Un desayuno autogestionado adelantó la comunidad de Parcelas del Progreso en Villavicencio

Llegamos con un poquito de retraso, pero ya cuatro aguerridas mujeres estaban alistando las ollas en las que se prepararía el chocolate para más de 100 personas de Parcelas del Progreso.

Doña Adila salió a recibirnos, a avisarnos en qué casa se prepararía el desayuno, la misma en la que esperan realizar un fogon constante para suplir la necesidad de su comunidad y que algún día pueda ser apoyado por la Alcaldía y organizaciones sociales.

Ese día El Cuarto Mosquetero con apoyo de la organización Corcapaz y del Ejército Nacional, apoyaría la primer jornada de olla comunitaria de Parcelas del Progreso, un asentamiento en zona rural, mucho más adentro del paradero de busetas del barrio Covisan en Villavicencio.

Mientras algunas de las mujeres terminaban de encender el fogón y preparar el chocolate, otras llevaban los huevos para cocinarlos en sus casas, y que así rindiera más el tiempo. Parte del equipo de El Cuarto Mosquetero estaba documentando el proceso para crear una pieza audiovisual que luego compartiremos en nuestras redes evidenciando tan importante jornada, otros estaban junto al edil Ricardo Duque preparando las arepas con queso que se repartirían esa mañana.

Seguidamente, llegó el equipo de Corcapaz, junto con el Ejército Nacional para apoyar la jornada. Cuando los alimentos estaban listos para entregarse, empezamos junto con la comunidad (Doña Adila, doña Aura, don Carlos, Dario, y otras tres personas más), casa a casa avisando a la comunidad que preparara una jarra y un plato para entregarle los alimentos que le correspondían según el número de integrantes en su hogar, mientras otros iban sirviendo.

Llevábamos alrededor de 120 desayunos, ya que esos eran los cálculos de líderes del sector. Sin embargo, a pesar de no ser tan grande el número de casas, hay familias muy numerosas, lo que resultó en que tuviéramos que comprar pan para entregar a las familias faltantes. Al igual que las últimas arepas no tenian un queso gratinado perfecto, sino que eran las que no se habían armado pero que estaban como reserva y que supuestamente íbamos a comernos nosotros/as luego.

Cuando recuerdo ello me da risa, ya que esa mañana no dejé que mi hermano, quien también es integrante de ECM, desayunara, ya que supuestamente había mandado a hacer arepas de más, y de ahí podríamos desayunar o en el peor de los casos, comprar en una tienda. Pero ni lo uno ni lo otro, ni sobró ya que hasta tuvimos que hacer malabares para llegar a casi la totalidad de la comunidad, y tampoco compramos nada en ninguna tienda pues el ritmo de trabajo fue intenso. Creo que nos salvó del desmayo, que uno de los habitantes mas amables del sector, don Jairo, un adulto mayor que a ratos trabaja como celador informal en una empresa minera y en otros, recicla y hace artesanías en cuero, nos regaló una papaya de su «patio» – en realidad su casa está hecha con la coraza de un camión y no tiene ningún tipo de enramada para que eso sea considerado patio, pero es la parte que designó alrededor de la casa para cultivar algunos elementos de pan coger-, la que nos brindó un poco de energia para estar toda la jornada.

Ese día se pudo compartir alimento con mucho amor gracias a ese compromiso de la comunidad, quienes a partir de esta primer experiencia, lo quieren hacer ahora es almuerzos y poco a poco ir generando un apoyo constante en el que todas y todos puedan encontrar una alternativa para salir adelante en esta emergencia que ha desatado el Covid-19.

Nuestra jornada no había terminado aún. La comunidad agradeció a Corcapaz y al Ejército por su apoyo en la consecución de parte de los elementos del desayuno, por la música y la amenizacion que hicieron en la jornada y se despidieron, ya que estos debian irse a seguir cumpliendo sus respectivas labores. Al acercarsee la hora de almuerzo, tres de las mujeres que estuvieron cocinando ese día de forma voluntaria, se despidieron ya que debían ir a preparar el almuerzo de su hogar con lo poco o nada que tuvieran en sus casas.

Nos quedamos con don Dario y doña Adila, quienes nos ayudaron a hacer una encuesta para saber cuáles familias se vincularían a nuestro proceso de formación de comunicación y huertas caseras. El sector que seleccionamos por el importante tejido comunitario que tienen, participará en un 98%, no solo en sus casas, sino en un terreno que prestó don Carlos, líder del sector, para que puedan implementar una huerta que los acerque a tener una economía propia para seguir trabajando en la construcción de huertas, de la caseta comunal y en general, de áreas comunes, que la institucionalidad históricamente les ha negado, pero en las que aún guardan esperanzas de recibir algún tipo de apoyo.
#ElCuartoMosquetero

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