-No usemos más esa palabra – Comenta Deiber, un campesino de la vereda San Jacinto.
Se refiere a la ‘violencia’.
Hace unos días, los jóvenes de Manos a la Paz que nos encontramos apoyando la alcaldía de Becerril fuimos convocados a apoyar los procesos de la Agencia para la Renovación del Territorio junto a nuestros colegas en Codazzi.
Dicha entidad se encarga de impulsar los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial, los cuales buscan la transformación integral del ámbito rural a 10 años y a través de estos se ponen en marcha con mayor celeridad los instrumentos de la Reforma Rural Integral en los territorios más afectados por el conflicto armado, la pobreza, las economías ilícitas y la debilidad institucional.
En una casa campo se llevó a cabo un encuentro de tres días en el que representantes de todas las veredas del municipio, se reunieron por núcleos y debatieron las problemáticas y oportunidades que les permitiera realizar un diagnóstico y posteriormente una visión compartida.
Para desarrollar ese proceso se conformaron ocho pilares: Propiedad rural y uso del suelo, Reactivación económica y producción agraria, Educación rural, Vivienda, Derecho a la alimentación, Reconciliación, convivencia y paz, Infraestructura y Salud rural.
En cada uno de esos aspectos, se delegó a un grupo conformado por un representante de cada núcleo y allí se socializaban y debatían los pros y los contras presentes en sus territorios. Fue ahí, al momento de plantear un diagnóstico, que uno de quienes se hallaba en la mesa que yo apoyaba, sugirió comenzar el texto con “Los campesinos del municipio de Agustín Codazzi, han sido afectados por la violencia…”. Entonces intervino Deiber oponiéndose a incluir ese término manifestando que no quiere esa palabra siga presente, que se debe dejar atrás y no ser replicada.
Con justa razón el campesino se expresó así. Durante un momento, tuve la oportunidad de charlar con ellos y escuchar las atrocidades por las que tuvieron que pasar en aquellos días de martirio. “En Codazzi, si amanecían seis muertos, era poquito” comentó una de las personas a quien acompañaba. Comprendí con ese tipo de relatos, que aunque algunos ya habían normalizado ese tipo de actos, aún había quienes buscaban un camino lejos de ese dolor y horror excesivo al que tuvieron que ser sometidos en una guerra que no les pertenecía.
Durante el auge de los grupos al margen de la ley en el país, Agustín Codazzi, un municipio ubicado al norte del departamento del Cesar, fue el epicentro de miles de asesinatos y desplazamientos perpetrados por el conflicto armado interno que ha sacudido a Colombia durante muchos años. Hoy, sin embargo, sus habitantes quieren que esa época se quede atrás, albergan la esperanza de que ahora que se tiene la oportunidad de construir paz, la innombrable quede sepultada, no en el olvido, sino en el pasado.