Por: Simón Zapata y Shirley Forero Garcés
Niñas y niños en Colombia están demostrando su poder transformador cuando se les escucha y se les brinda participación. Tienen un rol en la construcción de paz y defensa del territorio, a pesar de seguir siendo vulnerables a las violencias estructurales.
A menudo, los y las niñas son subestimadas y percibidas como seres sin capacidad de razonamiento ni participación activa en la sociedad. Pero, ¿qué tan cierta es esta percepción? La realidad demuestra que las infancias tienen un enorme potencial transformador cuando se les brinda el espacio y las herramientas adecuadas.
Según proyecciones poblacionales del censo 2018 del Departamento Administrativo Nacional de Estadística – DANE, Colombia registra para el 2023 una población de 52.215.503. La población de 0 a 5 años de edad, suma 4.486.750, de estos, 2.292.536 son niños y 2.194.214 son niñas.
Cabe mencionar que 14 millones de los 52 millones de habitantes tienen menos de 18 años, lo que representa el 26,9% del total. Además, cerca del 45,5% de la población tiene entre 18 y 48 años de edad, es decir, aunque la tasa de natalidad ha caído durante los últimos años, Colombia sigue siendo un país relativamente joven y muchas de estas personas siguen soñando con un entorno diferente, en el que la paz sea la cotidianidad.
Escenarios de cambio
Un ejemplo que alcanzó visibilidad nacional e internacional es el de Francisco Vera, un adolescente que, desde su niñez, ha abanderado el activismo ambiental, inspirando a otras infancias a alzar su voz en defensa del planeta y la naturaleza. Esto lo ha logrado gracias a una crianza basada en el diálogo, el respeto y la conciencia social. En diversas entrevistas ha comentado que desde pequeño, su familia fomentó su curiosidad y pensamiento crítico, dándole acceso a información y espacios donde se sentía escuchado.
En Villavicencio se encuentran Los Polinizadores, un grupo de niños y niñas que promueven la cultura ambiental a través de acciones locales, sembrando conciencia en sus comunidades. Este grupo nació gracias al apoyo de la organización ambiental Censat Agua Viva y actualmente está a cargo de Acueductos Comunitarios en Red, una iniciativa que trabaja por demostrar que el agua es un bien común y fortalece a los acueductos comunitarios del Meta, por ser un patrimonio histórico de la región.
También está, en San José del Guaviare, Valeria “La Guardiana” quien desde temprana edad ha demostrado un profundo compromiso con la protección del territorio, especialmente con la Amazonía. Forma parte de los Guardianes de Chiribiquete, una iniciativa que busca preservar el Parque Nacional Natural Serranía de Chiribiquete, reconocido por su biodiversidad y ser un patrimonio cultural. Ella ha crecido con la guía de su papá, Felipe Rodríguez, un líder y defensor ambiental conocido como Pipe Q-ida. Él ha sido clave en su formación como activista, compartiéndole conocimientos sobre el territorio y su biodiversidad, junto a una profunda conciencia sobre la importancia de protegerlo.
Estas historias evidencian el poder transformador que tienen las infancias cuando se les cree, se les apoya y se les brinda la oportunidad de participar activamente en la sociedad. Las y los niños son como esponjas: absorben lo que ven, escuchan y viven. Por eso es fundamental garantizarles espacios pacíficos y amorosos donde puedan aprender a relacionarse desde el respeto y la empatía.
Otra experiencia relevante es la que se viene gestando tras la firma del Acuerdo de Paz en 2016. Firmantes de paz de todo el país que se encuentran en el tránsito hacia la vida civil, han consolidado nuevas familias con niños y niñas que han nacido en territorios donde se le apuesta a la construcción de paz. En La Pista, por ejemplo, vereda del municipio de Uribe, Meta, se encuentra el Nuevo Espacio de Reincorporación -NAR- Juan de Jesús Monroy, en donde aproximadamente 46 personas le apuestan a la construcción de un país distinto. Allí ya hay más de 100 niños y niñas que han nacido en los últimos años. Otro caso similar es el de Charras, una vereda de San José de Guaviare donde está la Comunidad Noble y de Paz Marco Aurelio Buendía. En este lugar aproximadamente 200 niños y niñas se ven jugando en un domingo cualquiera en la cancha, el gimnasio y los antejardines de las casas de madera y superboard.
Comunicación Transformadora
De hecho, en El Cuarto Mosquetero creemos firmemente en el papel esencial de los niños y niñas en el cambio social. Por eso, a través de nuestra área formativa Comunicación Transformadora, realizamos un proceso de formación que denominamos Reporteritos y Reporteritas Populares, donde les brindamos conocimientos y herramientas como la escritura creativa, la radio, la fotografía y la producción audiovisual, para que se conviertan en gestores de transformación desde sus propias voces y territorios, incidiendo en la construcción de paz, la defensa del territorio y la equidad de género.
Desde el 2015 hasta la fecha hemos formado a más de 1000 niños y niñas de diversas instituciones educativas del Meta, Casanare, Cundinamarca y Santander. Con nuestro acompañamiento, ellos y ellas han participado en el festival de cine hecho con celulares Smartflims y en Radio Nacional hablando sobre construcción de paz. Además, hemos creado dos revistas: Tinta Violeta y Cuentos del Bosque, en las que se narra el territorio y se habla de equidad de género desde sus voces.
También llevamos a cabo las Escuelas Itinerantes de Comunicación para la Paz, que se realizan en zonas rurales y en las que participan de manera simultánea infantes, adultos y personas de la tercera edad que hacen parte de población indígena, campesina y/o firmante de paz. En estos procesos formativos, los niños y niñas han podido narrar sus territorios, porque consideramos que sus voces son importantes para amplificar las hazañas de la unión comunitaria pero, también para denunciar las problemáticas que les afligen.
El panorama de la niñez en Colombia
A pesar de las diferentes iniciativas de la sociedad civil en Colombia para garantizar crianzas seguras e integrales, la realidad es que la niñez sigue siendo vulnerable. Según la Procuraduría General de la Nación, en el 2023, 607 menores de edad, fueron víctimas de muerte violenta y 69.660 niños, niñas y adolescentes ingresaron al programa del ICBF porque sus derechos fueron vulnerados. Las Naciones Unidas han verificado más de 1.000 casos de reclutamiento, uso y utilización de niñas, niños y adolescentes para el conflicto armado ocurridos desde 2019. Además, se identificó un aumento de este delito en los últimos años, con un incremento crítico en 2023, cuando el número de casos se duplicó en comparación con 2022. Durante 2024, esta tendencia al alza se mantuvo.
Las niñas y los niños en Colombia no solo tienen el derecho a la protección especial, sino también a ser escuchados y escuchadas como sujetos activos en la transformación de sus territorios. Las experiencias de Francisco Vera, Valeria “La Guardiana” y Los Polinizadores, los de reporteritos y reporteritas populares de El Cuarto Mosquetero y NiñezYa, una coalición de redes y organizaciones nacionales e internacionales de diversos sectores (productivos y sociales) comprometidas con la niñez, demuestran que cuando se brinda a las infancias un entorno de cuidado, confianza y formación, emergen voces poderosas capaces de liderar iniciativas por el ambiente, la paz y la equidad.
Sin embargo, la persistente vulneración de sus derechos, las cifras alarmantes de violencia y reclutamiento, y la fragilidad institucional, nos recuerdan que aún queda mucho por hacer. Reconocer la capacidad de las infancias para incidir en sus contextos es también una apuesta por construir una sociedad más justa y consciente. Escucharles, protegerles y acompañarles debe ser un compromiso colectivo, porque en sus voces se gestan las semillas de un país distinto.