999, le otorgaron un espacio imborrable dentro de la evolución de las artes escénicas en el país. Incluso a nivel internacional se dio a conocer, siendo nombrado en 2012 como Embajador Mundial del Teatro por parte de la Unesco.
Familia, colegas y amigos extendieron un sentido pésame cargado de profundo agradecimiento por su labor en el teatro colombiano y su legado pasará a la historia cultural de Colombia.