El actual gobierno ha simpatizado demasiado con las formas ingobernables, ante un pueblo ajetreado, cansado y explotado. Nos levantamos con la noticia que la primera dama de la nación, María Juliana Ruiz, posiblemente utilizó el avión presidencial para intereses personales, que tiene un protocolo establecido por las FAC, acerca del transporte de personas con altos cargos públicos o personalidades de alta relevancia para los intereses de la nación. Esto nos causa gran indignación pues con nuestros impuestos se supone se pagan este tipo de vehículos, para los casos antes mencionados. No creo que una persona que trabaja todo un año, se da al rebusque del dinero de sus diversos impuestos, sufriéndola, para que unos cuantos niños, niñas y sus familias viajen en el avión presidencial, a unos cumpleaños en Panaca.
Pero yendo un poco más profundo, el avión es lo de menos, cuando nos ponemos a reflexionar en el papel del gobierno y exclusivamente del presidente Iván Duque, en estos 18 meses a los que no vino a llorar, pero sí, a hacernos llorar a todas y todos. Una gobernabilidad descarada, que reparte dulces a niños vulnerables del Chocó, invierte recursos en el transporte de un autoproclamado presidente, tiene nombramientos desafortunados y descaradamente esconde la realidad nada inocultable, de la suerte que corren los líderes sociales del país por enfrentarse a preservar la memoria, la protección de los pueblos, la palabra y la vida. No pueden darnos más que noticias banales, cosas ofensivas que se olvidan en una semana, para quizás jugar contra lo verdaderamente importante; mejorar como nación en los territorios, desde los diversos ámbitos.
No es falta de confianza, es la verdad abrasadora que se denota cada día, en que vemos error tras error a los que quieren ponerle nombres de cambio y renovación, cuando siempre obtenemos más de lo mismo, pero hacer algo diferente y luchar puede costarnos demasiadas cosas. Un gobierno que oculta su realidad, que baila inequívocamente en un espacio altruista y ególatra, no puede ofrecernos más que paseos en montaña y en avión para cambiarse quizás el vestido e ir a los cumpleaños “íntimos”, mientras las demás disputas por mejorar la equidad, la educación, la libertad de los pueblos, quedan en un plano tan escondido que nunca se obtiene nada.
Ojalá, en los treinta meses que le quedan de gobierno al presidente Duque, pueda atender las llamadas de este pueblo agonizante que pide a gritos contesten sus llamadas de forma urgente, para obtener cambios dignos y no rogados.
*Opinión y responsabilidad del autor de la columna, más no de El Cuarto Mosquetero, medio de comunicación alternativo y popular que se propone servir a las comunidades y movimientos sociales en el Meta y Colombia.