Hace cuatro años con la clausura de los acuerdos de paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC quedaron marcados grandes retos entre el campo colombiano, el medio ambiente, la igualdad y enfoque de género.
En la firma del posacuerdo se establecieron diferentes retos para la transformación del campo, retos que incluyen directamente al medio ambiente y la mujer. Para poder cambiar las actividades del campo entra a participar la Reforma Rural integral (RRI), la cual se conforma de catorce principios; transformación estructural, desarrollo integral del campo, igualdad y enfoque de género, bienestar y buen vivir, priorización, integralidad, restablecimiento, regularización de la propiedad, derecho a la alimentación, participación, beneficio impacto y medición, desarrollo sostenible, presencia del estado, democratización del acceso y uso adecuado de la tierra.
A partir de estos principios se establecen diferentes líneas de acción para ejecutar cada uno, pero, ¿hoy en día ustedes creen que se han cumplido a cabalidad las actividades de los principios del acuerdo de paz en el campo colombiano?, Para generar un desarrollo integral del campo el acuerdo final plantea agricultura familiar, agroindustrias, turismo y agricultura comercial de escala, buscando que se invierta en el campo para tener una visión empresarial, podemos decir que para garantizar el bienestar, buen vivir, y cerrar las brechas entre lo rural y lo urbano, esto implica impactos ambientales que no estuvieron considerados en el posacuerdo.
Dicho lo anterior entramos a ver algunos desafíos del ordenamiento territorial en relación con el medio ambiente. La vocación y uso del suelo ha sido una problemática insistente, los campesinos habitan zonas de conservación sin saber que estaban dentro de estas, ejecutando agricultura, ganadería, cultivos ilícitos entre otros, en el acuerdo de paz entró el cierre de la frontera agrícola donde se busca la delimitación de las zonas productivas y las zonas conservadas, para realizar el cierre el Estado debe reacomodar las poblaciones que están asentadas en zonas de conservación como páramos, y parques nacionales naturales PNN o brindarles sistemas productivos sostenibles para realizar dentro de las áreas conservadas, aun así actualmente sigue siendo un reto sin culminar, al seguir ampliando la frontera y no cerrarla se presionan las zonas de conservación, un ejemplo es el bosque seco, dentro de estos hay territorios fértiles que están siendo usados para cultivo o ganadería, incrementando la deforestación, disminuyendo el bosque y generando más asentamientos, nos damos cuenta entonces de que todo es circular, al no cerrar la frontera e impactar zonas de conservación no se está dando la relación de uso con la vocación que tiene el suelo, cabe aclarar que esto no es culpa directa del campesino, hay muchos cuellos de botella en la ejecución de todos estos temas, y aquí no se está tocando a profundidad todo la RRI.
Al medio ambiente no priorizarse en el posacuerdo es el generador de diferentes barreras, ¿Porque aparte de querer hacer un desarrollo territorial sin medir los impactos que esto acarrearía, cómo harán para que no se impacten las áreas que estuvieron protegidas por los grupos armados tanto tiempo?, eso es otra claridad que cabe mencionar, durante el conflicto armado estuvieron vedados para las comunidades y el Estado muchos ecosistemas que indirectamente estuvieron protegidos, siendo así ¿qué papel jugarían ahora que todos tenemos accesos a estos?, para no irnos lejos, el Güejar hoy famoso por su cañón y pionero en el turismo del Meta es una muestra clara, hace unos años Mesetas era uno de los principales puntos del conflicto armado en el departamento y por ende un territorio prohibido para las comunidades externas, así como el Güejar son muchos los ecosistemas que quedaron abiertos para que nosotros podamos disfrutarlos y las multinacionales puedan explotarlos, pero para los cuales no se estipulo una regulación en el posacuerdo para que estos no terminen como todo lo que invadimos los seres humanos, podemos relacionar también los líderes ambientales de las zonas rurales que están más expuestos a recibir amenazas que se convierten en asesinatos, la llamada cuota de sangre que paga un líder social y la comunidad, al una empresa lograr realizar su actividad extractiva en una zona que no estaba destinada para esto y por supuesto para la cual el gobierno no le vio ningún problema cuando otorgó la licencia.
Así mismo, la no presencia de grupos armados aparte de abrir la puerta para conocer nuevos ecosistemas, generará la oportunidad de investigación, descubrir especies nuevas y endémicas para la ciencia, oportunidad que se ha presentado en diferentes ambientes a lo largo del país y que nos lleva a poder ser pioneros en proyectos investigativos que se están realizando actualmente.
Como no podemos esperar una reacción rápida del Estado frente a los retos del territorio y el medio ambiente, se pueden plantear diferentes desafíos a las comunidades tanto rurales como urbanas, por la estrecha relación que hay entre ambos sectores; lo primero es la educación ambiental, esto permite habitar el territorio con perspectiva ambiental, enfocar el desarrollo en la diversidad y no depender del extractivismo, implementar sistemas productivos sostenibles, guianzas científicas; un nuevo proyecto liderado por comunidades locales que brindan su conocimiento del territorio, ecoturismo como alternativa pero que no se prolifere a tal forma de que sea insostenible, al mismo tiempo entender que es el campesinado el que tiene la principal incidencia sobre el campo y su desarrollo, son ellos los que son una lucha de resistencia frente a las adversidades diarias del sector rural, situaciones que tal vez usted y yo no conocemos y solo opinamos desde la ciudad, ellos son los que se han venido empoderando de su territorio, liderando iniciativas que inciden en la construcción rural para lograr un bienestar entre ellos y los ecosistemas sin afectar las actividades económicas.
¿Y en todo esto cuál es el papel de la mujer?
La mujer rural es actora de primera mano en la transformación estructural del campo, en el punto uno reforma rural integral: se hace referencia a la afectación de los campesinos como producto de la guerra, enfatizando en mujeres, niñas y niños. En este punto se contempla como principio la igualdad y enfoque de género, que imparte el reconocimiento de las mujeres como ciudadanas autónomas, sujetos de derechos que, independientemente de su estado civil, relación familiar o comunitaria, tienen acceso en condiciones de igualdad con respecto a los hombres a la propiedad de la tierra y proyectos productivos entre otros (Alto Comisionado para la paz, 2006, p10).
La mujer rural ha sido vista generalmente en su papel de madre, esposa, y víctima del conflicto armado, poco se ha enfocado en determinarla como agricultora o líder directamente, ya que se ha perpetuado que es el hombre el encargado de ser el agricultor principal, aunque se reconoce que hay mujeres dentro de la labor de la agricultura, son pocas, y no es visibilizada. En el marco del posacuerdo dicho anteriormente se busca la igualdad en el beneficio de acceso a la tierra y el desarrollo de proyectos, que las mujeres estén activas en la participación y toma de decisiones, para esto se tiene que dar un enfoque real hacia la mujer rural, tiene que ver con apoyar y ayudar a esas mujeres que viven en el campo, que no conocen sus derechos, que tiene naturalizadas las violencias, que han vivido la guerra de la forma más cruda y directa. Mostrarles cómo pueden destruir esos comportamientos que han permitido durante años y enfocarlas a proyectos productivos, cómo el medio ambiente les entrega las herramientas para trabajar desde sus conocimientos y los que van adquiriendo, cómo pueden liderar procesos, y motivar a otras mujeres a enfocar sus vidas en ellas y para ellas, crear redes de aprendizaje, empoderamiento, y emprendimiento, porque si no se enfoca a la mujer rural como principal actora, significaría no materializar completamente la paz que tanto necesitamos, tenemos que reconocer a la mujer campesina como la mujer transformadora del campo y al medio ambiente como su principal herramienta.
*Jessica Betancur Muñoz, Ingeniera ambiental de la Santo Tomás, 23 años, investigadora en el observatorio popular de género, guardaparamo del complejo chingaza, relato el medio ambiente desde una perspectiva critica para generar ruido en la sociedad.
*Opinión y responsabilidad del autor de la columna, mas no de El Cuarto Mosquetero, medio de comunicación alternativo y popular que se propone servir a las comunidades y movimientos sociales en el Meta y Colombia.